Solidaridad cercana

La honestidad es virtud de difícil medida. Perder la cartera con dinero y documentos personales… es experiencia estresante, una incidencia molestia y que genera gran preocupación. Dejas caer un bolso en la calle y ¿qué sucede? Algunos lo cogen e intentan llevárselo, otros lo esquinan y muchos otros lo llevan a la policía u otra institución para que sea devuelto a su dueño/a. De las carteras recuperadas el 90% contenían una foto de bebé. Es la visualización de inocencia que ablanda el corazón.

Son datos de un estudio “de calle” sobre carteras perdidas: el 90% de la población piensa que a ellos no se la devolverían, aunque un 80% asegure que ellos si lo haría. En el ranking de ciudadanía responsable, honestidad y solidaridad los vascos, concretamente Bilbao, vamos en cabeza, quedando muy rezagados los sevillanos que dudan bastante más a la hora de restituir lo ajeno.

 En Inglaterra tres de cada cinco personas dicen que devolverían la cartera si la encontraran en un lugar público, aunque después realmente solo una de cada cinco lo haga. Nos movemos entre la honestidad ciudadana y el cuidado de nuestros objetos personales. Este verano en Laredo un vecino de Trapagaran devolvió una cartera con 955€; hace unas semanas una señora en Tegucigalpa devolvió 30.000$ y en Berrotaran-Córdoba (Argentina) un obrero 50.000$ hallados en unas cajas desechadas… La lista sería interminable, aunque lo más interesante quizá sea ese otro monto de cosas reintegradas que sin ser noticia pública publicada muestran el índice auténtico de la honestidad de las personas.

Aunque sea siempre difícil evaluar esa honestidad, impresiona saber que después del “tsunami” los japoneses hayan devuelto el equivalente a 48millones $ hallados en carteras perdidas  y 30millones más de las cajas fuertes encontradas en escombreras. Es aún más reseñable que quienes devuelven carteras, bolsos o cajas fuertes lo hagan íntegramente, con todo el dinero, aunque la ley les permitiría quedarse con ello. 

No sé si sería posible aplicar estas leyes de honestidad a personajes de nuestra intrahistoria cercana como Yolanda Barcina, Roldán, Urralburu, Sancristóbal, Urdangarín, Gil&cía, Camps&trajes, familia Franco&”regalos de Estado”… y un largo etcétera de descuideros públicos que, denunciados-sentenciados o no, ni tan siquiera han esperado que se nos cayera la cartera para birlárnosla o devolvérnosla limpia tras usurpar su contenido. Porque la foto del bebé servirá para los ciudadanos honestos, porque para Roldán ni los huérfanos beneméritos fueron/son óbice sentimental.

nlauzirika@deia.com

Se necesita científico/a, urgente

Aunque haya quien crea que la riqueza de un país se mide por el acero o los megawatios producidos, la riqueza incuestionable está en el número de científicos-investigadores que tenga. Así, si dejamos que desciendan las vocaciones científicas tendremos serio motivo de preocupación; seguramente más preocupante que nuestra crisis económica.

Las actividades científicas divulgativas en la Alhóndiga-Bilbao con motivo de la XI Semana de la Ciencia reflejan las que se desarrollan en el mundo entero para acercar la Cultura científica a todos. La ciencia es Cultura, tanto como saber quién escribió El Quijote, porque la Ciencia no la define la materia sino el método utilizado, porque la ciencia es un todo que está en nosotros y en nuestro entorno: climatología, GPS, ecografía, antibiótico… aunque no siempre seamos conscientes de la necesidad de la investigación científica para nuestra vida cotidiana.

 Estas divulgaciones públicas resultan imprescindibles si queremos que sean conocidos y valorados los avances científicos y para que la ciencia/tecnología respondan a las necesidades de los ciudadanos y no vuelva a imperar el “¡que inventen ellos!”. Quienes lideraron el mundo siempre lo hicieron apostando por la ciencia.

