Pecados capitales irredentos

PECADOS

Comento entre mis amigos/as que ya no fumo porque estoy acorralada por mi médica, los costos y consecuencias sanitarias, las multas por hacerlo en la cafetería, los puristas anti-vicio que me señalan y la legislación laboral que no evita dioxinas o furanos pero sí quiere protegerme de mi misma…, así que me considero fumadora en excedencia, alguien que volverá a la voluptuosidad de las volutas del cigarrillo cuando me jubile (si la marianotroupe me permite llegar al jubileo).

En similar situación a esta miasma tabáquica se encuentran los amantes de Baco y consumidores de marías y cañamones, junto a obesos (temblad gorditos, porque sois el próximo objetivo legislativo/penal), ya que parecen ser la calaña social contra la que seguramente se batirán las próximas leyes anti-vicio. Porque estaba ensoñándome en ese anhelado fumeteo futurible cuando leo consternada que Mr.Cameron, a la sazón primer ministro de la Gran B., propone retirar las ayudas sociales a obesos, alcohólicos y drogadictos, fumadores incluidos, así que me agobio porque en el norte empieza lo que el sur remata. Dice el premier que cien mil personas se acogen a subsidios sociales por enfermedades prevenibles que cuestan al erario público unos 12 millones de euros semanales y que esto es un derroche, pues “esos viciosos” no hacen nada por su salud. Concluyendo: prevención o exclusión (ni desempleo, ni sanidad, ni RGI, ni ayudas sociales…).

Imagínense ya las nuevas herramientas en la oficina del paro: alcoholímetros, espirómetros, rayos X y básculas. Esto solo al principio, porque más adelante habrá test para discapacitados físicos, para bajitos o muy altos y hasta espejos para evaluar a feos/as o “locutométros” para los que hablan mucho (evitemos faringitis que luego hay que tratar con medicamentos subvencionados)… la lista podría alargarse, porque Cameron como “buen gobernante” se acuerda mucho del pueblo llano (pobre)… para rascarle los cuartos.

Hace tanto que casi no lo recuerdo, pero hubo una época en la que beber/comer y fumar (de esto y aquello) no era cuestión de vicio solitario sino vicio a secas, malos hábitos que se aliviaban con una botica, una buena confesión o a lo más con la amonestación a futuro de lo mal que lo pasaríamos en las calderas de PedroBotero.

Primero fueron los curas, soportables porque su amonestación era a divinis (algo lejano); luego los médicos (¡te vas a morir!) duro-muy duro, pero te dejaban elegir entre morir ahora o luego; lo que amaga ahora es mucho más drástico, o dejas el vicio o te arruinamos. ¡Vaya por dios!, va a resultar que nunca jamás pueda volver a fumar, ¿y jubilarme?

El negocio de estar enamorado

SAN VALENTIN

Rosas, muchas flores, restaurantes, spas, pastelerías, tarjetas románticas, corbatas, anillos de compromiso, perfumes… y a ser posible todo encorazonado. Amorcito transmutado en puro merchandising. Negocioamor/amornegocio parecerían dos paralelas condenadas a nunca encontrarse, pero san Valentín lo consigue con creces. Enternecedor. Aunque dicen que la fiesta de este santo que quizá nunca existiera la inventaron los grandes almacenes, en realidad la instauró la Iglesia en el 494 para contrarrestar la fiesta pagana de las Lupercales a mayor gloria de lobos y machos cabríos; como ven, la rueda de la vida es cíclica y san Valentín ha vuelto a sus orígenes, a ser fiesta del negocio del amor romántico. Este existiría desde siempre, pero la moderna tajada comercial se inició con la venta de postales rosas que realizaba hacia 1840 Esther A. Howland, una librera americana que puso sobre las vías el trepidante tren bussines de los regalos románticos, que hoy sigue haciendo del amor negocio para unos y vacíabolsillos para otros.

Que este año caiga en sábado augura que las transacciones comerciales y las finanzas de este país puedan resurgir con el gasto interno y consecuente generación de empleo. Pero… para los/las pichurri, osito, corazón, amorcito… mortales enamoriscados puede suceder que en su afán de agasajo y festejo olviden la realidad económica propia y terminen gastando de más. Porque es muy fácil equiparar la generosidad del cariño con el precio y olvidar que no por gastar mucho se quiere más.

