Aquello era un suelo…..

Foto: elcineensusmanos.blogspot.com

Hoy día no se hacen las cosas como antes. Mucho diseño, mucha estética, mucha conceptualidad, pero lo que es fortaleza de construcción, dudo mucho que se asemejen a las de antaño.

Digo esto, porque creo que ni el mismísimo Palacio Euskalduna se podría comparar en resistencia a los cines de parroquia que había en mi infancia. Aquello era fortaleza. Aguantar a doscientos “asilvestrados” dando patadas en el suelo como locos,  acompañados de gritos y aplausos  cuando en la pantalla  aparecía por el horizonte el séptimo de caballería, que venían a salvar al chico bueno en el momento que estaba a punto de morir  en manos de unos malvados indios.  El sonido de aquella trompeta era la señal para que la marabunta se pusiese en marcha. Eso era aguante.

Tenemos que contar el peso de la “chavalería” y añadirle los kilos de cáscaras de pipas y restos de chuches que poblaban el suelo, además hay que contar con los “individuos” que habitaban en el cine escondidos en los pliegues del tapizado, que aunque su peso no era mucho individualmente hablando, al ser masiva la concentración, el peso se dejaba notar. Si a esto, le unimos el concepto vibrador que podía tener la sala en momentos puntuales, ya os contaré.

El olor a pino Menforsán, tapaba el resto de “perfumes” y socializaba el cine. Los cines mas “pijos” utilizaban otros ambientadores, “Ó de té” “Ó de vete tú a saber” el caso era diferenciarse.

Menos mal que los niños de ahora están más civilizados, solo se alteran, cuando a un “gormiti” le ataca un ser espacial y le destruye, o cuando Bob Esponja se pelea con su amigo Calamardo, –mi sobrina me pone al día- de todos modos, viendo una película de indios creo que no actuarían como nosotros, lo más probable es que a través de su móvil y conectados a Internet, conseguirían quitar la financiación a los indios y de esa forma se morirían solitos y ya no habría que dar patadas al suelo. Visto de esta manera entiendo que ahora hagan los edificios más débiles.

Agur

Huelgas 2.0

foto: foropolitico.es

Que nada es como antes, ya lo sabemos casi todos, pero hay cosas que evolucionan a una velocidad pasmosa y a uno no le da tiempo de asimilar como quisiera. Las huelgas, aquellas huelgas que se preparaban clandestinamente con todo detalle, con el secretismo que requería la situación, aquello eran huelgas. Casi todas acababan en enfrentamientos más o menos campales con la policía, ya se sabía. Me viene al recuerdo las huelgas de Euskalduna, incluso en los momentos más duros existía organización entre los contendientes, la frontera natural era el puente y allí se ejecutaban los más duros combates, pero la hora del bocadillo era sagrada, una cosa es pelear por tus derechos y otra hacerlo con el estómago vacío, las cosas hay que hacerlas con fundamento, que luego te baja la tensión y ya verás.

Ahora el campo de batalla son las nuevas tecnologías. En la pasada huelga de los controladores el enfrentamiento se hizo en los foros de internet y en los platós de televisión. Hemos pasado del trabajador con el buzo azul lleno de grasa, al representante modelo con sus ojos verdes, rubio, con el pelo arreglado pero informal y una caída de ojos que para sí la quisieran muchos políticos. En mi barrio ya me han comentado alguna féminas, que no les importaría nada ir a la huelga con ese sindicalista. Eso es jugar sucio. Al loro, delegados sindicales, se acabó eso de ir con barba de dos días y sin arreglarse, a partir de ahora, gimnasio todas las mañanas, manicura y algo de tinte para el pelo, ah, y nada de alubias con morcillita, a comer verduritas e infusiones, que son muy sanas, y si no queréis, ya sabéis lo que hay que hacer, coger a un@ model@ maciz@ para que represente al sindicato, y a esperar los resultados. Hemos pasado de las pelotas de goma, botes de humo y porrazos a tirarnos bits, tags, blogs y webs. Qué cosas pasan.

