Nos perdemos entre viejas minas y verdes pantanos

Subimos a La Arboleda, nos encontramos a 400 metros de altura. Este lugar además de ser un enclave ideal para los amantes de las panorámicas, es también un sitio donde ahondar en el pasado minero de la cuenca de la ría del Ibaizabal. Y es que este rincón de Trapagaran fue en gran parte el responsable de la expansión tanto económica como demográfica del Gran Bilbao.

Fotos: Iker Eraso. Más info: www.trapagaran.net

Para subir a La Arboleda se puede utilizar un antiguo funicular que data 1926 y que servía para transportar el hierro hasta las refinerías. También lo podemos hacer a través de una carretera serpenteante que nos regala panorámicas del Abra, donde la ría se funde con el mar Cantábrico.

El resultado de la explotación minera de antaño es una paisaje transformado y retorcido por el hombre. Las antiguas minas son hoy día embalses artificiales rodeados de un entorno verde increíble. Los nenúfares son uno de sus mayores atractivos.

Las antiguas heridas en la tierra que se realizaron para extraer el apreciado hierro, hoy día las podemos encontrar así, cubiertas de agua de lluvia y ricas en vida vegetal y animal.

Esculturas que nos vamos encontrando por el camino nos recuerdan el pasado minero de este lugar. Gracias a la existencia del hierro en los montes de Triana y la importancia industrial que tuvo la explotación de este mineral en los siglos pasados, Bilbao vivió una gran transformación que no solo marcó su paisaje natural sino también su vida social y cultural. 

Si os acercáis hasta aquí podréis conocer toda su historia en el Museo de la Minería. Aquí nos encontramos reliquias de este pasado industrial que tan profundamente marcó estas tierras y sus gentes.

www.meatzaldea.eus/

Aunque la edad dorada de la explotación del hierro fue durante las últimas décadas del siglo XIX y el primer tercio del XX, en las ferrerías salpicadas por todo el territorio vasco se ha extraído y forjado durante siglos este mineral de forma artesanal.

La intensa explotación industrial llevada a cabo, que llevó a la ruina a gran parte de las ferrerías artesanales, agotó las vetas de hierro de los montes. Ocurrió a mediados de este último siglo, en los años 60 y 70. La última mina que echó el cierre fue la del Pozo de Bodovalle, en Gallarta, en 1993, lugar cercano a donde nos encontramos.

Este sitio se convierte en visita obligada para todos los amantes de Bilbao y sus gentes, ya que mucho de lo que aquí sucedió ha marcado la vida de los bizkainos directa o indirectamente.

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