Pensaríamos como lógico este desprendimiento material por causa romántica entre jóvenes (bueno, entre 15 y 40 años), pero hay una tendencia in crescendo de celebración de esta fecha entre personas de la tercera edad, porque entre otras cosas, algunos tienen mejor poder adquisitivo… o mayor amor romántico, lo que no me extrañaría leyendo las estadísticas de Japón donde más de un tercio de la población adulta dice haber perdido el apetito sexual… tal vez porque es exigente y agotador, frente al más lánguido amorcito romántico, a lo romeojulieta.

Me apunta una tarjetera romanticona impenitente que por San Valentín se venden más de mil millones de tarjetas alusivas al amor, el 85% compradas por las mujeres. ¡Ay esa hormona romántico bobalicona?

Pero como no estamos en Japón, el negocio no termina el 14 febrero, sino que se prorroga un mes, porque según las agencias de consumidores en marzo se venden más test de embarazo que en todo el resto del año. Ya ven, san Valentín también pasando un poco de lo meramente romanticón acordándose del negocio farmacéutico ¡por si el copago ppmariano no fuera suficiente!

Control romántico

AMOR

Este febrero Bob Dylan publicará Shadows in the night  (sombras en la noche), su último álbum recopilación de canciones de amor adaptadas al gusto musical actual; llama la atención que quien como Dylan siempre ha hecho gala de gran capacidad para crear letras recurra a las canciones románticas de los cincuenta que tanto han versionado tantos, especialmente Frank Sinatra, el referente de trasfondo que impregna melosamente todo el álbum. Dylan a sus setentaytantos puede permitirse echar la mirada y el oído hacia atrás a las canciones de amor romántico que escuchaba hace 60 años “porque en un mundo repleto de ambición y egoísmo… lo romántico nunca pasa de moda, porque es imperecedero”, y esas canciones para el cantautor serían eso, la superación de los vicios actuales.

No sé si cuando alcance a Dylan retornaré a mis romances dieciseisañeros, pero está claro que el sentimiento romántico en los/las jóvenes seguirá tan vivo como en los cuentos de la princesa que espera ser rescatada por su apuesto príncipe, que busca compañera de amor inagotable e incondicional como el “de mamá”, mientras ella se siente dichosa por haber sido la elegida por su macho alfa. En estos cuentos los altibajos de cada trance no empañan nunca los finales siempre felices, pero la realidad de las historias de amor nunca es tan edulcorada porque los príncipes/princesas nunca son tan-tan perfectos.

De hecho el 60% de las jóvenes recibe vía móvil insultos machistas de parejas y amigos; y siete de cada diez escuchan como un mantra “los celos y el control por tu pareja son una expresión de su amor”; no extraña que una de cada tres personas tolere algún tipo de violencia de género.

No maltrato físico, porque el 92% de “ellos” considera inaceptable esta violencia machista, pero existen formas “violentas” y comportamientos “sexistas” que no generan rechazo ni se identifican como violencia de género: controlar horarios y llamadas de la pareja, impedirle ver a familiares/amistades, no permitirle que trabaje o estudie, indicarle qué actividades puede o no realizar… estas actitudes son consideradas inevitables y aceptables por uno de cada tres jóvenes. Procupante.

Los datos los publica el Gobierno en la campaña “Hay salida” dirigida a jóvenes y adolescentes. De modo que no resulta especialmente llamativo que el 33% de la población conozca casos de este maltrato. Normal que la preocupación del Gobierno por este machismo difuso/continuo de baja intensidad le impulse a su denuncia.

Es lo malo de confundir la belleza de las canciones de Frank Sinatra y/o Dylan con la realidad. No por romántico deja de ser control machista.

 

Talla de pecho, mínimo 96

No  es una advertencia del alcalde León de la Riva contra las mujeres que maquinen con arrancarse el sujetador para simular una violación. Tampoco una medida dada para fabricar patrones de sujetador, sino un anuncio solicitando azafatas para un salón del comic a celebrar en Barcelona.

«¿Puedes darte la vuelta y enseñarnos tu vestido?» Me imagino la sorpresa interior de la tenista canadiense E.Bouchard cuando un periodista-hombre le solicitó dicho movimiento de pasarela en la misma pista, tras disputar un partido del Abierto de Australia. Sorpresa reflejada en su rostro que no dio paso al enfado porque lo debió considerar espontáneo y divertido, aunque solicitara que de forma similar les pidiera a los chicos que mostraran sus músculos.