Agur

Después de los 30, qué?…

foto: noticias.coches.com

De todos es sabido,  que cuando nacemos los bilbaínos, heredamos de nuestros mayores todas sus manías, gustos y demás zarandajas. Heredamos el partido político, el carnicero, la pescadera y hasta el zapatero remendón, y todo esto por qué?, porque son “de toda la vida”.

En la herencia viene también la costumbre de cruzar las calles por donde nos da la real gana “para eso somos de Bilbao” y claro, luego pasa lo que pasa.

En la puesta en marcha de la nueva ordenanza, por la  que los coches no deben circular a más de 30 km. por hora, veo dos problemas a solucionar urgentemente.

Si actualmente con una velocidad de 50, el personal cruza por donde quiere, al disminuir la velocidad a 30 nos dará más tiempo para cruzar tranquilos, o no? seguramente no tendremos que dejar de leer el periódico al cambiar de acera, con lo molesto que es eso, que se pierde el hilo de la noticia.

Otra cuestión son las multas, no es al primero que la han pillado cruzando un semáforo en rojo y  “tacataca” multa al canto. Claro, primero viene la pregunta de rigor – usted no ha visto el semáforo en rojo? – Hombre, el semáforo si lo he visto, al que no le he visto es a usted señor guardia… y ya está liada.

Desde mi humilde opinión, propongo dos fórmulas para solucionar ambos problemas.

Primera: prohibir circular por las calles de la villa a menos de 140 Km por hora, parece una locura, pero sabéis lo que “acongoja” notar el silbido de los coches a esa velocidad, para cruzar la calle haya que ser “muy, pero que muy de Bilbao”. Creo que nos lo pensaríamos dos veces antes de cruzar. Problema solucionado, si es eso lo que pretenden.

Segunda: ya que el uniforme de los guardias pasa desapercibido, para darles más visibilidad –y de paso, saber donde están- se les podría poner unos pirulos giratorios luminosos en la gorra, de forma, que estén visibles desde cualquier ángulo y de esa forma no tengan que gastar talonarios en multarnos. Puede ser un ahorro de papel para el consistorio.

Esto solo lo digo por ayudar.

Agur

El Bilbao de los milagros…

Foto: urbanity.es

Desde pequeño, siempre he oído decir que Bilbao no se ha caracterizado por ser una capital  donde los milagros se hayan prodigado en abundancia. Eso no quita, que uno de los más oídos y comentados haya sido, el ocurrido hace mucho tiempo en la Plaza de los Santos Juanes.

Parece ser, que antaño en la Villa existía una larga nómina de lisiados, en parte debido a los muelles –la carga y descarga de los barcos producía muchos accidentes- y en parte a la minería. El Ayuntamiento corría con las ayudas económicas a esas personas y dado que el número aumentaba día a día, bien por los accidentes o bien por la “picaresca”, el caso es que llegó un momento en que el erario público se tuvo que plantear dichas ayudas.

Algún prócer del ilustre consistorio, conociendo que había mucho “receptor enmascarado” tuvo una brillante idea y la puso en práctica. Decidió juntar a todos los beneficiados de las ayudas en la plaza de los Santos Juanes, comunicándoles que iban a recibir una ayuda extra del Ayuntamiento. Debió ser un espectáculo ver la llegada de ordas de lisiados con sus muletas, cabestrillos y demás artilugios propios de la traumatología de la época. Cuentan que la plaza se llenó, y mientras escuchaban atentamente al Sr. Concejal, “alguien” soltó un novillo en la plaza, y aquí es donde viene el milagro, gracias a la intermediación de los Santos Juanes, más de la mitad de los lisiados soltaron sus aparatos y salieron corriendo, confirmando así que el milagro se había producido. Gracias a Dios.

Nadie me ha dicho que pasó con los verdaderos heridos, espero que el novillo tuviese piedad con ellos. Al final, el Ayuntamiento contento –ya le cuadraban las cuentas- y otros no tanto –se les acababan las vacaciones-.

Lo cuento como me lo han contado, y es posible que haya muchas “variantes” del tema. Si sabéis de alguna, me gustaría conocerla.

Mirándolo bien, ahora que el Gobierno Vasco anda buscando a los defraudadores de las ayudas, bien les podría servir el sistema. Lo digo solo por comentarlo.

Agur