De héroes y asesinos múltiples

Jamás me alegrará la muerte de nadie. Otra cosa es que no lamente todas con la misma intensidad. Exactamente como cualquier persona. No creo ser único en esto. En cualquier caso, en lo que sistemáticamente no caigo es en la creencia estúpida de que irse al otro barrio convierte a alguien en buena persona. Quizá, con el cadáver caliente, proceda morderse la lengua en una actitud que es no tanto de respeto como de renuncia voluntaria a decir en voz alta lo que cualquiera debería saber sobre el finado. Total, ya qué más da.

Y ese principio apliqué el pasado viernes al tener conocimiento del fallecimiento de José Antonio Troitiño, autor, que se sepa, de 22 asesinatos a cada cual más despiadado y de los que jamás expresó nada remotamente parecido al arrepentimiento. El mero enunciado de lo que acabo de escribir hace innecesario cualquier otro añadido. Pensé tan sincera como ingenuamente que ese silencio de los que no queremos embarrar el campo tendría su correspondencia entre los prójimos de militancia del difunto. Poco tardé en comprobar mi fallida apreciación. Por brutal que pueda parecer (en realidad simplemente es ilustrativo), los más destacados portavoces de la segunda formación política de la CAV y sus mariachis mediáticos corrieron a convertir semejante trayectoria sanguinaria en objeto de glosa heroica. Se habló sin tapujos de su sonrisa, de su luz, de su ejemplo, de su contribución a la lucha del pueblo vasco y se acusó de óbito a la “política penitenciaria asesina”. Qué palabra, esa última, para escribirla y pronunciarla junto al nombre de alguien que se ha llevado por delante veintipico vidas.

La ola que no iba a existir, según Simón

Una de las noticias más leídas ayer en las webs de los diarios del Grupo Noticias daba cuenta de las últimas palabras del gran profeta Fernando Simón. En la presentación del cabezudo de cartón-piedra que le ha dedicado una comparsa de Zaragoza (se lo juro), el todavía director del Centro español de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias dijo que no había que descartar la recuperación de nuevas restricciones de movilidad y horarios. Una vez vistos los pelendengues al bicho, macho.

Lo gracioso de la declaración del tipo relegado a la nevera pese a mantener cargo y sueldo es que en su penúltima intervención registrada en las hemerotecas, en el mes de octubre, había dado por finiquitada la pandemia. Aseguró entonces que veía realmente complicado que hubiera una sexta ola, y que de haberla, sería más pequeña y más lenta. O sea, exactamente lo contrario de lo que estamos viendo y padeciendo: hoy se baten récords estratosféricos de contagios y a una velocidad de vértigo. Y es verdad, nos ha jodido mayo con las flores, que las vacunas nos están librando de una catástrofe en cuanto a muertos. Pero eso no impide el hecho cierto de que se sigue produciendo un número de defunciones considerable y que también los hospitales vuelven a sudar la gota gorda tanto en ingresos en UCI como en planta. Eso, sin contar con que la verdadera tensión provocada por la explosión de positivos se está notando dramáticamente en la atención primaria y en las actividades sanitarias no relacionadas con el covid. La sexta ola es real. A buenas horas mangas verdes, Sánchez se ha dado cuenta y convoca una cumbre de presidentes… para nada.

Sálvese quien pueda

Les confieso mi absoluta zozobra con ribetes de sensación de irrealidad y hasta unas gotas de impotencia. En el sur de Euskal Herria hemos alcanzado una velocidad de crucero de casi 3.000 contagios diarios con una incidencia a 14 días que supera los mil por cada 100.000 habitantes. Como dijo ayer en Onda Vasca la consejera Gotzone Sagardui, en la lotería del covid, cuanto mayor es el número de positivos, mayor es el número de papeletas para que nos toque el premio indeseado de acabar en el hospital o, si la suerte es más chunga aún, en la UCI. Y sin necesidad de que nos lo cuenten las autoridades sanitarias, todos tenemos uno o varios familiares o amigos que han dado positivo directamente o que están en el entorno estrecho de alguien infectado. Sin ser un experto en cálculo de probabilidades, parece bastante razonable pensar que estamos a cinco minutos de incrementar el balance de mañana o pasado mañana.