 Muchos piensan que la ciencia interesa poco o nada a la sociedad porque nuestro sistema educativo-productivo estrangula la actividad científica y a los investigadores brillantes, augurando por ello un declive científico en Occidente y en Euskadi, en particular.

No parece lógica la menguante presencia de la ciencia en la educación básica ni que a los 16 años un alumno/a pueda cortar toda relación académica con la matemáticas/química/física/biología… ni que en los institutos los alumnos/as de ciencias disminuyan paulatinamente, ni que en la universidad haya “infinitamente” más en áreas de letras que de ciencias, con el consecuente descenso de vocaciones científicas.

Seguramente, durante la educación (básica o universitaria) no se potencia adecuadamente el esfuerzo ni el afán por aprender, investigar y desvelar incógnitas. No ayudan algunos científicos instalados en un pedestal, pero tampoco en los medios se juega a favor de la ciencia cuando el arquetipo del científico es el feo y extravagante de la película. No es extraño que en la crisis actual los continuos recortes en los presupuestos “de inversión” para ciencia e investigación no generen protesta popular. Así inventarán otros y nos limitaremos a pagar royalties ajenos. En un mundo tenebroso la ciencia es una buena vela y sembrar ciencia es procurarse una cosecha futura de prosperidad.

Lo que no pueden decir ni vamos a escuchar

Franco, Primo de Rivera, Durruti, Zumbi, Santi Brouard, Muguruza… es largo el obituario 20N. Ahora elecciones. No me gustaría que Euskalherria apareciera como no desea ser ni más ácrata de lo que algunos quisieran que fuera, así que si en democracia la palabra es arma única de confrontación, entiendo que aquello que no se diga no exista.

Por lo que me temo que en esta próxima confrontación 20N electoral-verbal quede más de un asunto pendiente, no ya sin resolver sino en el tintero, sin ni tan siquiera verbalizarse. Porque no creo que digan que los ciudadanos/as se sienten identificados con sus políticos, ni tan siquiera con los que voten, entre otras razones porque el 30% se abstendrá y el «No sabe» aparece como tercera fuerza parlamentaria (15,4%).

No dirán, aunque lo sepan, que a algunos mediáticos el harakiri de ETA les coge a traspiés, porque se les acaban ciertas excusas. No dirán del cambio climático derivado de nuestras biodespilfarradoras actividades, ni propondrán referéndums por nuestra independencia, porque no quieren darnos la palabra; ni dirán que quien gane tendrá sólo el 25% del censo, aunque manipule el momio global, ni pedirán, aunque lo desearan, «bajaos los pantalones y apretaos el cinturón a la vez», ni sermonearán a millones de pobres “estáis viviendo por encima de vuestras posibilidades”, ni por supuesto pregonarán «tenemos que ser austeros» cuando algunos tienen tres cargos-sueldos, o más.

No prometerán acabar con las indemnizaciones multimillonarias en bancos/cajas porque muchos están pringados. Sí invitarán, “tú decides”, aunque sólo votemos cada cuatro años para darles paso a su cuatrienio de mangoneo.

Tampoco nos comunicarán su apoyo al ya decidido ataque anglo-americano-israelí contra Irán. No sermonearán «votar útil en conciencia», su flagrante contradicción. Ni mentarán palabra sobre el inútil derroche de un improductivo Senado, ni sobre un plebiscito para cotejar la monarquía. Es improbable que citen la pronta salida de la crisis, porque quedan años para conseguirlo, gobierne quien gobierne.

Seguramente podrán añadírsele un millón más de silencios a esta lista. Con nuestra economía catatónica más lo que callan/ocultan los mitineros, sorprenden tanta risa y efusivo aplauso en los espectáculos-mítines. En este espectáculo de puro cinismo donde algunos callan hasta conseguir nuestro voto, no resulta nada fácil elegir entre votarles o botarles, sobre todo a quienes quieran hacernos creer que todos los sueños se cumplen, cuando la mayoría se roncan.

