Aunque al primer bote parezca exactamente lo contrario, Montoro y la desorejada prensa cavernaria le están rindiendo un notable servicio al (no sé si) atribulado número tres de Podemos, Juan Carlos Monedero. En el caso del ministro de la voz de flauta travesara desafinada, su grosera persecución, pura inquisición basada en el desvergonzado uso de recursos públicos para fines propios, está proporcionando una perfecta vía de salida a unos cuantos que ya se veían en la tesitura de tener que afear la conducta a quien no se atreven. Para llorar un río con un ojo y descogorciarse de la risa con el otro, esas columnas o intervenciones tertulieras de los progres de guardia bajo la tesis “Igual lo de Monedero está algo feo, pero lo de Montoro es peor, ¡ande va a parar! ”.
En lo que toca a los medios del ultramonte, la paradójica ayuda al rey Midas de la asesoría internacional consiste en echar sobre los datos ciertos toneladas de toscas exageraciones o, directamente, burdas mentiras. El resultado es que todo lo que hay de verdad en el asunto, que es mucho y bastante gordo, acaba diluyéndose entre la ponzoña baratera y malintencionada o, simplemente, siendo indistinguible del cúmulo de calumnias y fantasías animadas.
Obviamente, ni San Cristóbal el vengador ni los plumíferos diestros pretenden ese efecto. Simplemente se dirigen a su parroquia, capaz de creer a pies juntillas, si es menester, que el toro que mató a Manolete pertenecía al Círculo de Podemos en Linares. Y mientras tanto, el protagonista de la vaina, que es un tipo de astucia probada, sonríe pensando que de esta también sale bien librado.