Babel y su torre

Hace unos meses, tras escuchar una conferencia/perorata biotécnica macarrónicamente trufada de términos en inglés, tuve que oír de la misma persona, presuntamente culta, que el vascuence es un idioma impostado porque el 80% de sus términos eran prestados del castellano. Sin comentario, porque la evidencia precisa poca demostración.

Desde 2011 en el Senado español se pueden utilizar las lenguas cooficiales y el pinganillo babélico es algo habitual. Aunque los peperos se opusieran en su día, no parece que estén ahora, con mayoría, por la labor de apoyar a Rosa Díez en su propuesta de ahorrarse los 350.000 euros al año de la traducción simultánea que para ella son un despilfarro.

Se olvida la exugetista y exsociata de que en este país en almoneda mientras agita su bandera futbolística existen otros muchos despilfarros a los que ella no presta mínima atención. Al escribir este párrafo compruebo que el corrector automático me remarca insistentemente «pepero», «exugetista», «exsociata» e «impostado», aun cuando la RAE ya ha dado su visto bueno a la inclusión de estas palabras/palabros en el diccionario de la lengua española.

 Visto bueno a estos términos nuevos o enmendados y a 1.693 más junto a ellos, entre otros casi todos los que cualquier persona mínimamente familiarizada con los ordenadores utiliza habitualmente como chatear, blog, smartphones, tablets, sms, lápiz de memoria, usb… me imagino que como interludio antes de aceptar todo el pak del bloque informático inglés completo con iPad, tuit, tuitero, iTunes…

También podremos comer sushi en lugar de pescado crudo con arroz y algas y decir que Iríbar hacía grandes paradones, y tendremos términos cercanos como canalillo, acojonamiento, clitoriano, culamen, friki, gayumbos… cuya aceptación en el diccionario nos harán aflorar la sonrisa que tanto necesitamos, o la preocupación con «la prima de riesgo» y demás riesgos «riesgo sistémico» o «riesgo país»… que la RAE acepta ahora. Por fin también aceptan «euskaldún/euscaldún», por algo se empieza.

Aunque a un euskaldún le pueda resultar bastante hiriente la aceptación del vocablo zulo en su acepción castellano bastante negativa o que existiendo ocupa/ocupar se haya asimilado el movimiento radical de ocupación de viviendas o locales deshabitados con okupa/okupar. Algunos verán en estos cambios un Babel ingobernable preludio del gran diluvio, pero no estaré yo entre quienes obliguen a expresarse en un solo idioma en el senado ni pensaré jamás que la RAE maneja un idioma impostado porque acepta los términos que necesita y ya usan sus hablantes.

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