La auténtica Republicana!

Clara Campoamor sello

Clara Campoamor fue una política pionera del feminismo y defensora de los derechos de la mujer,  entre ellos, el derecho al voto por el que luchó hasta conseguirlo. También abogada, fue una de la mujeres que consiguió situarse entre los personajes más destacadas de la segunda y tercera década del siglo XX.  Hija en una familia humilde siempre quiso estudiar, pero empezó siendo modista a los 13 años y después de muchos trabajos para pagarse sus estudios, se licenció en Derecho a los 36, realizando la carrera en dos años lo que demuestra su brillantez intelectual. Comienzó entonces a ejercer como abogada, algo inusual en aquella época, siendo la primera mujer que actúó ante el Tribunal Supremo, lo que le dio una gran relevancia en su momento.

Republicana convencida, (puedes escuchar el espacio radiofónico «No somos recién llegadas que le hemos dedicado clickando aquí) proclamaba ella misma: República, República siempre, me parece la forma de gobierno más conforme con la evolución natural de los pueblos. Objetivamente considero a la República superior a cualquier otro régimen”.

Formó parte, siendo la única mujer, del Comité que redactó la Constitución de la II República. Los periódicos de la época dicen que el 14 de abril de 1931 celebró la llegada de la República desde el balcón del Círculo Republicano de San Sebastián, cuidad en la que pasó muchas temporadas y a la que se sentía muy unida. Fue elegida diputada por el Partido Radical siendo una de las primeras diputadas, junto con Victoria Kent, y precisamente fue con ella con quien protagonizó una de las polémicas históricas por su divergencia en la defensa del voto femenino.

Clara defendía a ultranza el derecho al voto de las mujeres como parte de los derechos fundamentales de las mismas. Victoria Kent, también feminista, negaba el derecho al voto a las mujeres porque argumentaba que todavía no estaban preparadas y que cuando votaran lo iban a hacer aconsejadas por sus maridos y por sus confesores, con lo que su voto iría a la derecha. Simplemente, una defendía los intereses de su partido y Campoamor el derecho de las mujeres por encima de todo. Hay que tener en cuenta que en aquellos debates por el derecho al voto de las mujeres que tuvieron lugar en el Congreso, no sólo la derecha, sino también la izquierda, se oponían con diferentes argumentaciones. Llegaron algunos diputados a pedir que se concediera el voto a las mujeres a partir de los 45 años!  Y argumentaban que las mujeres no podían participar en política porque “se produciría una crisis cada mes”!

Pero afortunadamente y con una diferencia de sólo 40 votos se aprobó el derecho al voto femenino. Aquel 1 de octubre de 1931, el 40 % de los diputados no asistieron a la votación. En 1933 la derecha ganó las elecciones y la izquierda en vez de hacer un ejercicio de autocrítica debido a su propia fragmentación, echó la culpa al voto femenino. Clara perdió su escaño. Poco después estalló la guerra civil y se exilió. Murió en Lausana de cáncer a los 84 años. Pasó casi la mitad de su vida en el exilio.

Hasta hace muy pocos años apenas existía alguna biografía editada sobre su figura. Dicen que el Instituto de la Mujer tenía una que la guardaba como oro en paño. Últimamente se está reivindicando su personalidad y visibilizando la vida de esta insigne y brillante política y abogada, siguiendo la estela de lo que ella también hizo durante su vida. Clara realizó una gran labor para que quedase constancia del paso de las mujeres por la historia y criticó que a cualquier hombre, por poco que hubiera hecho, se le perpetuaba en una estatua de bronce y que sin embargo, a ninguna mujer se la homenajeaba así. Ella ha llegado a tener su propio busto en bronce pero además, muchísimas asociaciones de mujeres, casas de cultura y centros cívicos llevan su nombre... estoy segura de que ella estaría más orgullosa de todo esto, pensando que esa es la verdadera estela que nos ha dejado!

 

 

 

 

 

 

 

Els Borst, asesinada? Invisibilizada!

Els Borst

Ni un sólo periódico de Euskadi o del Estado español se ha hecho eco de la muerte de la ex-ministra holandesa Els Borst. Ni uno sólo. Sólo las grandes cabeceras internacionales le han dedicado apenas unas líneas, como Le Monde, The Guardian, Washington Post, BBC…, todas iguales eso sí, a golpe de tecla de agencias de prensa, pero aquí ni eso, ni rastro de esta gran política que fue la primera en legalizar la eutanasia en los Países Bajos en 2001. Me pregunto sinceramente, si los titulares a mayor tamaño hubieran sido parte de su epitafio, en el caso de haber sido un hombre. Le hemos dedicado nuestro espacio radiofónico «No somos recién llegadas» para darle si cabe más visibilidad. 

