A la europarlamentaria socialista Eider Gardiazabal la han pillado con el carrito del helado o, para ser más exactos, con el de transportar las maletas en el aeropuerto. Veinticuatro minutos después de fichar en la cámara de Bruselas para echarse al coleto -«bolsillo de cristal», diría su conmilitón López- los 305 euracos de dieta, la veloz diputada ya estaba en suerte de subirse al avión para regresar a disfrutar de su viernes moscoso. Sendas fotografías publicadas en el periódico News of the world han dejado vergonzante constancia de este trile en dos tiempos que, según la desparpajuda culiparlante, “es una práctica generalizada y legal”. Ahí nos duele: como son los posibles cobradores de viáticos los que hacen los reglamentos, resulta que la sisa semanal está amparada por la legalidad, y a ver quién es el guapo que les echa un galgo a sus señorías de dedos largos y morro de mármol. Lo ético y lo estético ni están ni se los espera en la casa de los Juan Palomos que se fuman un puro -mínimo, Cohiba- con nuestras papeletas de voto. Y si alguien levanta la voz para protestar, se aplica la doctrina Pastor: esto no es más que otro chismorreo interesado.
“Nos la tienen jurada”
De hecho, eso es casi tal cual lo que ha venido a decir Gardiazabal, que en lugar de agachar las orejas, reconocer que había sido cazada con las manos en el frasco de Nocilla y prometer que no lo iba a volver a hacer, se ha hecho la ofendida con hedionda teatralidad. De saque, achaca el sofocante episodio a la persecución de una convecina de covacha parlamentaria no muy proclive a este europeísmo de cucuflú que nos han encalomado. Joroba, claro, que alguien rompa la crematística omertá de los escaños ocupados, con honrosas excepciones, por una mezcla de meritorios, mindundis y material de desecho de las respectivas políticas interiores de los 27 estados adheridos a la cofradía. Mayor Oreja, Iturgaitz, Vidal Quadras, López Aguilar… No hace falta seguir, ¿verdad?
No contenta con esa pobretona manera de llamarse andanas, la eurocobradora de dietas obtusas ha añadido que su celérico y temprano viaje post-embolso aquel 28 de enero estaba motivado por una reunión de trabajo. No vayan a la hemeroteca. Ya les cuento yo de qué se trataba: el primer acto de celebración del 125 aniversario del PSE, presidido por Patxi López y con la presencia estelar de Alfredo Pérez Rubalcaba. O sea, que los 305 euros que Eider Gardiazabal Rubial apañó en Bruselas fueron en pago por hacer bulto en un sarao de su partido. ¿Cómo se consigue un curro así?