UPN, PSN. El euskera en Navarra tiene un futuro difícil

Martes 23 de enero de 2024

Gerardo Luzuriaga

El euskera en Navarra tiene un futuro más que difícil. Es un milagro que en la situación de desventaja en que se encuentra siga siendo una lengua viva y mantenga la proporción de vascoparlantes y seguidores que tiene. Todo esto se debe al tesón, el empeño y el grado de concienciación de una parte de la población navarra. ¿Pero hasta cuándo va a poder seguir siendo así? A pesar del esfuerzo de los movimientos populares, del trabajo de asociaciones, y la militancia de una parte de la ciudadanía navarra a favor del euskera, es preciso ser conscientes que el entusiasmo de las décadas de los años 70, 80 y 90 del siglo XX va en descenso, y que si no se ponen las medidas necesarias y los poderes públicos (gobiernos, ayuntamientos) no apoyan el euskera, su futuro es incierto. Lo primordial es conseguir la legislación apropiada para su protección y desarrollo, y en segundo lugar está la voluntad popular, que ésa sí que está asegurada.

Es preciso legislar medidas para que el euskera se pueda usar con normalidad y naturalidad, es decir garantizar el uso del euskera en igualdad con el castellano para todo aquel que lo quiera hacer. Es preciso acordar una ley de normalización del uso del euskera y garantizar la convivencia entre el castellano y el euskera. El conocimiento y uso del euskera no perjudica al castellano; sin embargo el euskera se encuentra en peligro de desaparecer. Son los poderes públicos los que deben garantizar el estudio de la lengua para toda la juventud, de forma que con los años toda la población navarra se sienta en igualdad de condiciones y tengamos las mismas posibilidades.

Hace décadas que he perdido la esperanza de que UPN trate al euskera como lengua propia de Navarra, llevamos más de 40 años y no ha hecho nada para que en Navarra la juventud conociese la lengua vasca sin excesivo esfuerzo y con naturalidad. No entiendo los motivos para que UPN trate al euskera como una lengua extraña, extranjera y hostil.

Tampoco entiendo la postura del PSN. A éstos les recomiendo que vean las políticas lingüísticas que siguen sus compañeros y compañeras de partido en el resto de comunidades autónomas. Es incomprensible que lo que ejecutan y defienden en Galicia, Euskadi, Baleares, Valencia y Cataluña en Navarra lo vean como algo rupturista, utópico e imposible. No pedimos nada extraordinario.

Entiendo, cómo no voy a entender, al ciudadano navarro de a pie que desde siglos no tiene contacto con el euskera. No entiendo a los políticos que saben a ciencia cierta que no actúan como deberían, la mayor de las veces por conseguir un puñado de votos. Al ciudadano de a pie le recomiendo que vea lo que ha ocurrido en Álava y otras provincias que conviven con dos lenguas, donde ningún progenitor (madre, padre, abuela, abuelo) se arrepiente de que sus hijas y nietas dominen con naturalidad y sin excesivo esfuerzo las dos lenguas. En Navarra todavía estamos a tiempo. No creamos que en Álava, Bizkaia, o Lleida, por ejemplo, había más proporción de vascoparlantes y catalanoparlantes que en Navarra.

La población navarra no es la responsable de que el euskera no haya tenido el tratamiento por parte de los poderes públicos que se merece. No. El pueblo navarro es víctima de políticos irresponsables que no aplican lo que es normal y universal en todos los demás lugares que existen dos lenguas; y más en este caso, en que una es preeminente y la otra se encuentra en situación de desaparecer. Señora Chivite, señor Alzórriz, todavía estamos a tiempo de considerar la cuestión y salvaguardar nuestro principal valor y tesoro como es el euskera, Patrimonio de la Humanidad.

El autor es documentalista

Cambiaron con nocturnidad el viernes al Jefe de la Casa Real

Lunes 22 de enero de 2024

Mucho discurso, mucho desfile, muchos consejos, pero la opaca Casa Real española no aprende. Funciona como en tiempos del Campechano. Lo digo porque el viernes a última hora, de forma medida y sin mayores explicaciones  se le ha sustituido al Jefe de la Casa Real, Jaime Alfonsín, nombrando a Camilo Villarino para ese cargo.

