Martes 11 de abril de 2017
El terremoto emocional producido tras el fallecimiento de Carme Chacón, no logró unir este lunes en Ferraz a los tres candidatos a la secretaría general socialista. Fallecer con 46 años y tras haber tenido una actuación pública tan notoria no es para dejar pasar desapercibida semejante noticia que se ha vivido en Euzkadi como si hubiera fallecido alguien muy cercano. Ya me gustaría el mismo trato para vascos/as prominentes que al morir no logran ni dos líneas en nuestros periódicos.
Pero esta sociedad mediática es así. Muy superficial. Ver a auténticos tiburones poner los ojos en blanco y mostrarse en público devastados por el fallecimiento de Chacón e ir a Ferraz sabiendo que hay muchas cámaras y que ese día todo van a ser alabanzas nos muestra lo miserable que a veces es la condición humana. Si era tan fantástica como decían ¿Por qué le hicieron la vida imposible a la hora de acceder a la secretaria general del PSOE que no ganó por 22 votos?. Otra quizás sería hoy la historia del PSOE aunque no tengo claro si el tema catalán con ella estaría encauzado.
He lamentado su muerte porque le conocí y traté. La última vez que hablé con ella fue en una conferencia pero, mucho antes, y recuerdo la fecha, me llamó cuando ETA anunció el cese de la lucha armada. Estaba realmente emocionada. Seguramente mantuvo una estrecha relación con Ernest Lluch y se daba cuenta de la importancia de la noticia. Previamente me había puesto en contacto con su entonces marido Miguel Barroso que me mandó su último libro sobre un juicio en Cuba. Yo había escrito en este blog un comentario a un libro anterior de Barroso sobre la Cuba de Batista y al parecer le llegó el comentario favorable.
Mucho antes le conocí de diputada en la Comisión de Educación y cuando fue Vicepresidenta del Congreso y ministra de Defensa y nosotros andábamos con la protección de los pesqueros vascos en el Indico. La UE organizó la operación Atalanta y como al principio fue dirigida por un almirante español nos organizó un viaje saliendo a las seis de la mañana de Torrejón de Ardoz para hacer escala en Nairobi, tener allí varias reuniones y de allí saltar a Mombasa en el Indico, estar con la flota y los almacenes de alimentos de NN.UU y volver en el día. A las nueve estábamos de vuelta.
En ese viaje fue también José Ramón Beloki que trabajó con ella cuando se produjo el incidente del Alakrana y como era vicepresidenta del Congreso, formaron una tertulia de dos del PSOE, dos del PP, una de CIU y él mismo.
Pero cuando mayor relación con ella tuve además de un viaje a la Cumbre de Montevideo y nada menos que a Nueva Zelanda, fue cuando, como consecuencia del centenario de Clara Campoamor, se organizaron varios actos en las Cortes Generales ya que la diputada republicana, enterrada en Polloe, había logrado el voto para la mujer. A mí me tocó a duras penas lograr que una inmensa sala del Senado, que la llamaban de Comisiones, se bautizara como Clara Campoamor, encontrándome con la oposición del dirigente del PSC y primer vicepresidente, Isidre Molas que no podía ver en pintura a Clara Campoamor. Logrado esto, teníamos que hacer algo para que quedara consagrado el nombre y en una reunión con ella barajamos varias posibilidades para, al final encargar a Nacho Cano, hoy un pintor de éxito en Inglaterra, una obra que consistía en la portada del periódico El Liberal de Bilbao que anunciaba como se había logrado ese voto. Ahora, cuando alguien comparece en el Senado y se ven las imágenes del compareciente delante del inmenso cuadro me acuerdo siempre de las gestiones que hicimos para lograr ese recuerdo de la historia y lo que nos costó.
Por medio de unos vasco-venezolanos en cuyo bufete trabajaba Carme, tenía pendiente una comida con ella en Madrid y con un abogado de dicho bufete, hijo de persona muy activa en el mundo del fútbol en Venezuela y que ahora tratan de hacer un reportaje sobre él. Desgraciadamente no podrá ser con ella.
¿Se sintió débil para seguir con la tensión política que había llevado hasta entonces?. No lo sabemos, pero si hubiera ganado Susana Díaz, ésta, sin dudar, hubiera contado con ella.
Hoy 46 años, es edad casi juvenil y si además tienes valía, eres mujer, has sido ministra de Defensa y de Vivienda, y eres catalana y española, hablas idiomas y tienes ambición tienes todos los boletos para construir una biografía ganadora salvo, si de repente, la guadaña con su crueldad, no te dice que te llegó la hora. Una lástima. Una pérdida para la política española. Descanse en paz, Carme Chacón.
