Día 24 de julio, 25º soleado.
Temperatura alta desde primera hora de la mañana, hoy va a hacer mucho calor.
Arrancamos y nuestra primera parada nos la reservamos para el Lewis Café en St. Clair.
El nombre de «Lewis» se refiere al explorador que junto a William Clark fueron elegidos por el Presidente Jefferson en 1903 para dirigir la expedición por el río Missouri y explorar los afluentes que comunicasen con las aguas del Océano Pacífico. El propósito de este viaje era conseguir una comunicación fluvial más directa y factible para practicar el comercio. Pernoctaron antes de la salida en St. Charles y por tal evento toda esta zona cuenta con diversos locales y lugares con sus nombre (Lewis & Clark).
Nos degustamos una buena «pie» con un cucurucho de ice-creme que me lleva a recordar que fue en Missouri, concretamente en St. Louis donde por primera vez en 1904 se sirvieron los helados de esta forma en la celebración de la Exposición Universal. La historia del cono del helado es muy curiosa pues se debió a que el inmigrante sirio Ernest Hamwi tuvo un día de muchas ventas y se quedó sin recipientes. Cerca de él estaba otro inmigrante libanés Abe Doumar vendiendo una especie de pastel-galleta y le sugirió a Hanwi la posibilidad de utilizar sus galletas haciendo con ellas un cono ya que en su tierra los pasteles se presentaban así rellenos de crema dulce o mermelada. Ernest Hamwi puso en práctica la idea y … hasta hoy.
Pues con el gusto de la tarta de «strawberries» (que así es como llaman por aquí a las fresas), pusimos rumbo a Meramec Caverns que son unas cuevas con unas estalagmitas (desde el suelo hacia arriba) y estalactitas (desde el techo hacia abajo), impresionantes.
(Detallo la orientación porque a mi siempre me asalta la duda).
Además estas espectaculares formaciones son famosas porque en ellas se escondieron Jesse James y su banda de forajidos y hasta aquí llegó el sheriff Mcanan intentando detenerlos. La visita es muy singular porque a lo largo del recorrido te encuentras con figuras de Jesse & Cía y el pertinaz Mcanan, armados y entre las rocas. A veces tienes la impresión de que se les va a escapar algún tiro y te lo vas a llevar puesto y … al final cuando empiezas a relajarte y te encaminas hacia la salida, en una especie de anfiteatro te presentan un espectáculo de luces y sonido con himno incluido y bandera ondeante que alucinas.
Inolvidable y no digo más.
Y tras esta visita viene uno de los momentos estelares del viaje. Llegamos a Cuba.
Una ciudad bautizada con ese nombre porque los primeros que construyeron su casa aquí tenían conocimiento de la isla caribeña y echaron a suertes el nombre eligiendo entre Amanda o …., bueno, aquí ya sabéis cual salió, … y no sé decir si por el calor, el espectáculo sufrido en las cuevas, o …, la cuestión es que al llegar a este pueblo e intentar situarnos para no perdernos nada, encontramos una explanada inmensa perfectamente preparada para el aparcamiento con sus rayas en el suelo y todo y ya se sabe, que te lías y te lías con tanto espacio y aparcamos justamente en el medio. Todo ello hemos sido conscientes mucho más tarde, pero al grano, … salgo del coche y se me acerca un señor que me echa una parrafada tremenda (en inglés ¡claro!) y yo que me enteré un poquito más tarde que estaba hablando conmigo …, observo y veo que lleva un balde en la mano lleno de agua e imbuida por el convencimiento de que esta gente es súper-agradable, entendí de la misma que este hombre nos quería ayudar a limpiar el coche.
Inexplicable ¿eh?, pues juro que en ese momento yo estaba convencida y por tanto le insistí lo de gracias, muchas gracias, pero no, no, gracias, muchas gracias, hasta que se fue.
Arrancamos a buscar los tesoros de la villa y ya no sé si al pillar sombra o que te vuelve el intelecto al cuerpo, empezamos a darle vueltas y llegamos a la conclusión de que habíamos aparcado en el parking de la Iglesia Baptista, que ese hombre era el pastor, que lo que nos decía era que ese aparcamiento era de la iglesia, que teníamos que aparcar en un parking que estaba a la vuelta y que el hombre se acompañaba de un balde con agua porque estaba arreglando un jardincillo. Os podéis imaginar a partir de esta revelación el ataque de risa y desde ese momento, cada vez que alguien nos dice algo y no lo entendemos, automáticamente pensamos que nos quiere limpiar el coche. Volvimos y el señor seguía en el jardín, … ni mirarnos y eso que pitamos en plan educado a modo de despedida, … por supuesto no nos atrevimos a quedarnos al oficio religiosos.
Visitamos todos los murales de la ciudad que son muy vistosos así como el Crawford County Historical Society Museum donde nos trataron muy bien y nos regalaron hasta un mapa y por último antes de abandonar el pueblo nos acercamos al «Route 66 Outpost», una tienda muy singular donde a la entrada te encuentras con la silla más grande del mundo, o eso dicen y dentro un montón de recuerdos, curiosidades y un rincón de especialidades de la zona muy picantes, estoy hablando de la salsa Intertwined Swine BBQ Sauce que según consta en la llamativa etiqueta de sus envases «The Best Fucking Pig Sauce You Ever Tasted».
Aquí nos encontramos con Rakel e Iñaki, una pareja residente en Iruña, de Gipuzkoa él y ella de Basauri, que estaban haciendo la ruta. Imaginaos, todos vascos y con la misma guía de la ruta bajo el brazo, pasamos un buen rato de conversación, nos sacamos unas fotos y nos contamos nuestro diario de «anécdotas», … muy divertido.
Nos despedimos convencidos de que nos íbamos a volver a encontrar pronto y sucedió enseguida, pero esto pertenece a otra etapa y es entonces cuando habrá que contarlo.
Por último nos acercamos a Rolla donde todavía íbamos a dar la última campanada del día. Llegamos y nos pusimos a recorrer la ciudad y en una de éstas avistamos a la izquierda un mural maravilloso. Giro profesional instantáneo y es en ese momento que oímos, nosotras y todo Missouri la sirena del sheriff. Se nos instala el coche detrás nuestro y claro!!! paramos. Manos al volante, sin moverse (esto lo hemos visto en infinidad de pelis) y a esperar. El sheriff que no mueve ficha y nosotras desquiciadas optamos por salir del coche. Él de la misma sale y se nos acerca echándonos una parrafada mayor que la del pastor baptista, mientras nos señalaba una señal (valga la redundancia) de dirección prohibida. Era tan evidente que se nos desataron los nervios e iniciamos una verborrea en varios idiomas, perfectamente sincronizada con gestos provenientes de todas las articulaciones que en ese momento teníamos a mano. Hacía calor y este gran hombre se dio cuenta que no había nada que hacer y tras otra parrafada en la que por lo menos conseguimos callarnos, se marchó tras parar el tráfico y dejarnos aparcadas en situación correcta. Hoy es el día que no sabemos que dijo, pero intuimos que quería limpiarnos el coche. Así son, entrañables.
Tras este sucedido, partimos para el motel veloces para evitar nuevas sorpresas.
Resumiendo, 219 millas y el coche limpísimo.
Nos preparamos una cena estupenda y a dormir, … mañana será otro día .
Seguimos contacto.