Domingo 21 de febrero de 2016
Henry Ramos Allup es el nuevo presidente de la Asamblea venezolana y un viejo zorro de la política, un adeco con uña en el rabo, un tipo valiente con una oratoria directa y espectacular y una personalidad curtida que no le importa cantarle las cuarenta al presidente Maduro estando separado de él por un metro. Lo hizo cuando éste fue a la rendición de cuentas anual. Es la ventaja de la experiencia y de la edad.
Previamente, y tras las elecciones del pasado 6 de diciembre en las que la oposición barrió a Maduro, ordenó sacar los cuadros de Hugo Chávez y de un Bolivar chavista, de la Asamblea. No le tembló el pulso. ”Llévense toda ésta vaina para Miraflores o se lo dan al aseo”. La imagen del Bolivar chavista para Henry Ramos era un retrato falsificado que Hugo Chávez inventó. ”Se trata de una patraña oficialista con el intento de africanizar a un blanco indubitable como Bolivar”. Y el retrato de Bolivar, el que le gustaba al propio Libertador, volvió a la Cámara. Es el que tenemos en la Plaza Venezuela en Bilbao, enfrente del ayuntamiento.
No le veo a Patxi López sacando a patadas los cuadros de los presidentes franquistas de las Cortes, Esteban Bilbao, Antonio Iturmendi y Alejandro Rodríguez de Valcárcel que cuelgan en los pasillos del Congreso y que ningún presidente socialista se ha atrevido a mandarlos “al aseo”. Para eso hace falta ser un socialista pata negra como lo es Henry Ramos Allup.
Esta vivencia de hace dos semanas me ha recordado otra con Sabino Arana. Y tiene su miga.
Solo he conocido a dos personas que a su vez conocieron a Sabino Arana. Uno fue Don Manuel de Irujo. Y lo recuerdo en el mitin en Bilbao de cierre de campaña en junio 1977 con su fogosa oratoria contándonos como había ido con su padre, Daniel, abogado defensor de Sabino, a la cárcel de Larrinaga donde estaba recluido el fundador del nacionalismo por enviar un telegrama de felicitación al Presidente de los Estados Unidos, por la independencia de Cuba. ”Ese abrazo que me dio, os lo doy yo aquí a vosotros”. Y la Casilla puesta en pie se cayó de aplausos.
La otra personalidad es D. Javier de Gortazar y Manso de Velasco conde de Superunda y Grande de España. Por afiliarse al PNV renunció a sus derechos aristocráticos. Buena lección para los que se mueren por una condecoración hoy en día. Era todo un señor. Su padre había sido presidente de la Diputación y él uno de los primeros seguidores de Sabino Arana.
Don Javier fue presidente de Juventud Vasca de Bilbao y creador del diario Euzkadi. La E gótica es suya. Hombre activo y emprendedor, muy discreto, concibió poco después la creación del primer diario deportivo del estado. En 1924 salía a la calle Excelsior y Gortazar lo integró en el Grupo de Euzkadi y la Tarde. Eran la artillería del pensamiento sabiniano. Hombre religioso y de gran bondad fue una persona muy querida. Con Ceferino de Jemein fue creador de Sabindiar Batza de la que sería su primer presidente y quien promoviera la edición de las obras completas del fundador del PNV. Delegado del Gobierno Vasco en Bayona falleció en Bilbao en 1977 con 99 años.
Pues bien. Tuve la fortuna de conocerle y en unas navidades en las que nosotros vendíamos, entre otras cosas, calendarios, vasos, postales y monedas de oro y de aluminio para sufragar los gastos de Radio Euzkadi que transmitía clandestinamente desde Venezuela y cuyo mantenedor era el bergarés Jokin Inza con sus quinielas, tarjetas de navidad y esas monedas, me dijo con mucho tacto que el Sabino de perfil que aparecía en las monedas no era el adecuado. Al día siguiente me hizo llegar su argumentación que la transcribo por primera vez. Decía asi:
“Los pueblos, cuando quieren honrar la memoria de sus hombres célebres, buscan entre los retratos que los familiares conserven aquel que pueda dar a las generaciones venideras la impresión más exacta de sus rasgos fisonómicos.
Los vascos no hemos procedido así con respecto a Arana-Goiri-tar Sabin. Por eso, los que tuvimos la suerte de conocerle (los que de muchachos le servíamos de modestos colaboradores en la distribución de su propaganda, los que le visitábamos en la cárcel, los que le veíamos a diario en su tertulia del «Centro Vasco» de Bilbao) sentimos el temor de que los jóvenes nacionalistas de hoy y los que, después de ellos, sientan brotar en sus pechos la llama del patriotismo tras la lectura de las obras del Maestro, se formen de la figura de éste una idea equivocada.
Es que de los retratos que se guardan de Sabin, sólo uno y precisamente el peor es el que se ha prodigado como si llevara una garantía de autenticidad. Y ese es un retrato en cierto modo camuflado, ya que se obtuvo recortando la figura del Maestro de una fotografía que se hizo con su esposa en la cual él, sentado, miraba a su mujer, de pie a su lado. Por la forma en que estaba compuesto el grupo, Sabin aparecía de perfil y con la cabeza echada hacia atrás para poder mirar hacia arriba. Al eliminar la figura de su esposa, quedaba él en una actitud forzada, que nada tenía de peculiar. Por si ello fuera poco, después un pintor que no había conocido a Sabin hizo de ese retrato camuflado un cuadro al óleo para el «Centro Vasco» de Bilbao, y de éste cuadro se sacaron más tarde cientos y cientos de fotografías que se distribuyeron en Batzokis y «Juventudes» y por los domicilios de los patriotas.
En cambio, permanece ignorado el retrato que más fielmente refleja la fisonomía de Arana-Goiri y aquella mirada suya que transparentaba su inteligencia, su bondad, su firmeza y su imperturbable serenidad. Es la fotografía hecha en la celda del pabellón para presos políticos que la Diputación de Bizkaia estableció por iniciativa de Sabin en la Cárcel de Larrinaga y que a él correspondió estrenar.
Aparece Sabin en ese retrato sentado, en su mesa de trabajo, con la pluma en la mano vuelta la cara hacia el objetivo, de tal manera que sus rasgos quedan completamente de manifiesto. Ese es el retrato verdadero, el único digno de conservarse, el que mejor que otro alguno da idea de cómo era el Maestro en la plenitud de su talento y en lo más fuerte de la lucha que sostuvo para despertar a Euzkadi de su letargo y para desenmascarar a sus enemigos.
Porque conocí a Sabin y porque le recuerdo tal como esa fotografía lo representa, es por lo que vengo batallando por conseguir que sea ese retrato el que se adopte, con exclusión a ser posible del que lleva, desgraciadamente, camino de imponerse como único, siendo evidentemente el peor.
Eso he propuesto a «Sabindiar-Bata» (Instituto Sabiniano) y eso propongo igualmente a «Eusko-Gastedi» y a ustedes en Venezuela. No sea que por una desidia nuestra, las venideras generaciones de seguidores de Arana-Goiri’tar Sabin no se lo puedan representar tal como era en realidad”.
Gortazar’ tar Txaber.”.
Queda escrito,Don Javier.