Oído selectivo al clamor popular

LA democracia directa sería el ideal de gobernanza, pero siendo tantas la representativa se impone, quedando el clamor popular como grito vehemente de una multitud, a la espera esperanzada de ser atendida por quienes detentan el poder delegado.

Hoy están llenas nuestras calles de clamores populares en tono cada vez más agudo. Me temo que con razón. Hasta dar la impresión de no haber suficientes días en el calendario para manifestar toda la indignación por tantas cuitas irresueltas.

El clamor popular contra el vesánico asesinato de un niño en Almería, sobredimensionado y muy bien orquestado desde ciertos medios, ha coincidido, ¡casualidad!, con trámite parlamentario para eliminar la prisión permanente revisable. Aquí el gobierno ha hecho gala de tener muy buen oído para el grito popular de “¡Más madera!”, aduciendo precisamente que esa inhumana figura penal es lo que reclama la mayoría de la población. “Escuchen la voz de la calle”, espetó a los demás quien suele ser sordo a esos clamores. Incluso citaron a familiares de víctimas para crear el ambiente idóneo que compeliera a los diputados a votar con sus vísceras en lugar de con su razón.

Hace unos días, un 8-M multitudinario clamó contra las desigualdades que aún sufrimos las mujeres. La receptividad de oído a estos clamores ha sido más bien escasa cuando no desdeñosa, seguramente por sordera disfuncional temporal de género.

El clamor en Catalunya por un referéndum sobre sus demandas ha sido ensordecedor. Ya estamos viendo la finura de oído a este clamor de varios millones de catalanes.

Con esta secuencia de sorderas discrecionales sería demasiado pedir que prestaran oído al clamor (popular, Tribunal de Estrasburgo y del Comité Derechos Humanos) contra la tortura, contra la condena por expresiones de la libertad de opinión, o para no aplicar leyes antiterroristas a acciones delictivas comunes como en Altsasu.

El sábado nuestras calles llenas de jubilados clamando por pensiones dignas. Llamativa la sordera institucional del gobierno a sus demandas;más llamativos (o directamente despreciables) los comentarios de responsables financieros mientras adoban rescates bancarios, salvan autopistas quebradas o incrementan el presupuesto para parásitos sociales como la familia real y aledaños.

El profesor Innerarity en su reciente libro Política para perplejos refiere que la indignación está dando paso a la perplejidad social, porque no encontramos recetas correctoras a los problemas por los que protestamos: seguridad, pensiones, trabajo, inmigración…. De aquí que haya muchos que prefieran votar a quien gestione su rabia antes que a quien pueda solucionar sus problemas. Aquí surge el populismo torticero (Ciudadanos entre otros), que trapacero y zigzagueante entre encuestas se presenta precisamente como gestor de esa rabia sin solucionar conflicto alguno. Lo preocupante es la reflexión de que los mismos que ahora protestan, con razón, por las pensiones mal gestionadas, han sido quienes han votado a los partidos despilfarradores durante las últimas décadas.

Por esto añoro la realidad auditiva de Suiza, donde todo se somete a votación, además vinculante. Votaron sobre instalar o no alminares. Salió que no y no se construyeron. Aquí instalar o no una mezquita dependería del buen oído del gobernante al clamor popular. Pero claro, entonces no podrían engañarnos con lo que les viniera en gana, y no es plan.

 

San Valentín

 

NIÑAS AFRICA
Millones de niñas siguen siendo sometidas a la mutilación genital femenina, que vulnera sus derechos como personas.

 

Enlazando los últimos coletazos de los coloridos carnavales y los primeros rigores cuaresmales esta semana llegará sanvalentín con toda su letanía de publicidad comercial para que manifestemos el amor al amado/a en su sentido más romántico, o no. La relación él/ella en sus múltiples variedades sigue siendo el dardo en el corazón. Así que nadie repara en que sanvalentín sea un invento, aceptando que su hipertrofia comercial produce pingües beneficios económicos y de paso ayuda a tener coartada para realizar las compras que no hicimos en enero y punto. Lo de la profundidad de la relación amorosa es otro aura.

Como fruto casi siempre de una relación él/ella con final no tan rosa ni sanvalentiniano, en lo que llevamos de año han asesinado a siete mujeres (otros hablan de 11 víctimas) por el hecho de serlo. Es la punta más visible de un iceberg de otras violencias, tanto físicas como sicológicas, no tan fatales pero sí bastante aniquiladoras.

El pasado sábado, anudado al calendario de celebraciones y días D tenemos oficializado el recuerdo a las mujeres que sufren alguna mutilación genital (MGF). Resección del clítoris, de los labios mayores, infibulación vaginal… y otras formas de mutilación que no producen ningún beneficio, sólo daño a las niñas/mujeres, causándoles hemorragias graves, infecciones, infertilidad, complicaciones en el parto y mayor riesgo de muerte de recién nacidos. En todo caso, es una tradición de iniciación trasformada en ultraje a la mujer sólo por serlo.

Doscientos millones han sido mutiladas genitalmente, principalmente en Sudán, Guinea, Djibouti, Indonesia, Gambia…. Países lejanos, cierto pero no tanto, porque aquí y allí los derechos de las mujeres son derechos humanos, y porque entre nosotros conviven personas que practican esta tradición entre sus hijas; en Cataluña el año pasado hubo 216 casos y según la Fundación Wassu-UAB  hay 17000 niñas en riesgo de ser mutiladas.

Hay rayos de esperanza. En Gambia donde está fuertemente arraigada (75%),  vinculada a la tradición y a los lazos familiares, han aprobado su primera ley contra la MGF con multas y cárcel para los implicados. Pero más que los castigos, el éxito ha llegado de la implicación de la población a través de «la transmisión del conocimiento en cascada» a todos los estamentos sociales, especialmente al sanitario que ha reducido sensiblemente su participación en las mutilaciones. O  preservando también el valor cultural que esta práctica tiene para ellos ofreciéndoles como alternativa un rito de iniciación sin mutilación. Gambia mejora, lentamente, pero mejora.

A pesar de este rayo de esperanza, para 2030 se calcula que aún 86 millones sigan sufriendo esta ominosa tradición patriarcal.

Un recuerdo para ellas, porque también tienen derecho a su sanvalentín rosa y de confeti.