Martes 2 de marzo de 2021
No sé a ustedes pero a mí la entrevista de Jordi Evole a José María Aznar el domingo en la Sexta, me pareció un fraude. No se besaron de churro. Todo fue obsequiosidad y mentiras, sin derecho a réplica. Aznar mintió más que habló. y Evole le rió las gracias.
Entre otras muchas preguntas yo me hubiera interesado por el control, no solo de seguridad, sino el que debía tener su gobierno sobre Juan Carlos de Borbón, sus amantes, sus negocios, su doble vida. Nadie es tan tonto como para creer que el gobierno no sabía nada. ¡Claro que lo sabía!, y lo permitió. Son pues tan culpables como el Borbón que ha demostrado, entre otras cosas, que de inteligencia anda mal servido.
Gracias al Cesid, Aznar conocía absolutamente todo sobre Corinna y sus comisiones y su vida en el recinto de la Zarzuerla y no nos dejó nunca controlarle parlamentariamente. Preguntas hubo que fueron desechadas por una Mesa en la que el PP tenía mayoría absoluta. Que no diga ahora nada contra el rey habiendo sido tan responsable como él, in vigilando, de tan putrefacta corrupción.
Ignacio Cembrero saca a colación un hecho más sobre el actuar parasitariamente de Juan Carlos. Algo que todos los sabían y que ahora surge como dedo acusador. Es esto:
«Las tragedias que hemos vivido a lo largo de la historia no han sido culpa de la religión, sino del extremismo de algunos de sus fieles de todas las religiones y de los sistemas políticos». «Hermanos, tenemos que decir al mundo que nuestras divergencias no deben desembocar en disputas».
El rey Abdalá bin Abdulaziz al-Saúd de Arabia Saudí quería pronunciar en 2008 estas palabras conciliadoras hacia las demás religiones para dar una imagen más tolerante de su país y restar protagonismo a Turquía. Un año antes, en abril de 2007, su primer ministro, Recep Tayip Erdogan, patrocinó, junto con su homólogo español, José Luis Rodríguez Zapatero, el nacimiento de la Alianza de Civilizaciones que buscaba fomentar el diálogo interreligioso.
El monarca saudí «envió a Su Majestad el rey Juan Carlos, con tan solo dos semanas de antelación, un mensaje urgente para que organizase en 2008 una conferencia internacional en Madrid de diálogo interreligioso», escribió Miguel Ángel Moratinos, que en aquellos años era ministro de Asuntos Exteriores de España, en Al Arabiya, una web privada afín a las autoridades saudíes. Moratinos hizo esta revelación en un obituario laudatorio, publicado el 26 de enero de 2015, dedicado al rey Abdalá que había fallecido tres días antes.
Costeada por Arabia Saudí, pero acogida por España —se celebró en el palacio de El Pardo, en Madrid— la conferencia fue inaugurada conjuntamente, el 16 de julio de 2008, por el rey Abdalá y don Juan Carlos. Congregó a unos 300 religiosos, de medio centenar de países, musulmanes, cristianos, budistas, sintoístas, confucianos y judíos. Fue la primera vez que los saudíes invitaron a un acto a miembros de esta comunidad. También asistieron personalidades laicas, como el ex primer ministro británico, Tony Blair.
Pese al sesgo aperturista que el rey Abdalá quiso darle, los límites de su iniciativa quedaron claros. El título oficial fue modificado en el último momento y se quedó en Conferencia Mundial de Diálogo. La palabra «interreligioso», que tanto utilizó la prensa, fue suprimida porque los clérigos saudíes más conservadores sostenían que no se podía dialogar con otras religiones ni tampoco celebrar la reunión en Arabia Saudí donde no hay libertad religiosa.
El rey Abdalá se marchó satisfecho de Madrid el 19 de julio de 2008 no sin antes expresar su agradecimiento a don Juan Carlos por su colaboración y acogida que, le dijo, quería recompensar, según fuentes conocedoras de la organización del evento. Para recibir esa retribución el jefe del Estado ordenó desde el palacio de la Zarzuela, a su letrado suizo, Dante Canónica, que pusiera en pie una estructura financiera para recibir la donación saudí. La fundación Lucum fue creada el 31 de julio de 2008, según reveló el diario la ‘Tribune de Genève’.
