Morir en balde, morir de balde

 

La muerte no es una extraña ni su presencia una anécdota, pero cuando hace unos días nos dejaba para siempre una conocida recientemente jubilada, aun conociendo su cáncer galopante, ha partido entre el escozor amargo por el escaso margen que la parca le había dado para disfrutar de ese suplemento de vida tras la jornada laboral. En el extremo casi opuesto del arco vital será muy difícil que unos padres asimilen la muerte de su hija adolescente atropellada. Pero aunque éstas sean muertes y muerte en sí mismo sea dolor, podemos endosarlas al elenco de lo inevitable, sea por enfermedad, sea por edad avanzada o bien por accidente fortuito. No es 8 de marzo ni 25 de noviembre y por eso el recuerdo es más agudo, porque escuchamos a la madre de Nagore Lafarge y no acertamos a ver el porqué de su muerte, ni a dar explicación alguna al asesinato de Rosario Román la semana pasada en Hernani, ni el de la joven barakaldesa Cristina Estebanez, ni al de Yanela en Beriain (Navarra), ni a los acaecidos en Madrid, Barcelona, A Coruña,. Durango … a lo largo de este año, porque en cada uno de los 38 casos de asesinadas a manos de sus parejas o ex, ha habido una dejación activa en el cumplimiento de las leyes de protección, en la ejecución de los acuerdos judiciales, en la salvaguarda de las amenazadas y en el control y vigilancia de los agresores, porque en la mayoría de los casos, los asesinos eran verdugos de repetición ya condenados por maltrato y amenazas. Todas estas muertes eran evitables por previsibles, pero aun con el cúmulo de magníficas leyes de protección de la mujer… el asesino ha llegado hasta donde los guardines de ley le han permitido. Ni enfermedad ni accidente, ni edad provecta ni fatal casualidad… vil asesinato en crónica de una muerte anunciada. Ahora toca llorar y lamentarse, pero aunque las elegías tras la muerte de una persona queden muy bellas, la realidad es que quien se va ya no vuelve. Me gustaría ser Jorge Manrique para darle suficiente esplendor lírico a la carga emotiva de mi modesta prosa, pero no soy más que una juntapalabras que tan solo aspira a que la última asesinada sea de verdad la que cierre la lista y no la penúltima como trágicamente hasta ahora viene sucediendo.

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