CHICAGO, Chicago, aquí estamos.
El viaje curiosamente nos ha sorprendido, pues llegar a estas tierras siempre tiene su «aquel» y el que nos correspondía llegó al minuto 1 en el aeropuerto de Bilbao realizando el check in del viaje, cuando la azafata de Lufthansa comenta que mi ESTA (que es el documento por el que el Gobierno se USA te permite entrar a su país), no corresponde con los datos del pasaporte y no me emite el billete.
Me voy al mostrador de Adena, de aquí a información y allí me encontré con un ángel que se llama Amaia y me dijo que tranquila que pedíamos nuevamente el documento y que de la misma se solucionaba. Pues sí, así fue (increíble, pero cierto) me dejó su ordenador, hice la solicitud y de inmediato me llegó el ok! y pude volver al mostrador con mi nuevo ESTA y recoger el ansiado billete.
He de decir, que este percance me dejó sin habla durante un par de horas (quienes me conocen sabrán el alcance de estas palabras) y tras la llegada a Frankfurt y alcanzar la puerta de salida y nunca mejor dicho, porque nos correspondió la «gate 69», sentimos que ésta era una señal para dar un giro a nuestra suerte y nos vinimos arriba .
Dicho y hecho pedimos un cambio de asientos porque la «ejecutora» de los billetes nos había colocado a cada una en una esquina. Impresionante, nos hicieron el cambio y para dentro.
Tras 9 horas de galletas saladas, refrescos, bandeja de pollo, sandwich, nueva horneada de galletas, caramelos, vuelta al sandwich, … llegamos con una dolor de cabeza tremendo pues una de las características de este avión es que el 40% del pasaje eran bebés y aunque de nacionalidades varias, con un lenguaje común el «alarido».
Llegamos a tierra, pasamos por inmigración sin incidencias, salieron nuestras maletas prácticamente las primeras y a la calle donde un voluntario (jubilados que se dedican en este caso a informar a los viajeros), nos indicó el sistema para conseguir un taxi, el precio y además al final llamó él directamente porque el taxista que nos llevó, creemos seriamente que presentaba problemas de entendimiento incluso con su amigos.
Nos alojamos en el barrio de Elmhurst cerca del aeropuerto. Esta zona cuenta con una línea de tren que nos permite acercarnos al Dowtown que es donde se encuentran los sitios de interés.
Este es un barrio muy tranquilo, con sus casitas abanderadas, con sus buzones americanos, sus flores, sus «Wellcome¨s» en la puerta y su supermercado Walmart donde hemos hecho nuestra primera compra para la cena.
Cenamos pan de molde con semillas y mortadela, uvas y neftarinas de Illinois, yogures y agua.
Son las 04:00 de la mañana, tenemos 17º y nosotras jet lat, estamos preparando el recorrido de mañana y ahí fuera está despejado.
Nos falta café y ansiosas por nuestro momento «Starbucks», ya gritamos eso de … Is there some reason that my coffee isn’t here?
Ahora intentamos dormir un poco y enseguida arrancamos.
Presentamos a nuestra mascota Ossy, viene con nosotras y no es de muchas palabras, pero … tiene una mirada !!!
Aeropuerto Frankfurt, gate 69, nos sorprende leyendo la prensa (es un políglota el Ossy de alucinar).