Don Camilo viene de la Carrera Diplomática y era el director de Gabinete de Josep Borrell. Bueno por lo menos no es un militar, sino un diplomático. Ya los hubo antes, como José Joaquín Puig de la Bellacasa que salió escopeteado de La Zarzuela por decirle al granuja de su Graciosa Majestad que no debía hacer lo que hacía. De todas formas a Don Camilo no le quieren mucho en Marruecos. A instancia del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, el Consejo de Ministros retiró en julio 2021, la solicitud de placet a Rusia para poderle nombrar embajador en Moscú. Sánchez complacía así de nuevo a Marruecos que reprochaba a Villarino su “golpe bajo” al organizar en abril de 2021, la acogida en España del líder del Polisario enfermo  de Covid y que mandó a la ministra González Laya al destierro. ¿Se acuerdan de ella?. Era de Tolosa.

Cuando ocurrió esto el principal diario  marroquí Hespress, tituló: ”Su carrera, (la de Villarino), parece  hipotecada para siempre”. Curioso. No puede ser embajador pero si Jefe de la Casa  Real. Veremos qué pasa cuando quieran viajar a Marruecos a ver al hermano de la chilaba.

Del cesado Jaime Alfonsín me impresionó lo que contó la periodista Carmen  Enríquez. Habituada a los viajes principescos una vez le trató al entonces Príncipe de Asturias de usted. Gran sacrilegio. Al día siguiente, el tal Alfonsín le llamó a capítulo para decirle: ”Que se la última vez que a su Alteza le trate de usted”.

Aquello me dejó flipado aunque me dio las claves del por qué esta gente se entontece tanto. Si a ti, a cabezazo limpio, te tratan de Alteza y que te traten de usted  terminas creyéndote superior a los demás y depositario de una sangre azul que solo tienes tú. El usted para este tipo de mayordomos reales es una horizontalidad plebeya inadmisible y si tú lo aceptas no me extraña que todos salgan medio tontos y creyéndose superiores a los demás en todo.

Que se vaya este sujeto apellidado Alfonsín no  debe ser una mala noticia. No sé por qué no pidió que en lugar de que le llamaran Alfonsín le llamaran Alfonsón. Suena como a más. Y la clave está en establecer las distancias.

La esposa de Jacques Delors era vasca

Domingo 21 de enero de 2024

Dudé en poner este título. Lo lógico hubiera sido reconocer en el titular, su gran papel durante diez años en la construcción europea, pero como en las dos oportunidades que tuve la suerte de estar con él, me habló de Marie, su mujer de Mauleón, pensé de interés recalcarlo ya que el dato nos acerca a esta gran personalidad. Quizás, por esta razón veía lo vasco con cercanía y comprensión, cuestión esta que en un mundo globalizado e insolidario, tiene su interés.

Hace casi un mes, el 27 de diciembre 2023, falleció a los 98 años, Jacques Delors. Vi la noticia en la reseña de las portadas de los periódicos que al día siguiente se venderían y su foto aparecía en el centro de varias primeras páginas. Reconozco que me sorprendió pues pensaba había fallecido hacía ya tiempo. Y lo lamenté pues fue el gran artífice de la reciente construcción europea, aunque hoy, su gran labor casi se desconoce. Asimismo recordé las dos visitas en que tuve la oportunidad de conocerle y hablar con él.

Cuando Delors llegó a Bruselas para dirigir el brazo Ejecutivo del club comunitario, la Comunidad Económica Europea, como se llamaba entonces, era más bien un gran mercado común continental de 10 países que intentaban conjugar sus intereses en un experimento con pocos o ningún precedente histórico con el que se intentaba evitar que el continente acabara otra vez en una guerra devastadora. Justo cuando él lo dejó, el 1 de enero de 1995, se alcanzó la cifra de 15 Estados miembros —España se sumó en ese periodo— que se habían convertido ya en la Unión Europea, el nombre actual. Dejó incluso un testamento en el que señalaba cómo podía recorrerse el camino de las futuras ampliaciones.

Delors no fue uno de los padres fundadores del proyecto europeo, pero su trayectoria durante los 10 años que fue presidente de la Comisión le sitúan entre uno de sus grandes hacedores. El impulso que le dio le colocan a la altura de los franceses Jean Monnet y Robert Schuman, el italiano Alcide de Gasperi o el alemán Konrad Adenauer.

Fuera de Bruselas su nombre no es tan conocido como el programa Erasmus o el Espacio Schengen, pero prácticamente todos los que viven en la burbuja comunitaria saben qué es el Marco Financiero Plurianual de la UE. Esa especie de presupuesto de la Unión, con varios años de vigencia se propuso por primera vez en 1987. Planteó un segundo esquema presupuestario y en el camino duplicó los fondos de cohesión.

