Nueva legislatura, nueva Ley de Igualdad

Con el adelanto de las elecciones al Parlamento Vasco, se ponen en marcha los motores para empezar a diseñar qué queremos y necesitamos los y las ciudadanas de Euskadi de cara a la nueva legislatura. Un tema clave que hay que abordar sin duda, es el de la Igualdad entre mujeres y hombres.

Ya han pasado más de 11 años desde que entrara en vigor la Ley 4/2005, de 18 de febrero, para la Igualdad de Mujeres y Hombres en Euskadi. Esta ley fue en su momento el resultado de una gran actividad dentro de la agenda pública (con Emakunde a la cabeza) y contó con la participación de diferentes colectivos feministas y grupos de mujeres comprometidas en llevar a cabo y hacer realidad el avance hacia la igualdad. Desde su aprobación, se convierte en el marco de referencia de las políticas de igualdad en la CAE y marca un hito al integrar, dentro de sus principios generales, la perspectiva de género en todas las políticas que lleven a cabo los poderes públicos.

Sin embargo, una ley no lo es todo: a menudo se confunde la igualdad real con la igualdad formal provocando lo que se ha venido a denominar el «espejismo de la igualdad» es decir, creer que como hay normas que defienden la igualdad ésta ya está conseguida. Y nada más lejos de la realidad: como afirma MacKinnon, “Mientras el dominio masculino sea tan efectivo en la sociedad (…) ni siquiera una garantía legal de igualdad entre los sexos producirá igualdad social”.

igualdad

Aunque el marco normativo para la igualdad de oportunidades es amplio, hay muchos factores que contribuyen a que la Igualdad real no sea un hecho conseguido ya que legalidad y realidad son, todavía hoy, cosas distintas. La igualdad formal no implica igualdad real ya que aunque la normativa al respecto es imprescindible, no es suficiente, siendo necesario un cambio en los valores que transformen la sociedad y erradique las desigualdades. Son necesarias leyes sin duda, pero estas deben ser cumplidas y es el estado quien deber ser garante de su cumplimiento.

Es cierto que la Ley Vasca 4/2005 fue pionera y referente para otras muchas en el estado español, pero no es menos cierto que han pasado once años y es necesaria una revisión profunda de la misma. Sobre todo porque está redactada con un lenguaje laxo en muchos casos, y falta una clara actitud sancionadora en su incumplimiento ya sea por una entidad o individuo. Al fin y al cabo, se obliga a poco utilizando verbos como fomentar o promover… y por tanto, la obligación que se deriva, es cuando menos incierta.  En este sentido, y además de otros apartados de la ley que requieren un vasto y pormenorizado análisis de cada capítulo, quiero destacar dos temas transcendentales donde esto ocurre más claramente, como son los capítulos referentes a los Planes de Igualdad y la actuación en el sector privado.

Otro tema crucial que hay que abordar con urgencia es el de la Violencia Machista. Hay que dar pasos importantes para avanzar en la erradicación de esta lacra que menoscaba la libertad de las mujeres y acaba con sus  vidas.  Hace falta dejar de preguntarse qué más podemos hacer y poner en marcha un gran Pacto Interinstitucional que aborde este tema de forma transversal. La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género estatal es a todas luces insuficiente y hay que cambiarla, pero lo referente a este tema en la ley vasca, debe ser también objeto de revisión.

stop machismo

A esta ley le ha llegado la hora de renovarse a través de una reflexión profunda acorde a la situación actual. Es por ello que pienso que este debiera ser uno de los temas claves a abordar por el Parlamento Vasco en la nueva legislatura. Nuestra economía, avances sociales y por tanto el bienestar de la sociedad vasca dependen de que la igualdad entre mujeres y hombres sea de una vez por todas real y no sólo formal. Y las leyes deben estar hechas con ese objetivo. Leyes pioneras y avanzadas que se cumplan con rigurosidad, y sobre todo que sean fruto de una radical apuesta por esa transformación social que acabe con la discriminación y con la consideración de que el 52% de la población, las mujeres, sigan siendo a día de hoy, ciudadanas de segunda.

Decía Amelia Valcárcel allá por 2012: “Cada vez que (el Feminismo) ha reclamado igualdad, siempre se le ha respondido con una explicación de por qué la igualdad es imposible o una explicación de por qué la igualdad todavía no existe y su condición de posibilidad ha de remitirse a un futuro incierto”. Si el futuro está en nuestras manos, hagamos que sea cierto.

MacKinnon, C.A. 1995. «Hacia una teoría feminista del Estado»

Valcárcel, A. 2012. «La política de las mujeres»