¿López, número dos de Pérez Rubalcaba? Ves eso en un par de titulares y, ayudada por la beatífica estampa de unos copos de nieve flotando más que cayendo al otro lado de la ventana, la imaginación echa a volar. La idea de tenerlo a quinientos kilómetros es cautivadora, subyugante, rozando lo sublime… y por eso mismo, irreal. Despertemos de la fantasía porque, sencillamente, no va a pasar.
Siento haber sido tan brusco bajándoles de la nube —confiesen que muchos de ustedes han tenido idéntica ensoñación—, pero es mejor poner los pies en el suelo que alimentar una ilusión que tarde o temprano mutará en decepción. Para empezar, piensen que aunque los rubalcávidos llevan semanas vendiendo la piel del oso de las primarias del PSOE, podría ocurrir que en el momento de sumar los votos se quedaran con un palmo de narices. Miren lo que ha pasado con todos los equipos que han subestimado al Mirandés. Algunos que tienen datos cuentan que no es una quimera que gane Carme Chacón. Si lo hace y tiene memoria de quién la ha estado apuñalando, el plusmarquista de crear paro en la CAV permanecerá aquí, terminando de cargarse lo que reste.
Pero si finalmente la maquinaria de encabronar procesos internos funciona y sale victorioso el enredador Rubalcaba, tampoco será matemático que López haga las maletas y entregue la makila. Habría que ver si los estatutos del partido exigen que el número dos esté libre cargas institucionales. Conociendo los hechos del interesado, tan dado a sacar los córners y rematarlos, lo más probable es que se empeñara en ser todo. Eso nos deja donde estábamos o incluso peor, habida cuenta de su probada incapacidad para pensar y mascar chicle simultáneamente. Si ahora son célebres sus escaqueos, qué les voy a contar cuando tenga como excusa para la fuga arreglar una reyerta en la agrupación socialista de Vitigudino. Desengáñense: agotará la legislatura y nuestra paciencia.