Deudas, hijos y herencias

Mal que bien y con pesarosa marcha zancajosa el viejo Borbón, bribón rijoso y achacoso,  deja en herencia a su hijo la corona. Claro está que éste no pagará impuesto de sucesiones  ni cualquier otro gravamen fiscal, porque los democráticos reyes españoles no pagan sino que sólo cobran del erario fiscal común.

El sábado asistí invitada a la boda de Aitor-Olatz&Olatz-Aitor, una pareja mucho más que encantadora. En 2013 disminuyeron un 9% los matrimonios en Euskadi. Así que, aparte del hecho mismo de casarse y de que además lo hagan en el espléndido marco de la iglesia de Elantxobe, que denota distinción y buen gusto, llama la atención algo ya habitual: la edad de los contrayentes, treintañeros maduros establecidos profesionalmente, en el entorno de edad de los matrimonios celebrados en Euskadi, entre 30-35 años.

En el paisaje bucólico de un Ereño primaveral, entre las decenas de invitados sólo pude contar dos niñas, un niño, una adolescente, varios veinteañeros y una nutrida y bulliciosa camada de treintañeros, amigos y compañeros/as de los novios. Algunos de éstos estaban casados y unos poquitos tenían hijos pequeños, la excepción. En el banquete los que necesitaban edulcorante eran mayoría. Nada que no siga el patrón medio de fecundidad y esperanza de vida en nuestra comunidad.

Escuchando a estos valientes jóvenes padres, la retahíla de quejas sobre raquíticos apoyos oficiales, la fiscalidad, guarderías, horarios, la dificilísima conciliación familiar-laboral… dan ganas de condecorar como héroes de lo cotidiano a quienes se embarcan en la progenie, un proceso vital reservado para osados o adinerados.

 Según el Eustat un varón vasco puede esperar vivir 79 años con 49% de probabilidad de casarse, mientras ellas vivirán 85,4 con 54% de probabilidad matrimonial, y lo más remarcable: tendrá un solo hijo.

Positivo, que la esperanza de vida aumentará, en 2025 para ellas hasta 88,4 años y para ellos hasta 82,6. Preocupante, la edad media de maternidad está en 32 años.

Para reflexionar, la fecundidad está en mínimos: 1,3 hijos/mujer, lejos del 2,1 necesario para renovación poblacional. Además, desaparecen los terceros hijos ¡No estamos para lujos!

Los porcentajes estudiados los vi representados entre la alegría y buen rollo de una boda feliz. La vida de casado/a no es siempre como la del primer día, pero…

Mientras los hijos se sigan engendrando bisabis, si no se favorece/estimula a los/las jóvenes para que la sociedad siga existiendo, ni deuda/déficit/crisis ni nádená, todo sobra.

Así que, zorionak a Olatz&Aitor, por valientes… y que sean muy-muy felices con hijos/as que les hereden.  

 

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