La fundación quedó registrada en un documento en la Notaría Novena del Circuito de Panamá y su presidente era Arturo Fasana, que gestiona desde Ginebra la fortuna de don Juan Carlos. Él y Canónica están siendo investigados por blanqueo de capitales por el fiscal suizo Yves Bertossa. El 8 de julio de 2008 Lucum recibió, en su cuenta en el banco suizo Mirabaud, 100 millones de dólares (83 millones de euros al cambio actual) transferidos desde el Ministerio de Hacienda saudí por orden del rey Abdalá. El dinero no salió del bolsillo del monarca cuya fortuna fue evaluada, por la revista ‘Forbes’ en 2011, en 21.000 millones de dólares (17.400 millones de euros).
El pago a don Juan Carlos no guarda ninguna relación con las presuntas comisiones cobradas por la adjudicación a España del tren de alta velocidad entre Medina y La Meca, las dos ciudades santas saudíes en octubre de 2011. El Rey de España sí hizo gestiones con las autoridades de Arabia Saudí, a principios de la década pasada, para que un consorcio de empresas españolas obtuviese el megacontrato del AVE saudí por el que también pugnó personalmente el presidente francés Nicolás Sarkozy.
El banco Mirabaud consideró, en el verano de 2012, que esa cuenta de Lucum podía resultar perjudicial para su buena reputación. Don Juan Carlos decidió entonces firmar un contrato de donación con su amiga íntima, Corinna Larsen, a la que transfirió a su cuenta en Bahamas, «de forma gratuita e irrevocable», el saldo que aún permanecía en ella, casi 65 millones de dólares (54 millones de euros). Lucum fue disuelta el 30 de julio de 2012, según el registro de Panamá.
El rey Abdalá falleció el 23 de enero de 2015 y 48 horas después ya estaba en Riad el rey Felipe VI para, junto con otros jefes de Estado y de Gobierno, trasladar el pésame y asistir a las exequias. El Rey emérito también quiso presentar sus condolencias y, el 29 de enero, voló por su cuenta desde la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) a Riad. El nuevo monarca saudí, Salman bin Abdulaziz, le dio las gracias por su visita y «ofreció un banquete en su honor al que asistieron varios miembros de la familia real saudí», según la agencia de prensa saudí SPA.
Estas deferencias del rey Salman no tienen nada de sorprendente. Don Juan Carlos ha mantenido relaciones de amistad con todos los monarcas saudíes, pero es con Salman con quien ha establecido el vínculo más estrecho desde los tiempos en que era gobernador de Riad. Él fue pionero, en la familia real, en veranear en Marbella hasta donde el Rey de España se desplazaba desde Mallorca para hacerle una visita de cortesía. El príncipe heredero saudí, Mohamed ben Salman, recalcó, en abril de 2018, ante la prensa española, que don Juan Carlos era el único extranjero que poseía el número de móvil de su padre.
Aunque los 100 millones de dólares parezcan una cantidad desorbitada, a ojos de los miembros más relevantes de la familia real saudí constituyen solo un detalle. El Rey emérito no ha amasado una fortuna de unos 2.300 millones de dólares (1.905 millones de euros), según la estimación de ‘Forbes’, a golpe de donaciones. El grueso de sus ingresos proceden presuntamente de las comisiones cobradas durante años por las compras de gas y petróleo de España a varios países del Golfo empezando por Arabia Saudí.
En su libro ‘Juan Carlos I: la biografía sin silencios’ (Editorial Akal, 2016), la periodista Rebeca Quintans, asegura que cuando empezó la crisis petrolera, en 1973, el general Franco encargó al entonces príncipe heredero que hiciera gestiones con los saudíes para garantizar el abastecimiento energético de España. Don Juan Carlos contactó con el príncipe heredero saudí, Fahd bin Abdulaziz, que le resolvió el problema. «A cambio de estos servicios de mediación el príncipe (Juan Carlos) cobró una comisión y a todo el mundo le pareció muy normal», escribió Quintans. Con Adolfo Suárez al frente del Gobierno, a partir de 1976, el ya Rey de España continuó cobrando un pequeño porcentaje por cada barril de crudo importado, según la periodista.
Cuando salen a la luz sinvergonzadas como las del Borbón, los más miran para otro lado, los lameculos las justifican y los que mandan o juzgan las toleran por el bien de España.
Lo que cuenta Iñaki se sabe desde hace mucho, entre otros gracias al mismo Iñaki, pero desde Suárez hasta Sánchez, desde la justicia de 1975 hasta la de hoy han sido toleradas, protegidas y consideradas como lógicas.
La plebe siempre se distraía murmurando sobre las aventuras amorosas del Borbón mientras que consideraba como un premio al mejor rey del mundo sus manejos financieros.
Ahora que no se hagan los tontos, los sorprendidos, los indignados ni los engañados.
Y Evole no deja de ser un periodista servicial, con cara de travieso y cuenta corriente abultada.
Cuanto más jeta mejor imagen en este país.