Viernes 10 de enero de 2020
Tras el acuerdo provisional alcanzado entre PSN, Nabai e IU y que contaba con la aprobación casi unánime del Comité Regional del PSN (104 votos favorables y uno en contra) y las bendiciones del propio Zapatero, la sociedad navarra se durmió en la creencia de que amanecería con un “Gobierno de Progreso “que finiquitara el atavismo navarrista de los sucesivos gobiernos de UPN. Sin embargo, la llamada urgente de Jaime Ignacio del Burgo al Secretario de Organización del PSOE José Blanco en la que le recordó el acuerdo tácito alcanzado tras el Tejerazo, provocó que el PSOE nacional desautorizara dicho Pacto y ordenara a Puras y a los socialistas navarros que se abstuvieran en la votación para permitir que el candidato navarrista de UPN, Miguel Sanz fuera investido Presidente de Navarra, episodio conocido como “mayazo”.
Tras la separación traumática de UPN y el PP en el 2008, los socialistas navarros se vieron convertidos en árbitros de la contienda política tras el acuerdo tácito entre el Presidente navarro Miguel Sanz y el socialista José Blanco en virtud del cual las propuestas políticas de los socialistas navarros eran apoyadas por UPN en un espléndido ejercicio de ventriloquismo escénico a cambio del apoyo sin fisuras del PSN en la aprobación de los Presupuestos anuales de UPN, quedando IU y Nabai como convidados de piedra.
Dicha política de apoyo incondicional a UPN desde los bancos de la oposición le acarreó al PSN la pérdida de jirones de su primitivo ideario socialista pero tras la abdicación de Sanz en el 2009 y la proclamación de Barcina como su sucesora, le condujo finalmente al poder mediante un Gobierno de coalición UPN-PSN.
Sin embargo, tras la escenificación de la ceremonia del desencuentro UPN-PSN plasmado en el “divorcio político” Barcina-Jiménez, asistimos al finiquito de la doctrina navarrista que habría convertido a la Comunidad Foral durante una década en un coto privado de UPN y PSN (Teoría del quesito de Miguel Sanz), debiendo de nuevo el socialista Jiménez renunciar a plantear la moción de censura contra Barcina por órdenes de Ferraz, episodio conocido como “agostazo”.
Navarra Suma, del éxito electoral al ostracismo político
La publicación de sondeos que pronosticaban la desaparición del PPN en Navarra habrían encendido las alarmas en el establishment españolista de Navarra y se habrían puesto en marcha los resortes coercitivos para lograr que UPN desistiera de presentarse con sus siglas y embarcarse en una travesía que tendrá como compañeros de viaje al PPN y a Ciudadanos, diluidos en una marca aséptica (Navarra Suma). La propaganda de la nueva coalición (Navarra Suma) fue dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta mediante la inserción en el subconsciente colectivo de una idea única, siendo Navarra Suma la marca más votada y obteniendo 20 escaños en el Parlamento Foral así como las principales alcaldías navarras (Pamplona, Tudela, Barañain. Estella). Sin embargo, la formación de un “Gobierno Progresista” presidido por María Chivite e integrado por miembros de Geroa Bai y Podemos-Ahal Dugu, (contando con la colaboración externa de I-E y Bildu), dejó a Navarra Suma en el limbo político a pesar de ser la candidatura más votada y obtener 20 escaños en el Parlamento Foral tras elegir Chivite a EH Bildu como socio preferente en la aprobación de los Presupuestos del 2020.
¿Crisis de identidad en UPN?
La teoría del Cisne Negro fue desarrollada por Nicholas Taleb en su libro “El Cisne Negro (2010) en el que intenta explicar “los sesgos psicológicos que hacen a las personas individual y colectivamente ciegas a la incertidumbre e inconscientes al rol masivo del suceso extraño en los asuntos históricos”, lo que explicaría las desabridas intervenciones parlamentarias de Sayas y Adanero en la sesión de investidura del Congreso al igual que las de Esparza y Pérez Nievas en el Parlamento Foral.
Así, el pensamiento de Navarra Suma sería rígido e incorregible lo que le impele a no tener en cuenta las razones contrarias (ausencia de la necesaria empatía política para lograr acuerdos al no disponer de la necesaria mayoría absoluta) y tan sólo recogería datos o signos que le confirmen el prejuicio para convertirlo en convicción. Asimismo, su conducta destilaría tics megalómanos, especie de delirio de grandeza que provoca que “el individuo se crea dotado de un talento y un poder extraordinarios debido a que las deidades le han elegido para una alta misión”(salvar a Navarra de los vascos).
Sin embargo, tras la celebración del 40 aniversario de UPN, Miguel Sanz habría plasmado las inquietudes de la corriente interna de UPN conocida como “sector de la boina” afirmando que “la imagen de UPN está un poco confundida en Na+” y posteriormente, apostilla que “tenemos que volver a recuperar el alma y que nuestras siglas sigan apareciendo en cuantas iniciativas políticas se tomen en Na+”. Ello abriría la posibilidad de un debate interno en el seno de UPN entre los sectores de la boina y de la toga, debate que podría concluir con la separación de facto de los 15 parlamentarios de UPN del resto de integrantes de Na+ (PP y Cs) en el Parlamento Foral con el objetivo inequívoco de reeditar la teoría del quesito (UPN+PSN) en unas próximas Elecciones forales.
Germán Gorraiz López-Analista
Con los números actuales a modo de referencia, y sin creer que en futuras citas electorales la foto vaya a ser muy distinta. Los 1 o 2 votos de UPN en el Congreso son menos que los 6 del PNV.
Sería una reedición de aquellos quesitos algo contraproducente.