No todo es Covid, hoy Día de la Epilepsia

Un 10% de la población sufrirá una crisis epiléptica a lo largo de su vida

En el Estado español, unas 400.000 personas padecen epilepsia: la segunda patología neurológica en años de vida potencialmente perdidos o vividos con discapacidad.

Cada año se diagnostican en en el Estado unos 20.000 nuevos casos.

El retraso en el diagnóstico de esta patología pueda alcanzar los 10 años.

La SEN realiza una serie de recomendaciones a los pacientes con epilepsia ante el contexto actual de pandemia por COVID-19.

No todo es Covid-19, las enfermedades antes de la pandemia están ahí y sus pacientes también. Hoy, 14 de mayo es el Día Nacional de la Epilepsia, una de las  enfermedades neurológicas más comunes y que se caracteriza por la predisposición del cerebro para generar crisis epilépticas. Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) nos recuerdan que unas 400.000 personas padecen en el Estado esta patología que es la segunda neurológica en años de vida potencialmente perdidos o vividos con discapacidad.

Aunque actualmente se dispone de tratamiento, la expectativa de vida de los pacientes con epilepsia se ve reducida entre 2 y 10 años, su tasa de mortalidad es entre 2 y 3 veces mayor que la de la población general y el 60% de los pacientes asocian trastornos psiquiátricos, neurológicos o intelectuales.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada diez personas sufrirá, al menos, una crisis epiléptica a lo largo de su vida. “La epilepsia puede tener muchas causas, aunque la predisposición genética o padecer algún tipo de anomalía o lesión cerebral, suele ser las causas más habituales”, subraya el doctor Francisco Javier López, Coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología, al tiempo que añade que“es además una enfermedad que afecta a todos los grupos de edad, aunque su incidencia es mayor en niños, adolescentes y ancianos”.

Alrededor de 400.000 nuevos casos en Europa–unos 20.000 en el Estado- personas son diagnósticadas por esta dolencia, pero se considera no solo que el número de diagnósticos falsos positivos en esta enfermedad es sorprendentemente alto -podría llegar hasta al 18%- sino que aún hay un porcentaje importante de pacientes sin diagnosticar. Por eso, los expertos se muestran preocupados porque el retraso en la detección de la patología puede llegar a los 10 años, sobre todo porque hasta un 25% de las crisis puedan pasar inadvertidas tanto por los pacientes como por sus familiares.


En este sentido, el especialista Francisco Javier López sostiene que “hay que tener en cuenta que uno de los mayores obstáculos al diagnosticar una epilepsia radica en que las crisis son fenómenos transitorios que ocurren relativamente con poca frecuencia y pueden pasar desapercibidas o no ser bien identificas por los pacientes, por sus familiares o incluso por el personal sanitario. Además, existen otros eventos clínicos, como por ejemplo síncopes o crisis no epilépticas, que pueden tener una apariencia similar a las crisis epilépticas y que pueden llevar a realizar diagnósticos erróneos”.

No solo convulsiones

Además hace especial hincapié al señalar que cuando se piensa en una crisis epiléptica, automáticamente lo asociamos a convulsiones. Pero en realidad este tipo de crisis solo representan entre el 20 y el 30% del total. Presentar falta de respuesta a los estímulos, realizar repetidamente movimientos automáticos,  tener ausencias,… son también otras manifestaciones de las crisis epilépticas que hay que tener en cuenta a la hora de mejorar los tiempos de diagnóstico actuales”.

Tal y como señalan los expertos de la SEN, mientras que la enfermedad remite de forma espontánea en un 4% de los pacientes adultos al año –en niños esta cifra es aún mayor- y más de un 70% de los pacientes consiguen controlar su enfermedad gracias al tratamiento farmacológico existente, aproximadamente el 25% de los pacientes no responden a los tratamientos disponibles: es lo que se denomina epilepsia farmacorresistente. Y a pesar de que en los últimos 25 años, se ha producido un importante aumento de las opciones terapéuticas para tratar la epilepsia, mejorando la tolerancia y limitando los efectos secundarios, no se ha conseguido reducir el número de personas con epilepsia farmacorresistente.

300 intervenciones quirúrgicas

En estos casos, continúan señalando desde la SEN, cerca del 5% de los pacientes farmacorresistentes cumplen con los criterios que les permite beneficiarse del tratamiento quirúrgico y entre el 55-85% de los casos se consiguen buenos resultados. Actualmente en el Estado se realizan unas 300 intervenciones quirúrgicas a pacientes farmacorresistentes.

Son precisamente los pacientes farmacorresistentes donde esta enfermedad tiene una mayor repercusión socio-sanitaria. El coste medio anual de los recursos utilizados por un paciente farmacorresistente en el Estado es superior a los 7.000€ y el número de pacientes con discapacidad por epilepsia en edad activa es superior a las 26.000 personas. Además, las crisis epilépticas suponen el 1% de las consultas en los Servicios de Urgencias y el 15% de las urgencias neurológicas, convirtiéndose en la segunda causa de atención neurológica en urgencias.

CONSEJOS PARA LOS PACIENTES CON EPILEPSIA EN LA PANDEMIA POR COVID-19

Los pacientes con epilepsia no tienen un mayor riesgo de infección de COVID-19, ni por la facilidad de infectarse ni por la gravedad de la afectación. En todo caso, se recomienda a los pacientes:

–          Tener suficiente medicación antiepiléptica en casa y no abandonar el tratamiento.

–          Tener una benzodiazepina de rescate en casa para prevenir la asistencia a urgencias.

–          En caso de aislamiento, el paciente con epilepsia debe estar vigilado estrechamente. Hay que asegurarse que puede comer, beber, dormir y tomar la medicación con regularidad.

–          Si no se trata de una urgencia, se recomienda no acudir al hospital sin cita y contactar antes con su neurólogo.

–          Contactar con el servicio de emergencias sanitarias ante las siguientes situaciones:

o   Una crisis convulsiva que dure más de 5 minutos.

o   La aparición de una segunda crisis convulsiva poco después de la primera.

o   Si ocurre una lesión durante la convulsión.

o   Si la convulsión se presenta cuando la persona está en el agua.

o   Si la convulsión ocurre en una persona que tiene otra enfermedad (diabetes, enfermedad cardiovascular, etc.) o está embarazada.

–          En caso de infección por COVID-19:

Será necesario un adecuado control de la temperatura. Al igual que ocurre con cualquier otra enfermedad febril, la infección por COVID-19 puede aumentar las crisis en una persona con epilepsia.

 Algunos medicamentos utilizados en el tratamiento de la COVID-19 pueden presentan interacciones con los antiepilépticos. Por ello, será necesario revisarlas a la hora de añadir o ajustar nuevos tratamientos.

Finalmente señalar que el “Registro de manifestaciones y complicaciones neurológicas en pacientes con infección COVID-19” que está elaborado la SEN, se han notificado varios casos de personas que han presentado crisis epilépticas, muchos sin antecedentes de crisis previas.  “Es probable, por lo tanto, y al igual que ocurre con otras enfermedades infecciosas como la gripe, que haya pacientes con COVID-19 que presenten crisis epilépticas en el seno de la infección, como una complicación secundaria de esta nueva enfermedad”, remacha el especialista de la SEN,Francisco Javier López.

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