Sigo en Lo Pagán, pedanía de San Pedro del Pinatar, disfrutando de sus hermosas playas de Villananitos y la Puntica, donde el mar apenas llega a cubrir hasta la cintura y las aguas cuentan con un alto grado de sal, yodo y otros minerales.
En el pueblo se disfruta de un espectacular paseo que nace desde el Molino de Quintín y la playa de Villananitos, donde se forma la playa de la Mota. Si llegas hasta el final, tienes la impresión de «tocar» la Manga del Mar Menor, que se adentra en el Mar por Cabo de Palos.
Por el otro costado de este paseo de casi tres kilómetros, se llega al Molino de Calcetera, desde donde se puede acceder a playas de aguas de lodo natural, que están próximas a las salinas.
En Lo Pagán están Las Salinas de San Pedro, hoy Parque Regional con multitud de aves migratorias. En sus aguas se pueden ver a los flamencos y si te metes dentro del corazón del parque, puedes realizar excursiones a pie y descubrir hasta las más singulares y desconocidas aves.
El poder terapéutico de los barros ha sido para muchas personas un gran descubrimiento. Es un paseo peatonal único, excepcional y a las horas que el sol más calienta, se ve a muchas personas, de todas las edades, completamente cubiertos de lodo negro paseando al sol.Ademas, para los que prefieren tratamientos más refinados, se encuentran varios hoteles especializados e incluso un centro de talasoterapia considerado el mejor de esta especialidad de toda Europa.
Otro de los atractivos de la zona es visitar la lonja del pescado en Lo Pagán. Allí recalan los pescadores y ponen en venta las partidas de pescado. Se acercan los hosteleros de la zona y se crea un ambiente muy curioso.
El pescado se revisa, comprueba y se separa para prepararlo para la subasta.
Es costumbre desayunar y comer a media tarde los churros en el chiringuito que está al lado del «Venezuela» -un restaurante de toda la vida de Lo Pagán para arroces y pescados y que desde siempre en nuestros viajes nos hemos sentado a su mesa a disfrutar de una paella excepcional, yo siempre digo que para mi la mejor sin duda que he probado.
Y otro de nuestros rincones especiales es el Bar-Restaurante Domingo el Portugués, donde sirven unas tablas de pulpo memorables, unas sepias a la plancha exquisitas y un bacalao con cebolla o en tomate, que lo bordan.
Antes de irnos, hemos comido en el bar y como siempre encantadas.
Dejamos nuestro rincón con encanto, aunque en este caso podemos hablar de nuestro refugio…, pero volveremos.