A nadie le amarga una fiesta

El viernes casi al mismo tiempo que publicaban los últimos datos, descorazonadoras cifras, de la EPA de este trimestre sobre el paro, muchos-muchísimos ciudadanos/as estarían preparando sus bártulos para un largo fin de semana, días de reconfortante descanso después del arduo trabajo. Y a partir de las tres de la tarde largas hileras en las salidas de las grandes ciudades.

Viendo las atestadas autopistas y colas en los aeropuertos nadie diría que unas horas antes nos hubieran comunicado que cinco millones de conciudadanos/as no tienen empleo y que en millón y medio de hogares ninguno de sus miembros recibe ingreso alguno.

Pero es que, además, en la CAV éste es continuidad del semipuente de la semana anterior construido con el pilar de la fiesta inventada por el americano mr. López, y menos mal que el díadelaraza de dos semanas antes cayó en miércoles y el acueducto festivo era de difícil hechura. Claro que para finiquitar el año, en diciembre nos espera una primera semana de fiestas intermitentes con sus correspondientes puentes-viaductos antes de que lleguen las navideñas propiamente dichas. 

 Cualquiera diría que nos  sobran razones y ganancias para descansar de tanto esfuerzo. Mientras algunos pueden/podemos disfrutar aún de asueto tras varias jornada de trabajo, durante el último trimestre cada día 1.500 trabajadores han perdido el trabajo y la necesidad de puente festivo. En Euskadi también se dispara, aunque su 12% parezca estar muy lejos del 22% de la española que goza del desempleo.

A este incremento constante le acompaña la extinción paulatina del derecho de muchos a percibir el subsidio de desempleo y también el de la ayuda de emergencia social. Sorprende que con estos terroríficos índices laborales, en lugar de una salida masiva a la playa/pueblo, no haya estadillos sociales tumultuosos de indignados tipo-15M pero en las barricadas.

Tal vez el tradicional apoyo familiar sea amortiguador idóneo contra la desesperación laboral junto con ese desconocido-conocidísimo 23% del PIB en negocio negro que no conoce IVA ni impuesto alguno. Quizá quienes se mueven en los puentes festivos generan riqueza y trabajo en el sector turístico, pero cuando todos los indicadores económico-financiero-laborales-sociales se balancean del rojo al negro, sorprende que en lugar de llevar estas fiestas a viernes o lunes, tengamos fiesta un martes sí y otro también. A no ser que estemos entrenando para cuando todos los días sean fiestas de paro y desesperación

nlauzirika@deia.com

A nadie amarga una fiesta

El viernes casi al mismo tiempo que publicaban los últimos datos, descorazonadoras cifras, de la EPA de este trimestre sobre el paro, muchos-muchísimos ciudadanos/as estarían preparando sus bártulos para un largo fin de semana, días de reconfortante descanso después del arduo trabajo. Y a partir de las tres de la tarde largas hileras en las salidas de las grandes ciudades. Viendo las atestadas autopistas y colas en los aeropuertos nadie diría que unas horas antes nos hubieran comunicado que cinco millones de conciudadanos no tienen empleo y que en millón y medio de hogares ninguno de sus miembros recibe ingreso alguno. Pero es que, además, en la CAV éste es continuidad del semipuente de la semana anterior construido con el pilar de la fiesta inventada por el americano mr. López, y menos mal que el díadelaraza de dos semanas antes cayó en miércoles y el acueducto festivo era de difícil hechura. Claro que para finiquitar el año, en diciembre nos espera una primera semana de fiestas intermitentes con sus correspondientes puentes-viaductos antes de que lleguen las navideñas propiamente dichas.  Cualquiera diría que nos  sobran razones y ganancias para descansar de tanto esfuerzo. Mientras algunos pueden/podemos disfrutar aún de asueto tras varias jornada de trabajo, durante el último trimestre cada día 1500 trabajadores han perdido el trabajo y la necesidad de puente festivo. En Euskadi también se dispara, aunque su 12% parezca estar muy lejos del 22% de la española que goza del desempleo. A este incremento constante le acompaña la extinción paulatina del derecho de muchos a percibir el subsidio de desempleo y también el de la ayuda de emergencia social. Sorprende que con estos terroríficos índices laborales, en lugar de una salida masiva a la playa/pueblo, no haya estadillos sociales tumultuosos de indignados tipo-15M pero en las barricadas. Tal vez el tradicional apoyo familiar sea amortiguador idóneo contra la desesperación laboral junto con ese desconocido-conocidísimo 23% del PIB en negocio negro que no conoce IVA ni impuesto alguno. Quizá quienes se mueven en los puentes festivos generan riqueza y trabajo en el sector turístico, pero cuando todos los indicadores económico-financiero-laborales-sociales se balancean del rojo al negro, sorprende que en lugar de llevar estas fiestas a viernes o lunes, tengamos fiesta un martes sí y otro también. A no ser que estemos entrenando para cuando todos los días sean fiestas de paro y desesperación. 