Una situación así sería delicada en cualquier época del año, pero se antoja que lo es más en unas fechas en las que se multiplican por ene los contactos sociales. La más elemental de las prudencias nos llevaría no ya a limitarlos sino a evitarlos directamente. Pregúntense si están dispuestos a hacerlo. Si son sinceros con ustedes mismos, dirán que esta vez no. Incluso los más cautelosos tendrán que claudicar ante la resistencia de su círculo inmediato. La consigna general es que sí o sí habrá celebraciones casi a la antigua usanza y que salga el sol por Antequera. A ver cuál de las arriba mentadas autoridades sanitarias es la guapa que toca el pito y se atreve a cortarnos el vacilón. Ya les digo yo que ninguna.

Sánchez mintió; Ribera nos vacila

He perdido la cuenta de las columnas que he dedicado a los sucesivos récords del precio de la electricidad. Sí creo recordar que la última fue en septiembre. Por entonces, el tantaratán en el recibo se cotizaba a algo menos de doscientos euros por megawatio a la hora. Bien sabrán ustedes que ayer superamos los 300 y hoy todavía daremos un saltito más. Imaginen dónde podemos ponernos dentro de unos días, en las fechas señaladas.

Y miren, no me voy a encaramar a la liana demagógica. Daré por bueno que es la releche de complicado meter en vereda a las eléctricas para que abaraten el recibo. Seguro que hay un congo de motivos endiablados para esta subida de proporciones cósmicas. Me consta igualmente que en buena parte de Europa se padece idéntica jodienda; bien que se están cuidando los medios amigos, esos castos y puros, de ilustrarnos con gráficas de la carestía. Pulpo, animal de compañía.

Ahora, lo que no puede ser es que nos llamen imbéciles a la jeta. Todos recordamos al presidente español, Pedro Sánchez, jurarnos hace tres meses que pese a los hachazos encadenados, acabaríamos este año pagando menos que en 2018. Ya es bastante sulfurante que tal frase haya resultado una mentira gorda y que, llegado el momento de la comprobación, el autor de la profecía fallida no nos haya pedido perdón. Pero lo que definitivamente no tiene nombre es que la ministra del ramo, Teresa Ribera, tenga el cuajo de tratar de convencernos de que la factura de 2021 será, efectivamente, menor que la del mentado 2018, como si no hubiéramos sufrido la diferencia en nuestros propios bolsillos.

La guerra del PP llega a las cenas

La guerra ya sin cuartel entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso bate sus propios registros de patetismo y ridiculez. Y no nos engañemos, ustedes y servidor, que no somos muy partidarios de la causa gaviotil, lo pasamos en grande desde butaca de patio. El último y descarrachante episodio tiene a las cenas y las copichuelas de navidad del partido en Madrid como motivo para el intercambio de zancadillas. Temeroso de lo que pueda ocurrir en esos espacios teóricos para la confraternización, el palentino de los másteres de pega ha ordenado que se suspendan todas y cada una de las francachelas. Tanto en Madrid, epicentro del pifostio interno, como en el resto de comunidades. La jodienda pasa de la anécdota a la tesorería. La mayoría de las agrupaciones locales ya habían reservado y la cancelación les va a salir por un pico. En Alcalá de Henares y Móstoles han palmado 8.000 euros del ala.