Como a la propia tenista, a muchos /as les ha parecido inofensivo, pero no a Serena Williams, número uno actual en la ATP-femenina, arguyendo contra el osado periodista «a qué no se lo pediría a Nadal o a Federer». B.J.King, ex-tenista ganadora de 12 grand slam, es más crítica, tildándolo de «realmente sexista», porque esto sólo se hace con las mujeres, nunca con los hombres.

Es anecdótico si vemos la vida como una sucesión de anécdotas casuales, pero si reiteradas la casualidad suena a causal y lo puntual a habitual.

Es cierto que el lado positivo sigue avanzando, con leyes y normas que empujan hacia una igualdad de trato y oportunidades, como es el hecho de la mayor presencia de mujeres en la universidad.

Pero el lado sexista-negativo para la mujer está ahí. La discriminación y sexismo religioso; el doble rasero lingüístico: estar hecho un toro/ser más astuto que un zorro contrapuesto a estar como una vaca/ser una zorra; publicidad consumista con la mujer como reclamo; anuncio de trabajo sexista explícito: “se buscan promotoras sexis y descaradas para presentar bebidas energéticas en bares”; el acoso de palabra “piropos” o de hecho “toqueteos” en metro y calles, la pornografía con mujeres como señuelo de entretenimiento… el camino hacia la igualdad no sexista tiene aún largo trecho por delante. Y no se trata sólo de leyes coercitivas, sino de comportamientos cotidianos, donde también las mujeres participamos de pensamientos y acciones sexistas, al menos en parte, cuando no percibimos o pasamos por alto estas formas sutiles (o no tanto) de sexismo.

Quede claro que si pedir una talla específica de pecho puede parecer sexista, en realidad apantalla algo mucho más grave y cínico, cual es la irrisoria soldada que ofrecían detrás del “ser morena, más de 170cm y pecho mayor de 95”. Vamos, para mearse de la risafloja y no echar ni gota.

 

Venganza, yo soy Charlie

Me adjudico el slogan de ser Charlie en primera persona al modo de varios millones más, pero no porque desee reclamar su patente como ha hecho en Bégica Yanick Uytterhaegen que quiere registrar la marca “je suis Charlie” y cobrar por ella. A todo movimiento ciudadano masivo y espontáneo provocado por circunstancias que rebasan los topes de la lógica habitual y llegan al corazón del sentimiento, le suelen surgir rémoras que se adhieren para obtener beneficio propio.

Pero la patente reclamada me parece tan sólo el anecdótico epicentro mediático de su uso bastante torticero.  Empezando por una misma, quien más allá de protestar por un bárbaro asesinato múltiple poco tiene de coincidencia con esa publicación. Tal vez lo más llamativo haya sido que un buen ramillete de políticos vayan de ganchete con pancartas reivindicativas como las que suelen portar los que ellos habitualmente canean con sus respectivas policías de seguridad, creo, que no de libertad. Porque ya me dirán ustedes como se tratan mutuamente —con manifiesto desequilibrio de fuerza—, israelíes y palestinos/Netanjahu y Mahmud Abás, como para luego venir juntitos a las calles de París; será a pasear el palmito, porque por la paz ni un avemaría.

Porque ellos estaban allí pidiendo libertad de expresión, sí, pero con seguridad, es decir a costa de la libertad ciudadana. Y si no, escúchenles poner en entredicho el acuerdo de Schengen; lo anularán, aunque sepan que el hipotético enemigo no necesita traspasar fronteras, porque ya está aquí.

También fue contundente Rajoy y su troupe ministerial, que no dudo que tengan buenas intenciones, pero de esas que adoquinan el empedrado hacia el infierno; porque de otro modo no se entiende que quienes vociferan en París pro-libertad de expresión mantengan a personas como Otegi en la cárcel por opinar o detengan manu militari a abogados que piden libertad para sus defendidos o propongan multas de hasta 30.000 euros para quien ose reclamar algo en una manifestación pacífica, sólo por señalar. Algunos hasta lamentan que haya muerto un asesino como Bolinaga, ¡porque ya no le podrán recondenar! Si por estos fuera, condenarían hasta a Dimas, el buen ladrón al que Cristo perdonó. ¡Joder con los neoconversos a la libertad!  

Seguramente el tropel rajonyano manifesteril pro-Charlie  tenga unos principios, pero como decía Marx (el otro, no Carl), los cambian a conveniencia.

En todo caso, al titular este corto concentro el más ziriquero de mis deseos, que sin duda se cumplirá, que la revista Charlie Hebdo se vengue como mejor sabe hacerlo, riéndose hasta de su propia ironía.