Miércoles 10 de enero de 2018
La Mesa en un Parlamento es el gobierno de la Cámara, prepara el orden del día y se preocupa de temas representativos. Por eso nosotros hemos sido partidarios de que en las Mesas de los Parlamentos estén todos los Grupos. Todos, y que las votaciones se realicen con voto ponderado. Es lo más representativo, lo más lógico, lo más democrático y no ese feo forcejeo de tener mayoría en la Mesa para hacer la cusca a los partidos minoritarios y de oposición. Y es más. Yo siempre sería partidario de que la presidencia de la Mesa sea distinta del color del Partido de Gobierno. La democracia es el gobierno de la mayoría, con respeto de las minorías, y algo así es más representativo de la pluralidad del país, siempre y cuando se busquen personas sensatas y representativas para realizar funciones institucionales.
Por eso no me está gustando nada ese espectáculo de la formación de la Mesa del Parlament catalán. Va a ser la victoria de unos sobre otros. Harán lo que quieran, pero un comienzo de arreglo de la situación sería una Mesa colectiva con voto ponderado. ¿Que no está en el reglamento?. Pues se elige y luego se cambia el reglamento. Es factible.
Yo fui Secretario primero del Senado en una legislatura en la que estuvimos todos los Grupos de la Cámara. Y aquello fue muy bien pues, además, solo votamos una vez. ¿Por qué no lo intentan?. Una lástima que cosas tan simples no se pongan en marcha.
¿Cambio de estrategia?.
He escrito a menudo que no hay que confundir deseos con realidad y cuando escucho a ciertos independentistas que no se esperaban la reacción mediática, judicial, policial y gubernamental española pienso que para hacer política no solo hay que tener razón sino ideas claras, sensatez y lograr lo que deseas utilizando el cálculos, la estrategia, la táctica, el sentido común y la inteligencia. El pequeño ha de ser inteligente y no obcecarse en su verdad porque al poco tiempo, se ve, que esto no funciona, como lo estamos comprobando.
Resuenan en mis oídos la lectura del tw de Gabriel Rufian cuando el Lehendakari gestionaba para que Puigdemont disolviera el Parlament como Presidente. Hoy no estaría en Bruselas sino en el Palau y se hubieran ahorrado los disgustos que malviven y esa improvisación continua sin plan B de ahora y sin embargo Rufían escribió aquello de “las 155 monedas de plata”, un comentario contra Puigdemont a cuenta de su posible disolución, que fue determinante para que no lo hiciera y va, y ahora, su correligionario dice que hay que usar la cabeza y no los intestinos.
Bueno, pues ahora Mas se retira, aboga por una elección del president de formal normal y presencial y no telemática, y, repito, nada menos que Joan Tardá, el tronituante portavoz de ERC, nos dice en su tw que es momento de usar la cabeza y no los intestinos, mientras Carmen Forcadell no quiere ser candidata a la presidencia del Parlament porque la espada justiciera que tiene sobre su cabeza le puede caer en cualquier momento y un dirigente tan presentable como Carles Mundó, dice que ,les quiere mucho, pero se va a su casa. Eso sí, diciendo que cuenten con él. ¿En qué quedamos?. Pero, por si acaso, pone tierra de por medio. ¿Qué creía?. Que los españoles les iban a aplaudir. Si tu en una piscina de tiburones o en un estanque de cocodrilos te acercas demasiado, tienes que esperar que salgas con algo menos en tu cuerpo. Si sales.
Un poco de realismo no viene nada mal, hecha la gran hazaña de haber puesto todo el tablero patas arriba.
La situación catalana, me da que pasa porque Puigdemont, como en su día hizo Mas de un paso atrás. El independentismo puede gobernar dentro de quince días y consolidar una realidad de gobierno y demostrar que además de plantear el gran pulso del 2017, gobierna para todos los catalanes y demuestra que independencia es también igual a bienestar. Para llegar a la mayoría tiene que convencer a esa franja catalana todavía reticente y asustada.
Votos telemáticos, apaños de mesas, ponerse a los letrados por montera, lo único que hace es prolongar la dura situación de los encarcelados y de los que viven fuera de sus casas y condenar a Catalunya a un futuro inmediato muy incierto.
¡Hay si le hubieran hecho caso a Urkullu!.