¡300.000 bebés!

Han vuelto a publicarse en algunos medios los datos referentes a los nacimientos que hubo en 2010 en el Estado Español. Pero la noticia no era meramente informativa, ya que dichos datos salieron a la luz pública a mediados de este año. La intención era otra o, al menos, la noticia publicada ponía su acento no en los bebés que nacen, que parecen haber sido pocos, solo 484.000, sino en los que se necesita que nazcan. Nada más y nada menos, redondeando la cifra, que 300.000 bebés más. Parece que con ellos se alcanzaría la tasa de natalidad necesaria para el relevo generacional: 2,1 nacimientos por mujer. Ahora, dicha media está en 1,38. En Euskadi es de 1,40. Es decir, que se necesitarían 750.000 bebés por año para garantizar dicho relevo. El dato revela además que los nacimientos están a la baja: en el 2009, 492.931 frente a los 518.503 de 2008. La tasa de natalidad se redujo durante 2010 en todas las comunidades autónomas, salvo en País Vasco, Aragón, Castilla y León, y Ceuta. Así, en el Estado nacieron 10,75 bebés por cada mil habitantes. En Euskadi, la cifra se queda en 9,79.

Estos datos invitan a la reflexión ya que el asunto es serio, no tanto por el tema del relevo generacional, sino por esa presión solapada que se lanza a bote pronto pero no profundiza en los factores que realmente han desembocado en la situación actual.

Lees, oyes o ves la noticias y a menudo están salpicadas de recortes sociales que inciden en esta brecha. Por ejemplo, hace poco se daba a conocer que la Generalitat iba a recortar en un 27% el presupuesto para las guarderías públicas en Cataluña. No parece un dato muy relevante así visto, en medio de todo este maremagnum de noticias que no hacen más que intentar explicar la recesión y ahondar cada día más en la misma. Pero la verdad es que tiene mucha importancia. Mucha… no ya solo por lo que impacta en la economía familiar, sino porque además lo que tiene importancia es lo que se esconde detrás de esa forma de actuar de estos gobiernos que demandan nacimientos en pos de la productividad y del sostenimiento del llamado estado de bienestar. Significa, nada más y nada menos, que a estos señores, y me temo que a los que van a venir también, les trae al pairo las consecuencias que este tipo de recortes tienen para el avance hacia una sociedad igualitaria. No exagero y me pongo seria con datos.

Posiblemente sepan que con la crisis, esta santa crisis en nombre de la cual todo vale, un 23 % de las mujeres con hijos menores de 5 años han dejado su empleo para atenderlos, algo que solo han hecho el 4,8% de los hombres. Que de las ayudas que se concedieron en Euskadi por excedencia o reducción de jornada para cuidado de descendientes, alrededor del 90% fueron solicitadas por mujeres. ¿Saben que el 45,6% de las mujeres que se acogen a una jornada a tiempo parcial lo hacen para asumir el cuidado de hijos e hijas? Entre los hombres, el dígito roza el cero. El 67,9% de las mujeres considera que las necesidades de cuidado de hijas e hijos tienen una influencia directa en su desarrollo profesional. Este porcentaje se reduce al 49,7% en el caso de los hombres. La realidad es que la mayoría de las mujeres, al interiorizar y asumir como si fuera una opción personal el rol de género de cuidadoras de modo prioritario, son las que renuncian a su vida laboral por el cuidado de la familia. Las mujeres se enfrentan día a día a la necesidad de conciliar la vida profesional con la familiar y/o personal, lo que les aboga a adaptar su vida laboral, traduciéndose la mayoría de las veces en una menor dedicación al ámbito profesional. Esta renuncia ha limitado y seguirá limitando, si continúa la tendencia, su desarrollo personal y profesional, y cercena su independencia económica.

Es evidente que la desigualdad profesional entre hombres y mujeres es un hecho, como también lo es que se ha reducido en los últimos años. Pero la reflexión debiera centrarse no solo en que la igualdad es un tema de justicia social sino en que, además, tiene unas importantes implicaciones para la economía que, reconocidas, ayudarían a soportar y encontrar nuevas fórmulas para salir o al menos paliar esta crisis económica que estamos sufriendo y que parece no tener fin. Algunos estudios apuntan que el aumento de participación de la mujer en el mercado laboral a los niveles masculinos, aumentaría el PIB en un 21% en Italia, el 19% en España, el 16% en Japón, el 9% en Estados Unidos, Francia y Alemania, y 8% en Gran Bretaña. En el País Vasco, podría crecer alrededor del 12%.

Sin embargo iniciativas como la citada a modo de ejemplo pueden frenar el avance, y este debiera ser, a tenor de los tiempos que vivimos, mucho más rápido. Superemos el mito de que la igualdad ya está conseguida y evitemos o al menos denunciemos estas políticas absolutamente perniciosas para dicho avance. Reconozcamos humildemente, que las políticas de conciliación han fracasado y que son una trampa mortal para las mujeres y que se necesita poner en marcha métodos innovadores para conseguir la igualdad, porque los implementados hasta ahora aún siendo útiles, son claramente insuficientes.

Adecuen la política productiva-laboral al escenario reproductivo, creando estructuras que permitan la corresponsabilidad. Solo así se producirá un repunte en la natalidad como se ha demostrado en otros países. En eso deben pensar aquellas y aquellos que elegimos para que nos representen y no en recortes. Y, por favor, si no lo hacen, dejen de lanzar mensajes apocalípticos diciéndonos que nos estamos haciendo viejos, pidiéndonos que tengamos más bebés. ¡Respeten nuestro itinerario vital! Y, si no, ¡que tenga bebés Letizia… o Victoria Beckham!

Publicado por

Carmen Muñoz

Feminista. On Fire!

Un comentario en «¡300.000 bebés!»

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