Dia 22 de julio, 24 grados y subiendo. Muy soleado. Este es el tercer día que estamos en ruta y ya hemos asentado unos conocimientos básicos que hacen que todo ruede mejor. Primero, imprescindible por la mañana antes de arrancar el bólido ir a la máquina de los «ice» que es como aquí llaman al hielo y cargamos «free» que por significar gratis, es una de las palabras que más nos gustan. Y ahora sí, llave de contacto y a la carretera. Segundo, hemos descubierto nuestro coffee preferido con sabor hazelnut o avellana. Uhmmm!!!! delicioso, … estamos totalmente enganchadas, nos movemos con nuestra jarra por todas las gasolineras (que es ahí donde lo encontramos), con una soltura terrible y hemos detectado que a patir de media tarde el relleno de la jarra (que ya nos salía la mitad de precio por llevar el recipiente), a esas horas en muchas es gratis. Suponemos que es «la hora feliz», pero en versión coffee, …¡nos molan estos yankis!. Para nuestra supervivencia y seguir en unos días sin reventar la talla actual, hemos llegado a la conclusión que la denominada unidad dentro del sector hostelero-americano, es lo que nosotros llamamos el doble, por tanto pedimos una ración para dos. Ellos encantados y nosotras seguimos levantándonos de la mesa con dificultad, pero limitamos los riesgos. Y por último, tienen unas frutas y verduras realmente buenas y sabrosas, pero tomate, aún no hemos conseguido uno con un sabor de levantarnos la boina. Seguimos intentando. Iniciamos la ruta con un buen desayuno en el Cozy Drive In. Degustamos un par de Cozys que sirven desde que en 1950 se les ocurrió la idea de servir el hot dog como si fuera un chupa chups. El perrito va revestido de una especie de rebozado que se asemeja al pan, bien crujiente y está bien rico. La verdad que muy recomendable, el restaurante ambientado al estilo 66 está muy agradable. Todo ello en Springfield que es esa ciudad que todos pensamos que viven los Simpson y parece que no es así, dado que en Estados Unidos prácticamente Springfield´s tienen todos los estados, así que nuestra familia favorita es un poco de todos estos sitios y lo que sí es esta ciudad, es que es la capital de Illinois, aunque por su importancia muchos creen que es Chicago. Luego nos hemos ido a ver al Giant Lauterbach y a sus pies nos hemos sacado unas fotos en las que nos ha puesto su mejor sonrisa y seguido dispuestas a adentrarnos en el mundo de las Harley-Davidson y que no se diga que hemos realizado la ruta sin probarlas, nos fuimos a un concesionario donde estuvimos sentándonos en unas cuantas. Nos lo pasamos de miedo, todo un mundo de «merchandise», desde las propias motos, pasando por gafas, chamarras de cuero, … hasta el neceser. Incluso nos propusieron una rebaja para hacernos con una que era como un gran sofá de cuero, pero …muchos colores, … que si azul, que si roja, … de pronto una de color naranja…. bueno, imposible decidirse, … así que proseguimos en coche hasta el Lincoln Home National Historic Site, en el 8th & Jackson Streets, de Springfield. Se trata de un parque que han abierto en la calle de Abraham Lincoln, manteniendo la apariencia que tenía en 1860. Aquí vivió durante 17 años y nacieron 3 de sus 4 hijos. Es un paseo muy interesante donde se pasa un buen rato visitando no sólo su casa sino también la de sus vecinos. Luego en el visitor center descubrimos un montón de libros de cocina relacionados con el Presidente y sus preferencias en la mesa, con recetas de la época. ¡Tremendo rato, maravilloso!. Tras la lectura y con un hambre descomunal nos acercamos al The Ariston Cafe en Litchfield y nos hemos vuelto a dar un homenaje, … una pena no puder llegar al postre porque aquí tienen una «pie» o tarta que ha conseguido muchos premios. (observación: estaréis conmigo que el que no tenga ni idea de inglés cómo se le va a ocurrir que se trata de un postre delicioso llamándose «pie» ¡qué importante es saber un poco de todo!) Tras conseguir despegarnos del mundo de la sartén, llegamos a Staunton donde estuvimos subidas en el conejo más montado de Illinois. Puede sonar presuntuoso pero es así, te lo encuentras en el Henry´s Rabbyt Ranch, un lugar inexplicable donde te reciben un jardín de coches plantados (muy extendido a lo largo de la ruta) y a partir del aquí un montón de cacharros muy curiosos. El lugar es sensacional y pasamos un rato muy divertido. Visitamos el cementerio de los conejos y desde luego pusimos unas florecillas a estas reverenciadas mascotas. Lógicamente este rincón, como no puede ser de otra forma, cuenta con su lugar en la ROUTE 66 Illinois HALL of FAME. Y tras recorrer a lo largo del día 109 millas, entramos al Walmart (de la familia Walton), un gran supermercado que es la minorista de ultramarinos mayor de los Estados Unidos y una de las corporaciones más grandes del mundo. Y es ahí donde nos aprovisionamos de nuestra fruta, fiambre, cookies para el desayuno, bueno .., lo que viene siendo la compra básica para la «route». Parada para rellenar nuestra jarra de café y nuestro depósito y al motel. Mañana dejamos » The Prairie State» (que significa «El Estado de la Pradera» ) y es el apodo por el que se conoce a Illinois, aunque cuenta con otro segundo alias que es el de » The Land of Lincoln» (La Tierra de Lincoln) ya que muchos de sus habitantes se enorgullecen del hecho de que el presidente estadounidense Abraham Lincoln pasó la mayor parte de su vida en el estado. Un estado que por cierto nos ha tratado muy bien y nos ha gustado mucho. Arrancaremos hacia Missouri, pero primero hay que descansar. SEGUIMOS EN CONTACTO.