En el Berlaymont

Conocí al entonces presidente de la Comisión Europea Jacques Delors en el edificio Berlaymont de Bruselas, en septiembre de 1987. Fue un viaje de la Comisión Mixta UE del Congreso para conocer el funcionamiento institucional  comunitario y para que nos explicaran lo que se conocía entonces como “paquete Delors” que era un acuerdo de mínimos para llevar a la práctica el Acta Única Europea. Tras varias intervenciones llegó el presidente, como  plato fuerte. Nada más sentarse, nos dijo categórico: ”si en la próxima reunión de Copenhague no se aprueba lo propuesto, yo dimitiré. No quiero ser presidente de una Europa sin ambiciones, flácida, de pueblos mudos, egoísta. No se puede llegar a ese punto de hipocresía que consiste en aprobar el Acta Única y  no quererla llevar a la práctica. Me quedan quince meses como presidente de la Comisión y quiero dar este impulso europeo. De lo contrario, esto no vale la pena”. Fue categórico. Tenía las ideas muy claras.

Tras hablarnos de sus preocupaciones sobre la UE, se abrió el turno de preguntas. Todos los diputados presentes formulamos nuestras cuestiones. Uno sobre el IVA, otro sobre el maíz, y el de más allá sobre el Sistema Monetario Europeo. En mi turno  y aprovechando que Delors había hablado de los egoísmos estatales le pregunté sobre la ley electoral con circunscripción autonómica o regional, sobre la Europa de las regiones y pueblos con el fin de que me contestara desde su magnífico observatorio ejecutivo de presidente e impulsor de la Comunidad.

De lo planteado, me contestó a esta última pregunta. Me dijo que su esposa era vasca y conocía muy bien lo que se conocía como “problema vasco”. Me puse a temblar, a pesar de que  Eneko Landaburu, a quien había conocido en la primera legislatura del Parlamento Vasco en 1980 era uno de sus más cercanos y estimados colaboradores, pero sabía también  que Delors era  un francés  de Paris, la jacobina capital de Francia. Sin embargo me dijo cosas de interés: ”la  CEE solo dialoga con los estados como únicos interlocutores. Pero hay un escalón intermedio: las regiones. Y de momento es prematuro hablar de la Europa de las Regiones, pero -enfatizó- “no porque los vascos lo pidan mucho o tomen iniciativas y acciones para que esto sea así lo van a lograr. Dentro de veinte años, yo no lo veré pero usted si, el problema vasco tendrá su encaje en Europa. Y le repito, no porque ustedes hagan nada, sino porque eso es necesario para Europa. Y hacia eso vamos. Créame. Trabajo para que el  País Vasco sea una región más de Europa”. Terminada la reunión vino directamente diciéndome que estaba furioso porque no podía ir al País Vasco por temor a una acción contra su persona. Y me volvió a hablar de su esposa Marie.

En su despacho parisino.

Pasó el tiempo. Presidí la Comisión de Amistad Hispano Francesa. Era entonces Secretario primero del Senado y nos correspondía a los miembros de la Mesa presidir esas solicitadas Comisiones.

Lo primero que hicimos en junio 2008 fue ponernos en contacto con la Comisión análoga en el Senado francés, en el magnífico Palacio de Luxemburgo, donde tenían como secretario un descendiente de catalanes que era la personificación del protocolo, de la amabilidad y de los cabezazos. Me llamaba cada tres segundos “monsieur  le president” y aunque le pedí apeara el tratamiento, él lo intensificaba. Se sentía muy a gusto estableciendo la diferencia y tratando de marcar la importancia que le daban a dicha Comisión. El caso es que en la preparación de aquel viaje nos preguntó con qué político o personalidad francesa desearíamos entrevistarnos en Paris. Unos pidieron a Nicolás Sarkozy, otros a Ségolène Royal que estaba de moda en abierta campaña en favor de su candidatura, otros querían conocer a Gérad Depardieu, incluso a Jacques Chirac. Yo pedí hacerlo con Jacques Delors. Creo que acerté pues fue la más interesante y didáctica  de las entrevistas.

Entrevista con Jacques Delors.

Jacques Delors tenía en ese momento 82 años pero seguía en activo en una oficina en el centro de París como presidente de un organismo europeo que seguía de cerca aspectos relacionados con la cohesión y el empleo en la Unión Europea.

