Muchas veces leo que la clave de conseguir «algo» en el deporte (sea cualquiera que sea) es la constancia. Que hay que ser constante. Páginas y páginas de revistas «especializadas» en running, triatlón… que no son pocas ya, hablan del valor de ser constante. Incluso esas cuentas en redes sociales de motivación de garrafón: constancia. Yo creo que no, la clave es el sacrificio.
He llegado a esta conclusión con el ensayo error, el método de análisis de los poco instruidos, como soy yo. Cosas que se pueden obtener con pruebas médicas o de rendimiento, yo las obtengo chocándome contra un muro. Además de una experiencia y de analizar y/o leer biografías.
Con la constancia se consigue tener unos hábitos y un cierto nivel. Pero con el sacrificio es cuando se obtienen resultados, sea cual sea (bajar de 50min en un 10.000 o acabar un Ironman o ganar una medalla olímpica). Tú puedes tener el hábito de correr todos los días pero si no te sacrificas, simplemente acumularas kilómetros, llegará un punto en el que no mejores. Serás muy constante pero no serás mejor. En otra etapa de mi vida, cuando hacía judo, llegué a la misma conclusión: yo iba a entrenar todos los días (cuando digo todos, es todos) pero siempre peleaba con gente de igual o menor nivel. Era muy constante. Llegó un punto en el que era capaz de estar todo el entreno a un alto nivel, pero era engañarse. Cuando empecé a entrenar con gente mejor que yo, no aguantaba ni la mitad del entreno, los dolores cuando acababa de entrenar eran enormes… me estaba sacrificando. Salí de mi zona de confort y mejoré. Y paradójicamente descubrí que esa zona de no confort, la del sacrificio es la única que me gusta. Como dice mi mujer, es que a ti te gusta pasarlo mal (tampoco creo que sea eso).
Todo esto viene a colación con mi última etapa en el blog (para los dos o tres que lo sigan) y la que espero que venga. Cuando acabo el Ironman de Frankfurt en 2012 había llegado a una cota de sacrificio relativamente alta. En marzo estaba en un estado de forma asqueroso y en julio había obtenido mi mejor marca. De marzo a julio hubo sacrificio. Ese sacrificio conseguí alargarlo hasta el ultratrail de Tenerife y la Andalucía Bike Race, casualidad mis tres mejores carreras (no creo que fuesen casualidad).
Con la llegada de Jon cambié ese sacrificio por la constancia. He entrenado todos los días que he podido, yo no miento. Pero no me he sacrificado como lo hacía antes. Bajé de distancia para entrenar menos tiempo, todo por no sacrificarme. Dejé el triatlón por no nadar, por no sacrificarme. Dejé de salir en bici temprano para poder dormir, por no sacrificarme. Entrenaba pero no daba el 101%. Y cuál es el resultado? que aunque ha sido la etapa a nivel personal más feliz de mi vida, a nivel deportivo y salvo por las 24h de Tailandia (que me costaron un huevo) han sido tres años de mierda.
Es por esto que prefiero tener resultados mediocres, pero con sacrificio, que seguir siendo constante y no disfrutar. Sin más, son reflexiones que le surgen a uno.