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Route 66 Chicago Skyline desde Lincoln Park
Hoy madrugamos, 24º totalmente soleado, es sábado 19 de julio, último día en Chicago y aún nos queda muchos sitios por visitar.
Primero la Union Station una estación de estilo Beaux Arts que al entrar te impresiona por un hall inmenso (se considera uno de los mayores espacios interiores en los Estados Unidos), con unas paredes de más de 33 metros de altura.
Se inauguró en 1925, la obra costó 75 millones de dólares y la diseñó el famoso arquitecto y urbanista Daniel Burnham.
En él se han rodado numerosas películas, una de las más conocidas es «Los intocables de Elliot Ness» . ¿Quien que no haya visto este film no se acuerda que motivado por una persecución, cae un carrito de bebé con el niño dentro por estas escaleras? …
Según llegamos al centro nos cogemos un watertaxi por 4$ que es una manera muy interesante de moverse por la ciudad, la perspectiva desde el agua de los edificios es todavía más impresionante.
Llegamos hasta el Puente de Michigan y allí de nuevo nos embarcamos en el Architecture River.
Durante 75 minutos realizas un crucero por el río y te cuentan la historia de la ciudad a través de los edificios desde el gran incendio en 1871 hasta nuestros días, señalando a lo largo del recorrido los trabajos de los más famosos arquitectos que han construido en esta ciudad.
Parada y almuerzo en el Chef´s Burger Bistro, donde nos comimos una «Chicago Magazines award winning burger Paris» de 1/2 libras. Impresionante, pero seguro que esta experiencia nos mantendrá alejadas de las burger bastantes días.
Acompañada de «onion, jam, mushrooms, brie, candied, tomatoes y frise e», lo señalo a pies juntillas cada uno de los elementos de esta fórmula magistral que una vez dentro pasas 48 horas que no se las deseas, …si eres una buena persona, a nadie.
Sin postre lógicamente, tras esta nueva embestida a nuestra integridad nos cogimos el autobús y nos acercamos al Lincoln Park, muy animado por ser sábado y con unas vistas de la ciudad muy recomendables.
Nos paseamos por las playas repletas y poco a poco nosotras, acompañadas de nuestra mascota Ossy y nuestras hamburguesas, nos dirigimos hacia Station.
Por un pelo no pagamos dos billetes más, …sigo insistiendo que estas hamburguesas son terribles.
Bueno, estos días han estado muy entretenidos, nos vamos con un buen sabor de boca (por un momento he aparcado a la burger para poder comentar ésto).
Es una ciudad muy limpia y sus gentes muy hospitalarias (nos ha ocurrido en muchas ocasiones que espontáneamente se nos han acercado para ayudarnos).:
No podemos olvidar algunos iconos de la ciudad: los forofos de los Chicago Bulls y el famoso Al Capone.
Chicago nos ha conquistado, es una buena entrada para iniciar nuestra Route 66.
Seguimos en contacto.
Route 66 Chicago -Tower Sears
Chicago 22º, parcialmente soleado. viernes 18/07/14.
Nos abrochamos el billete del Metra y ponemos rumbo a Chicago.