nlauzirika@deia.com

Los réditos del retorno

En esta vertiginosa y variopinta evolución social es poco probable que salvo algún ángel ingenuo reencarnado alguien piense que las potencias involucradas en la guerra civil libia lo hagan por altruismo democrático. Ni que antes el mantenimiento del dictador y ahora su derrocamiento hayan sido hechos sin réditos de retorno.

Primero aplaudieron al libertador panarabista, luego defenestraron al terrorista para después volver a saludarlo como apreciado petroleador para llegar hoy a su liquidación política y física. Recogidos los réditos de la incertidumbre —le vendían armas y al tiempo le llamaban terrorista—, ha llegado la hora de reclamar petróleo y contratos de reconstrucción como rédito de guerra y paz por los favores militares prestados.  No es que los “chicos del verdugo blanco” bajo la txapela hayan sido gadafis irredentos, pero es ilustrativo que cesen definitivamente el mismo día. Aunque no nos veamos entre las fotos de la alegría y satisfacción de la primera de DEIA el sábado, les aseguro que miles de ciudadanos vascos y de toda latitud con buena voluntad estamos allí “in pectore”.

 Pero entre esta explosión de alegría de la mayoría que no aceptamos amenaza alguna de ETA ni de sus múltiples contrarios, gal o batallones variopintos, resuena disonante la compunción de muchos otros ante el comunicado del finiquito terrorista, como si no fuera bueno para todos.

Por esto recuerdo las palabras premonitorias en 1984 de un miembro notable de las fuerzas de seguridad, vaticinando conflicto para largo plazo,  primero por ser de baja intensidad (¡un solo muerto es demasiado!) y en segundo lugar por sus beneficios colaterales sustanciosos para ambas partes; no para víctimas ni presos, me imagino.

Es el paradigma metafórico de la úlcera que sangra pero no mata. Me pregunto qué hará la izquierda recién civilizada cuando no hablen de ellos a diario en todas las teles y no puedan amenazarnos con sombras traseras; también nos preguntamos qué harán los asesores de la Administración para el asunto de terrorismo (bastantes de ellos otrora entusiastas del tiro en la pierna ahora están apalancados en el gabinete López); si los guardaespaldas tendrán que engrosar el paro o si las diferentes policías seguirán cobrando los sustanciosos pluses destino-Euskalherria, y si se seguirá pagando a la pléyade de servicios secretos de vigilancia/contra-vigilancia (solo anti-ETA); ¿Qué se hará con los tertulianos monotemáticos? ¿Cómo inflamarán los medios al espectador cuando no haya vascosasesinosdeoficio? Hasta los zulos serán simples agujeros. ¿Acaso impedirán los espurios réditos y prebendas personales el gozo final y la alegría inicial del resto? Porque a lo peor, a Gadafi muerto Gadafi puesto.