La materia de la que se forjan los sueños

Un sueño hecho añicos. Seguramente, disfrutar de una vejez tranquila, digna y sin penurias era el sueño del anciano griego autoinmolado el miércoles pasado en protesta por el trato vejatorio que le suponían los recortes en la pensión y en los servicios sociales. Como tantos otros ciudadanos, trabajó y cotizó con la esperanza depositada en disponer de una ganada pensión que le reportase la merecida dignidad en la jubilación.

 Los malabares bancarios, el falsario rolar del euro, las hipotecas-basura y la especulación de hace unos años probablemente no le reportaran mayores beneficios personales; pero ahora, los derroches y mala gestión de las sucesivas administraciones griegas, la avaricia de los acreedores, las exigencias franco-alemanas y comunitarias, del BCE y del FMI…, quizá muy puestas en razón, se las imputan en su debe personal, a sabiendas de que cuando a nuestro inmolado le redujeron la pensión y le recortaron sus derechos sociales, el 70% del gran capital griego ya había buscado acomodo para sus fortunas fuera del país heleno, porque el dinero, al igual que las ratas, es el primero en abandonar el barco naufragado, sabedor de que a su hipotética vuelta siempre habrá una amnistía fiscal esperando. Sólo los curritos quedan al albur de la pericia del timonel.

Ahora que el número de parados y de familias sin ingresos aumenta descontrolado, que nuestra deuda privada y pública crece desbocada, las bolsas se desploman y la recesión es una realidad, que nos prestan caro y de mala gana y que andamos bastante acongojados con una posible bancarrota-quiebra del Estado, todo es recortar en vacas flacas a los ciudadanos que poco o nada se lucraron en los tiempos de las gordas.

 No estaría mal recordar que el reino de España ya tuvo bancarrotas, entre otras muchas, en 1558,1575, 1607 y 1627 con los Felipes-Austria del imperio donde no se pone el sol, cuando las inmensas remesas de oro y plata de América llegaban ya embargadas para pagar deudas de reyes, nobles y poderosos que seguían viviendo en el dispendio, mientras el resto aleteaba entre soldado-pícaro-eclesiástico o directamente emigraba… entonces a América y hoy a Alemania, donde esperan a nuestros jóvenes bien formados con los brazos abiertos. Puede que los pícaros copen las calles y se llenen cuarteles y seminarios en busca del sueldo base, o quizá, siguiendo al nuevo timonel, nuestros sueños salten hechos añicos tras autoinmolarnos en una tragedia griega.

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