Presentado libro “Jarrones chinos” en Donostia-San Sebastian

Sábado 7 de junio de 2014

649.1Este viernes, en la librería Elkar de la calle Fermín Calbetón de Donosti, presentamos el libro “Jarrones chinos”. Fue un acto simpático que nos dio pie para hablar de actualidad.

Lo hiceron Jose Juan Gonzalez Txabarri y Xabier Albistur a los que Iñigo Landa dio la palabra. Txabarri que lo había leído y corregido contó la importancia de la política en Madrid que él había vivido durante once años y Albistur reflexionó sobre la importancia de hacer buena política y que había llegado el momento de los «arregladores de brújulas», ya que era el signo de los actuales tiempos ya que la política esté desnortada.

El ex alcalde terminó diciendo que al primero que había llamado el rey para decirle que abdicaba y que yo me quedaba sin trabajo era a mí. Reímos la ocurrencia. En el público estaba Alfredo Martínez Flores que amablemente había acudido y que se declara monárquico. Al dedicarle el libro le escribí que era un republicano camuflado. También Ramón Azurza, que había sido senador y una concejala del ayuntamiento donostiarra.

Un acto amable en un sitio cargado de libros. En la calle muchísima gente de poteo un viernes con buen tiempo y buen augurio de los actos del domingo.

Felipe en Leire. Ni una palabra en euskera, ni una alusión a la historia

Viernes 6 de junio de 2014

645.14El pasado jueves 4 de junio, Felipe de Borbón y su esposa Letizia fueron, como todos los años al Monasterio de Leire a entregar el Premio Príncipe de Viana. Y, claro, la expectación creada por su inminente reinado, concitó la atención de toda la prensa de la Villa y Corte. Que si estaba tranquilo, que si hacían una pareja muy bonita, que si su discurso apuntaba las líneas maestras de su acceso al trono y cosas así de una prensa entregada que al día siguiente en todos sus titulares destacó que Felipe de Borbón había hablado de la “Unidad y la Diversidad” y de la “Querida España”.

645.2Como en España la prensa política es muy superficial, apenas salió el objeto del Premio, el Padre Capuchino Tarsicio de Azcona, ni que, a diferencia del año anterior, no había dicho una sola palabra en euskera ni una mención de quien había sido el Príncipe de Viana, hijo de Doña Blanca de Navarra y quien hubiera sido, por derecho propio, rey de los Vascos. Además debía ser un tipo sensible y listo. Pero tampoco nada sobre un Fernando el Católico que falsificó una Bula Papal para quedarse con el Viejo Reino.

¿Es este el hombre sensible con la pluralidad, con la historia, con un premio que tiene tan ilustre nombre?.

Eso sí, España por aquí, España por allá. “De manera que las circunstancias llevan a que mis primeras palabras después del anuncio de su Majestad, tengan lugar en esta querida tierra navarra, uno de los solares originarios de nuestra patria española”, subrayó el heredero ante una clase política navarra entregada y babeante.

Más allá de las obligaciones del protocolo y de las mínimas exigencias de prudencia en las palabras, el discurso de Felipe de Borbón, de estreno in pectore como nuevo rey, obvió cualquier referencia a los principales problemas políticos, territoriales, económicos, sociales y constitucionales de la sociedad actual. Además se le puede reprochar las referencias caducas a la vieja y superada historia oficial que presentaban a Navarra como supuesto solar de la idea uniformadora de la patria española precisamente cuando los navarros y navarras acaban de recordar los 500 años de la conquista militar de su viejo Reyno en un contexto en el que las sucesivas investigaciones y descubrimientos de historiadores e historiadoras navarras han demostrado la impostura que ha alimentado durante siglos la versión oficial de aquellos hechos. La verdad histórica merece un poco más de respeto que la simple repetición de falsedades ya superadas, y más de quien aspira a un cargo de centralidad e intermediación institucional Si Felipe VI quiere afrontar su tiempo como Jefe de Estado con eficacia de servicio público, como asegura, debe analizar con mayor perspectiva presente los problemas que asuelan en esta segunda década del siglo XXI a la sociedad, y su intervención en la histórica Abadía de Leyre -fiel a Navarra durante los años de la conquista castellana-, estuvo lejos de ello. Y fue, en este sentido, otro error significativo la ausencia de una referencia siquiera de cortesía al euskera, lengua de Navarra como el castellano, que sí había tenido en sus visitas anteriores. La reivindicación de la unidad de España puede formar parte de sus obligaciones como depositario de una Corona que hereda, territorios incluidos, de su antecesor, pero sus obligaciones como representante de un Estado democrático van mucho más allá y exigen propuestas y vías de solución a los problemas y demandas reales de sus conciudadanos. No confirmar que todo seguirá igual como adelantó su madre Sofía.

Pero ésto es pedir peras al olmo.

Para finalizar, unas letras sobre el homenajeado que no le hicieron el menor caso ni le dieron la menor relevancia en ningún medio audiovisual y escrito de un Madrid político ignorante, ciego y sordo, a una realidad que por ignorarla, prepara su venganza.

Nacido en Azcona el 25 de diciembre de 1923, el historiador capuchino, cuyo nombre real es Jesús Morrás Santamaría, se doctoró en Historia de la Iglesia por la Universidad Gregoriana de Roma y es licenciado en Historia Civil por la Universidad de Zaragoza. Ha realizado profundos estudios sobre los Reyes Católicos, biografiado a Isabel la Católica y “aportado luz al periodo final de la Edad media, un tiempo que marcó el camino al relevante papel que España tuvo en los siglos posteriores”, según describió interesadamente el Príncipe. El galardonado, por su parte, destacó que en su trabajo ha prevalecido “el aprecio profundo y la adhesión ferviente a nuestra tierra y nuestra gente” y confesó “sentirse feliz” en la docencia y la investigación.

A vosotros no os dicen nada

Jueves 5 de junio de 2014

644.14El cabreo del día es contra CIU. La Villa y Corte se siente engañada, frustrada, irritada por el anuncio de voto abstencionista  de CIU a la ley orgánica de la abdicación y al anuncio de Mas de no estar en el acto formal de, llamémoslo, coronación.

No entienden que ha pasado el tiempo, que todo discurso político puede cambiar, que Catalunya está harta del trato mesetario, que se cosecha lo que se siembra. Pero el Madrid político es así. Hay que aplaudir y hacer reverencias mientras políticamente se machaca a un autogobierno demediado.

No es el caso vasco. Nos abstuvimos ante aquella Constitución del 78 porque tenía avances, pero no reconocía el hecho diferencial del pueblo vasco. Mucha historia a cuenta de la monarquía pero nos dicen que lo nuestro es como lo de Ciudada Real, con respeto a esta provincia. Nada que ver.

Y nuestro discurso siempre ha sido coherente. Respeto institucional pero reverencias, las justas, es decir, ni una. Y en mi caso, ni eso. Y creo haber contribuido a una cierta imagen de rechazo a una institución medieval y antidemocrática.

Un senador de CIU me decía:  «Todos se meten con nosotros sin analizar que han cortado el diálogo y nos quieren al lado como tenía Reagan a los negros. De adorno, pero sin derechos. Pero me llama la atención que nadie se mete con vosotros».

Pues no. Nos han dado por imposibles, aunque sea en este renglón y como todo esto les ha sorprendido porque no esperaban que el debate republicano, un debate despreciado, silenciado y marginado surgiera con tanta fuerza están que se les hacen chiribitas en los ojos y no les queda más que aplaudir a Rubalcaba por «su sentido de estado». Ya sabemos por fin lo que es esto. Traicionar su historia.

Que aprendan.