Me interesaba su figura pues recordaba lo que me había dicho en 1987 y, sobre todo el que másallá de su trayectoria en la Comisión, Delors fue, también, un hombre del siglo XX. Católico convencido, colaborador en la revista cristiana Esprit, militante de la Juventud Obrera Cristiana, de la asociación Vie Nouvelle dedicada a la educación popular, se mostró desde joven comprometido con los valores del humanismo cristiano de Emmanuel Mournier.Apostó por la formación del capital humano y la educación a lo largo de toda su vida. Comprendió bien las transformaciones que se produjeron en la Europa de postguerra y enfocó los pasos que debía dar el continente en el cambio de siglo. Su sombra había acompañado, desde entonces, a todos los presidentes de la Comisión, que raramente han soportado la comparación.  

Estaba muy bien física y mentalmente y le gustó recibirnos y darnos su visión de cómo veía el momento político que vivía la Unión con una parálisis que le pregunté si se corría el riesgo, como las aguas estancadas, de pudrirse. Me dijo que no pues siempre la Unión había encontrado una salida a sus crisis pero que veía pocos europeos de verdad en acción. “Lo intergubernamental es lo que prima y si uno va a Bruselas solo a reivindicar lo suyo, no habrá nada que hacer” nos dijo con pesar.

Comentó que a Europa no había que ir a discutir entre ministros sino a buscar soluciones y nos fue desgranando los puntos fuertes y los débiles de la entonces situación recordando lo que debía el estado español a los Fondos de Cohesión y a los Estructurales a la hora de explicar la realidad política y económica que se vivía en España.

Todos le hicimos preguntas y al final en nombre de la delegación le regalé una pluma que agradeció. Cuando nos sacamos la foto me volvió a recordar con orgullo  que su mujer Marie era  oriunda de Zuberoa, cerca  de Mauleón, sabía euskera y a él le gustaba escucharla  y que él siempre había sido vinculado a lo vasco y por tanto “un  poco subversivo”. Estuvo muy atento.

Su gran preosupación

Hablamos con él de educación, asunto que le interesaba muchísimo y salió a colación aquel famoso y decisivo  informe Delors.

El Informe Delors fue elaborado por una comisión internacional para la educación del siglo XXI, a petición de la Unesco. Su nombre obedece a que estuvo presidida por quien teníamos delante que deseaba explicarnos sus virtualidades haciendo especial  hincapié en la educación.  Al contrario de otros informes sobre educación, el Informe Delors estaba hecho por personas del mundo de la educación y de otros «mundos», pero además estuvo compuesta no sólo por personas del mundo occidental, sino de todo el universo. Esto –nos dijo- había sido muy importante, porque ciertamente hay grandes diferencias culturales entre unos y otros.

En el Informe Delors se habla de que todas estas divergencias tienen como principio los cambios en los estilos de vida, que van generando tensiones, cambios culturales, cambios en la estructura familiar, que vive el mundo contemporáneo. Remachaba el concepto, para él errado, de que se da por sentado que la madurez emocional ya se ha consolidado cuando los niños  tienen 8 y 9 años; cuando la verdad es que ninguno de los adultos ha acabado su educación emocional. “Después, cuando llegan a la universidad –claro, este es el templo de la ciencia–, no podemos ocuparnos de los problemas emocionales de los jóvenes”.

Fue un debate de ideas y acciones colectivas europeas a tener en cuenta que fueron del mayor interés. Y es que con Delors se podía estar hablando mucho de todo. Le dije al final, como cumplido pero persuadido, que Europa solo podía salir de su parálisis si él, Delors, volvía a la Comisión. Y es que con el entonces presidente Durao Barroso, poco lejos se iba a llegar. Sonrió.

Dejó Bruselas el 1 de enero de 1995. Su nombre sonó con mucha fuerza para ser el candidato socialista a suceder a su compañero François Mitterrand. Los tiempos encajaban. Las elecciones nacionales eran después, en abril. Renunció ante un partido dividido y dejó el camino abierto al candidato conservador, Jacques Chirac. Un año después creó el centro de estudios e investigaciones europeas que llevaba su nombre, Instituto Jacques Delors, con sedes en París, Berlín y Bruselas, que fue el lugar donde nos recibió.

Fue un placer conocerle y hablar distendidamente con él, y de su apunte hacia lo vasco a través de Marie. Era todo un sabio y un humanista. Estoy seguro que hoy, con Delors al frente, Europa sería distinta y sería mejor.