El amigo de Catalunya

Domingo 25 de noviembre de 2012

Santiago Carrillo reflexiona en sus memorias sobre el derecho de la «nación catalana» a decidir su destino.

“En la época en que vivi­mos, quien piense retener por la fuerza, por la coacción, a Catalunya, quien crea que negar a Catalunya su calidad de nación, y como tal su derecho a decidir sus desti­nos, se equivoca de medio a me­dio». Quien hace unos meses, po­co antes de que desencadenara el proceso  soberanista  impulsado por Artur Mas, se expresaba con esta contundencia sobre las aspiraciones de Catalunya no es un nacionalista encendido, sino Santiago Carrillo, uno de los grandes protagonistas de la transición de­mocrática española.

El que fue líder del Partido Co­munista entregó el original de sus memorias, que incluyen esta reflexión sobre el hecho catalán, apenas dos meses antes de falle­cer, el pasado 18 de septiembre, a la edad de 97 años. La colabora­ción de sus familiares más direc­tos ha permitido que “Mi testa­mento político” (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) pueda ver la luz este mes de noviembre.

En el libro, Carrillo repasa casi un siglo de historia de España y del mundo. En uno de los aparta­dos del libro titulado precisamen­te «Catalunya es una nación», de­muestra un nivel de compren­sión de la diferenciada realidad nacional, cultural y política cata­lana nada frecuente en la España actual. Parte de la constatación de que «los españoles conocemos mal la historia de Catalunya, co­mo conocemos mal la historia de nuestro propio Estado». Y conclu­ye que «hemos estado hablando muchos años del problema cata­lán cuando el verdadero proble­ma eran las estructuras centralis­tas del Estado español, que ignoraban, testarudamente, el hecho nacional catalán».

, sino a sentir como propias las razones del catalanismo», afir­ma el político comunista recor­dando el discurso pronunciado por el que fue presidente de la República Española en 1930, en un encuentro entre intelectuales ca­talanes y castellanos en Barcelo­na. Un discurso que hoy firmaría, si lo hubiera, el socialista-federa­lista español más respetuoso con el derecho a decidir.

El que fue dirigente del PCE concluye su reflexión catalana con una grave sentencia: «La separación de Catalunya sería una mutilación dolorosa del Estado». Y advierte a quienes niegan el de­recho a decidir y «alardean de un equívoco patriotismo» que «si tra­taran de dificultar un encaje có­modo y libremente aceptado por Catalunya, quien más tendría que perder en el empeño sería precisamente España, el Estado español».

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