Els Borst fue encontrada muerta el pasado 10 de febrero en “extrañas circunstancias” a los 81 años. La policía ha confirmado que su muerte no se debió a causas naturales por las lesiones que han apreciado en su cuerpo. Puede ser «un accidente o, posiblemente, un crimen» ha dicho la policía.  El caso sigue abierto. 

Esta insigne política, fue una de las primeras mujeres holandesas en ostentar un cargo político en su país. Ministra de Salud durante ocho años y líder del partido D66 (Demócratas 66), llegó a ostentar hasta su muerte el título honorífico de Ministra de Estado. Sin embargo, ser mujer incluso en pleno siglo XXI, tiene su precio: el del olvido.

Borst tuvo en su contra a los grupos religiosos que no aceptaban la eutanasia, pero es que además mostró su punto de vista progresista con respecto a la salud en otros temas. Así, en 1994 fortaleció el derecho de los y las pacientes, permitiéndoles rechazar  tratamientos si así lo deseaban, y durante todo su mandato puso en marcha medidas contra el tabaco, la venta de alcohol a menores y leyes para facilitar la donación de órganos y transplantes. Aunque fue abiertamente criticada por sus recortes en sanidad, fue una pionera en la puesta en marcha de la ley para el uso científico de células provenientes de abortos.  

Dicen que conquistaba a la gente con su franqueza, suavidad y honestidad. Decía Clara Campoamor: «cualquier hombre, por poco que haya hecho, tiene una estatua de bronce en su recuerdo, pero las mujeres además de no tenerla, pasan rápidamente al olvido». Hoy desde aquí, ante el vacío informativo general y combatiendo el olvido, queremos rendirle a Els Borst este pequeño homenaje . Con honestidad, como dicen que era ella!. Descansa en Paz. 

 

¿Dónde está Millán-Astray?

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No, no me ha dado un ataque de añoranza fascista  rememorando y echando de menos al fundador de la Legión española. Simplemente es que unas verdaderas nostálgicas, que estaban detrás de mi viendo el sábado la ópera Carmen, se hacían esa pregunta a los pocos minutos de empezar la representación. Y es que asistiamos atónitas a una Carmen, con un escenario abarrotado de legionarios -sin cabra-, que desde el principio denunciaba el desprecio a la disciplina sinsentido del ejército y del machismo exacerbado del que sigue impregnado, para mostrarnos de forma simple y pura la esencia de la historia: que un crimen pasional es realmente violencia machista, alejándolo así de los estereotipos del amor romántico que durante siglos lo ha justificado.

Y es que esta Carmen bajo la dirección escénica de Calixto Bieito, es la prueba de que un libreto puede ser reinterprentado, actualizado y adaptado a los tiempos que corren. Sin complejos. Simplemente espectacular. Pero me temo que no toda la audiencia pensaba lo mismo. Ya en el entreacto se veían me temo, más caras de indignación y sarcasmo que de admiración. Esto es Bilbao!.

En la ópera, más que a menudo las mujeres son malvadas,vilipendiadas, ridiculizadas y pierden su vida casi siempre por amor: o se inmolan o son asesinadas, por lo que el machismo de los libretos que las inspiraron está con demasiada frecuencia presente. Pero es verdad que debemos hacer un ejercicio de contextualización -no justificación- de la época en que fueron escritas las obras magistrales de por ejemplo Shakespeare, Scribe, Schiller, Victor Hugo y un largo etcétera, y que fueron elegidas por los grandes autores operísticos para crear las óperas que hoy no nos cansamos de ver. Así, también es cierto que este género ha dado a luz grandes mujeres como esta Carmen, la Violeta de La Traviata o Aida…

Soy consciente cuando afirmo, aunque a muchas personas no les guste, que Carmen es una ópera feminista y si había alguna duda de ello, ayer Bieito lo dejó bien claro. Sin tópicos andaluces, con banderas que se usan para tomar el sol sobre ellas a modo de toalla o para limpiar los cristales de un coche, hecho este que provocó la alarma de una las señoras de detrás que espetó indignada: “qué horror hacer eso con la bandera: en mi vida he visto nada parecido!”, y sobre todo, con un final emocionante: Carmen y José solos en el escenario sin ningún adorno ni mobiliario: ella negándose a dejar de ser libre e independiente, y él indignado porque ella ama a otro hombre, violándola  y sesgando su vida de un tajo en la garganta.

Fue tan impresionante su puesta en escena que hubo desnudos masculinos, prostitutas descaradas y una Carmen inmensa, más por su actuación que por su voz, quitándose las bragas en una escena ante el estupor general. No es de extrañar por tanto, que cuando el equipo de dirección escénica saliera a saludar hubiera pataleo y bravos al mismo tiempo. Hubo mucha gente que salió muy indignada: “qué grosería, esto no es una ópera sino una opereta”. No volví a ver a las que echaban de menos a Millán-Astray. Nostálgicas empedernidas, seguro que salieron diciendo la frase que más le gustaba a su héroe,“Viva la muerte”, sin darse cuenta de que Carmen es una amarga denuncia de la misma y un canto a la libertad… eso sí, de las mujeres!. Me temo que no entendieron nada.