Por lo que nos toca más de cerca, la sucursal genovesa en la demarcación autonómica ha perdido el culo para anular el ágape, previsto para pasado mañana. Lenguas de doble filo aseguran que alguien había tenido la brillante idea de invitar a la chufla a la presidenta madrileña en carne mortal… y que ella había aceptado. Una pena, por el espectáculo que nos perdemos. Aunque no podemos quejarnos porque estaremos bien surtidos de bofetadas. A la hora en que tecleo estas líneas, Casado no ha tenido el cuajo de responder al último desafío de su antagonista. Ayuso quería oír de labios de su examigo que la prohibición de las celebraciones se debe a la pandemia, algo que chocaría frontalmente con la estrategia de barra libre de la lideresa.

No se culpe a nadie. ¿O sí?

Incidencia de 937… y subiendo en la demarcación autonómica. Es el récord, no de esta sexta ola, sino de toda la pandemia. Las UCI de los hospitales vascos siguen la escalada y hemos pasado los 90 ingresados. Es verdad que junto a la comunidad foral, vamos en cabeza, pero los números del resto, da igual que miremos al Estado español o a Europa, no andan muy lejos. Solo las vacunas, con todas sus limitaciones, han evitado una tremenda escabechina. Pero aún así, la cifra de muertos es bastante mayor de lo que hubiéramos sido capaces de imaginar hace dos meses, cuando se decretó, ya vemos que demasiado a la ligera, la derrota del virus.

Ocurre todo esto exactamente a diez días de la nochebuena y a 17 de la nochevieja. Y este es el minuto en el que no hay decretada en nuestro entorno ni una sola medida concreta que se refiera esos días señalados. Se ha llegado a la suspensión de Santo Tomás en Donostia y Bilbao o a la del PIN en el BEC. Igualmente, han decaído esta o aquella actividad en las que se espera cierta concentración de público. Y sí, de acuerdo, también está implantado el pasaporte covid más como autoengaño que como medida efectiva. Pero sobre todo lo demás en lo que se actuó hace un año con cierto rigor no se ha determinado nada. Podremos reunirnos sin límite alrededor de una mesa en los días críticos, después de haber poteado hasta la hora que nos dé la gana y sin preocuparnos por los aforos de los tascos. Por descontado, ahora mismo todo indica que también seremos libres de echarnos a las calles atestadas para recibir el año nuevo. Lo haremos, ojo, por iniciativa propia. Si pasa algo, ya encontraremos culpables.

La topógrafa del PP

Ninguna sorpresa bajo el sol. Es decir, bajo la lluvia inclemente que nos ha anegado los siete territorios de Euskal Herria después de veinte días de precipitaciones sin pausa. Lo mismo que la pandemia nos ha provisto de legiones de epidemiólogos de todo a cien o la erupción de La Palma ha multiplicado por ene el número de vulcanólogos pardos, las inundaciones de las últimas jornadas han hecho aflorar un congo de hidrólogos, topógrafos, forestalistas y peritos del copón en cualquier disciplina que tenga que ver con los efectos del agua.

El caudal de sabiduría cuñadil ha sido proporcional al de las crecidas destructivas de los ríos, pero si tengo que elegir una exhibición impúdica de ignorancia desparpajuda, me quedo con la de la presidenta del PP de Gipuzkoa y parlamentaria de la formación gaviotil en Gasteiz, Muriel Larrea. Con la autoridad que le confieren sus estudios en administración de sistemas informáticos y su conocimiento de las lenguas francesa y alemana, Larrea tuiteó lo que sigue el pasado viernes: “De aquellas talas estos lodos. No controlar adecuadamente la tala de árboles, [Dejo esa coma vergonzante tal como la puso] deja la tierra sin agarre frente a las lluvias. Es la lava del Norte. La ladera de un monte viniendose [¿Y el acento?] literalmente abajo y haciendo descarrilar un tren. Planifique @MarkelOlano. Gestione. Trabaje”. Como ya he dicho, no es la única ventajista sin escrúpulos que sigue los pasos de aquel maestro Ciruela que sin saber leer puso escuela, pero creo que hay pocos casos tan palmarios de la degeneración política que no solamente padecemos sino que pagamos con nuestros impuestos.