Los últimos de Artxanda

Viernes 4 de octubre de 2019

Tengo en casa un cuadro pintado por Imanol Yunta. Es un bodegón donde se ve un pedazo de queso, una botella de vino, algo que parece un jamón. Me lo regaló y pintó en 1978 el entonces Presidente de la Asociación de Mutilados de Guerra. Quizás el hambre que pasaron les motivó para no olvidar lo mínimo. Yunta había sido miliciano, era de Irún y, tras la muerte de Franco, revindicaba se les tuviera en cuenta como el franquismo había tenido en cuenta a sus mutilados. En los trenes, tranvías y autobuses siempre había un asiento reservado “Para Caballero Mutilado”. Cobraban pensión y los estancos eran casi todos de estos servidores de aquella sublevación militar. Lógicamente, los republicanos que se habían pasado cuarenta años invisibilizados, pedían salir a la luz.

De ahí el cuadro porque a sus nietos nos tocó bregar con una Administración insensible que había hecho el perverso cálculo de que esa demanda iba a durar la vida de los ilustres Mutilados, es decir muy poco. De cálculo físico andaban mal los de la ventanilla porque muchos de ellos duraron treinta años más por lo que sus pensiones y tratamientos fueron puestos al día. De ahí que el viejo miliciano irundarra me regalara el cuadro que su afición había pintado.

Este último mes han fallecido dos gudaris muy conocidos. Uno en Portugalete, José Moreno y otro en San Sebastián, Gerardo Bujanda. José Moreno fue un soldado raso voluntario del batallón San Andrés, el clásico perdedor de una guerra que pagó su cuota de cárcel y persecución. Gerardo Bujanda fue un gudari gipuzkoano, con dos hermanos muertos en el frente que llegó a ser diputado en 1977.

Moreno no pintaba pero escribía. Se la pasaba mandado cartas al director de todos los periódicos reclamando la atención hacia el exiguo colectivo que en cada invierno iba perdiendo soldados. Disparaba con cartas. Lo que no había podido Franco con sus ataques militares lo estaba logrando el óxido del tiempo y los achaques. Pero tanto Moreno como Bujanda han muerto los dos con cien años bien llevados. Eso significa que si la guerra les estalló en 1936 andaban por los 17 años. Significa asimismo que quedan muy pocos.

Iban Gorriti ha logrado saber que nos quedan vivos ocho jóvenes soldados de más de cien años entre gudaris y milicianos. Y hago la distinción pues ellos la hacen. Los Gudaris eran jóvenes voluntarios nacionalistas, los Milicianos jóvenes voluntarios republicanos. Y lo malo del caso es que habiendo tenido el Gobierno Vasco a su servicio un Ejército que jamás volverá a tener, hoy es el día que nunca se han preocupado en serio de tener algún departamento que se ocupe de ellos ni que promueva ediciones de sus gestas, películas de sus vidas y mucho menos han promovido, pero en serio, una especie de Monumento al Soldado Desconocido que podía estar situado en Gernika. Si, ya sé que el chiste es fácil: aquí nos conocemos todos.

Y eso que el Gobierno Vasco en el exilio consagró el que cada 15 de octubre fuera el Día del Soldado Vasco ya que en 1937 y en ese nefasto día fusilaron en Santoña a dos soldados del PNV, del Jagi, del PSOE, del PC, de IR, de la UGT, de ELA. Fue un escarmiento espantoso, como harían los nazis, incluyendo en ese terrible paquete de muerte al jefe de Euzko Gudarostea Ramón Azkue.

Somos un país que se pasa el día hablado de identidad, de memoria, de gestas pero asimismo somos incapaces de ponernos de acuerdo para promover algo colectivo incluyendo a gudaris y milicianos y recordando que un mal día interrumpieron su juventud para defender con las armas aquella incipiente Euzkadi.

José Moreno promovió con otros viejos y reumáticos soldados la plataforma Aterpe que erigió en Artxanda un Monumento con una gran Huella, y que lograron ir sumando cada año, a su acto anual, no solo a nacionalistas y socialistas sino a anarquistas, republicanos y sindicalistas. Cada 19 de junio aniversario de la caída de Bilbao, que el régimen celebraba como la de su Liberación, nos reuníamos en Artxanda personas de todos los partidos y recordábamos que en dicho monte había tenido lugar la última batalla como tal de la guerra. Unos cantan el Euzko Gudariak, otros la Internacional.

Desgraciadamente José Moreno nos ha hecho la faena de irse y los que quedan ya no están para muchas músicas. Sin embargo no podemos contentarnos con ir a sus correspondientes funerales sino promover alguna plataforma cívica de todos los que se negaron a dejarse vencer por el fascismo internacional y por el franquismo local y lucharon de manera abnegada por unos valores y por una democracia que iba a ser conculcada.

Los últimos de Artxanda merecen sigamos recordándoles y comentando a nuestros nietos que hace 83 años hubo en Euzkadi un Ejército de gente limpia que luchó para que ellos vivieran en democracia. Que no es poco.

Un comentario en «Los últimos de Artxanda»

  1. De acuerdo con todo lo que dices. Visito a menudo el monumento de Artxanda , y pongo un lacito con la ikurriña en el monolito, allí donde aparece el batallón de mi aita. El
    Lenago Il .En su memoria y la todos los nuestros. Agur.

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