Nuestra primera sorpresa del día nos la dieron nuestros vecinos del bosque que antes de que sonara el despertador se acercaron a la ventana y con los ruidos nos despertaron y claro … ¿ quien iba a pensar que eran las tías de bambi?, abrimos la cortina armadas hasta los dientes con el tropel de guías y mapas de la Route 66 que lanzadas de forma contundente pueden producir uns buena avería … y alli estaban, olisqueando las plantas de nuestras ventanas.
Les gritamos eso de Hello ladies!!! (muy habitual por estos lares) y salieron pitando.
Me da que eran «men», …ellos se lo pierden.
Desayuno con frutas del bosque y coffee que no falte y ya estamos en la Ogilvie Station,
… nuestra estación en Chicago.
Nos encaminamos a la Sears Tower, hoy también llamada Willis Tower, un rascacielos de 442 metros que durante 20 años ha tenido el privilegio de ser el edificio más alto del mundo.
En la actualidad, con esta guerra de llegar hasta el cielo se nos ha quedado un poco chaparrete y ha sido desplazado al día de hoy a un honorable cuarto lugar.
El edificio impone y no es difícil imaginarnos cuando lo inauguraron (se construyó entre 1970-1973) que repercusión fue para Chicago, siendo aún hoy visita obligada si te acercas a la ciudad.
El responsable de esta criatura de 103 pisos fue el arquitecto Bruce Graham.
…Cuenta la leyenda que este hombre fumaba mucho y planteó la construcción con módulos distintos como si fuesen cigarrillos.
Así, desde arriba, la torre es como 9 cigarros formando un cubo de 3×3.
Cada uno de esos cigarros tiene una altura y sólo un par llegan a lo más alto y ahí hemos estado, en la parte del filtro digo yo, porque quemar no quemaba, pero una impresión importante. Han habilitado una especie da balcón de metacrilato totalmente trasparente que te permite salir y estás como en el aire. He de decir que los gritos se oían desde abajo y eso que no ha sido hasta más tarde cuando nos hemos enterado que el pasado junio cuando unos inocentes turistas estaban haciendo el primate como nosotras sonó un cra-cra-cra y empezó a resquebrajares. Cerraron «la terraza del pánico» unos días y dicen los propietarios que soporta 4 toneladas y lo ocurrido tiene que ver con la pintura. Me imagino como estará esta gente todavía, estoy convencida que no se vuelven a asomar ni por la ventanilla del coche.
La entrada cuesta 19 dólares, pasas por una sala donde ves un documental que cuenta la historia de la torre y seguido al ascensor que te sube de golpe hasta el piso 103 (hay que reconocer que esta subida tiene su punto).
Desde arriba una vista panorámica de la ciudad, del lago Michigan a un lado, que eso dicen , pero podía pasar tranquilamente por un mar por su inmensidad, el río Chicago, el resto de rascacielos que desde aquí no parecen tanto, el estadio de los Chicago Bulls …e incluso ellos aseguran que en días despejados se divisan cuatro estados.
Bajamos y nos fuimos caminando por la Michigan hasta la mítica Magnificent Mile, donde nos dimos un homenaje en The Cheesecake Factory y sí, acabamos con una cheesecake de postre, la «Ultimate red velvet cake Cheesecake» que así se llamaba.
Una delicia, contundente, acompañada primeramente de ensalada y pasta a la carbonara.
Todo para compartir, imprescindible para sobrevivir porque las raciones son exageradas y si bien esta opción acaba con tu dieta en el «river», consigues al final «reflotar y no te ahogas».
Luego paseo y mucho ver escaparates que sale muy a cuenta, muchas tiendas, decoración lujosa, … y precios elevados.
Nos visitamos el Puente Michigan que de los 48 puentes que atraviesan el río Chicago en su paso por la ciudad es sin duda el más famoso.
No sólo fue una maravilla de la técnica en su época, sino que su construcción marcó el momento histórico en que Chicago empezó a extenderse hacia el norte. La prolongación de Michigan Avenue a través del puente significó el nacimiento de Magnificent Mile.
Como los demás puentes de Chicago, el de Michigan Avenue es basculante, se abre en contadas ocasiones y dos de ellas es en primavera se abre para dejar paso a los veleros que pasan el invierno en los lagos del interior y en otoño para que hagan el recorrido inverso. Está considerado monumento histórico y es un imprescindible de las visitas.
Y con esto y un no sentir los pies, subimos al tren como los yupis que vuelven a casa y por supuesto, no cenamos.
Tal como estábamos, volvemos a oír «cheesecake» y nos tiramos al suelo, vaya bomba!!!.
Cerramos la luz, mañana último día en Chicago y aún nos queda mucho por descubrir.
Nos vemos.