De coños y moños: ríase Sr. Gallardón!

gallardonLo reconozco, tengo un sentimiento de rabia, angustia y humillación que es difícil de explicar y de contener. Hoy escribo este post del tirón, tal y como me sale del estómago, por no repetir las palabras que la parlamentaria de Amaiur, Onintza Enbeitia, ha pronunciado hoy en el hemiciclo  (en mi coño y en mi moño, mando yo), y que aunque mal sonantes para mucha gente, sobre todo para muchos y muchas de las que estaban allí,  son claras y rabiosas, contundentes y obscenas, sí…. pero ante la propia obscenidad que significa en sí mismo el anteproyecto de Ley del Aborto del ministro que odia a las mujeres, esas palabras me suenan a «música celestial».

Son sólo eso, RABIA, porque las mujeres no nos merecemos lo que esta nueva ley nos echa encima. Porque no nos merecemos que importe más una vida en potencia que una vida real: la de una mujer que va a tener que poner en peligro su vida a partir de ahora, física y mentalmente. Porque no nos merecemos que después de tantos años de lucha lleguen unos energúmenos machistas, chupasotanas, reaccionarios y … (mejor me paro) a decirnos lo que tenemos que hacer, y a coartar nuestra libertad porque están convencidos de que somos unos seres incapaces que merecemos que los varones y la iglesia dirijan nuestras vidas, nuestro cuerpo, y decidan por nosotras…

Este post lleva mucha rabia contenida sí, porque aun sabiendo que esto podía pasar, he tenido el valor de ver en directo la votación y sus resultados, y lo peor ha sido ver al mamón de Gallardón, sí, ése que quiere que las mujeres muramos a toda costa, aplaudiendo y riendo cuando ha sido testigo de su victoria. Una gran humillación la de hoy para todas las mujeres, si señor… pero esto va significar que a partir de ahora vamos a luchar por cada mujer que aborte o por cada médico o médica que lo practique y por cada mujer que muera por ello… y se van a llenar las calles con nuestros gritos. Porque lo de hoy ha sido el inicio de la cuenta atrás. Afortunadamente las legislaturas tienen su fin, y vamos a ser testigos de su caída, y a la par de nuestro triunfo…

Mientras, aunque esta batalla se haya perdido hoy a la sombra de la purita derecha española, vamos a seguir haciendo lo que nos de la gana con nuestro cuerpo, muy a su pesar señor Gallardón y acólitos. Hoy, más que nunca, YO DECIDO!

«La hiena con faldas»

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Mary Wollstonecraft, mujer apasionante y durante mucho tiempo denostada, a la que también le hemos dedicado nuestro espacio radiofónico «No somos recién llegadas», es sin ninguna duda, una de las grandes figuras invisibilizadas del mundo moderno que sin embargo es más conocida en el mundo literario por ser la madre de Mary Shelley, la autora del famosísimo  Frankestein. 

Nació en 1759. Tuvo una vida azarosa y desafortunada, y una infancia dura ya que fue testigo de cómo su padre bebía y maltrataba a su madre, marcando en cierto modo su carácter rebelde. Siendo jovencita convenció a su hermana para que se separara de un marido que también la maltraba, y así lo hizo, aunque luego sufrió el castigo del rechazo de la sociedad. Habían sido demasiado valientes para la época y escandalizaron a toda la sociedad de su tiempo.

Mary Wollstonecraft es una de las grandes figuras del mundo moderno. Escribió novelas,cuentos, ensayos, tratados, unrelato de viaje y un libro de literatura infantil. Fue una mujer fascinante en pleno siglo XVIII porque además, para asombro de toda la sociedad, fue capaz de establecerse como escritora profesional e independiente en Londres, algo inusual para la época. Sin embargo, Mary W. fue minimizada y ridiculizada en todo el mundo anglosajón. En 1792 publica su libro“ Vindicación de los derechos de la mujer”, considerada la obra fundacional del feminismo y hoy no se entiende el feminismo sin este texto y la también imprescindible “Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana” redactada por Olympia de Gouges en 1791. Ambas mujeres pagaron caro su atrevido feminismo en aquellos años, Olympia como premio a su fama por su obra fue guillotinada. Mientras, Mary por la publicación de su obra fue presa de difamaciones y sarcasmos por parte de sus detractores que sin ningún tipo de rubor la apodaron “La hiena con faldas”: no podían soportar su espíritu libre e independiente.

En 1792, justo un mes antes de que guillotinaran a Luis XVI, viajó a París para participar en la Revolución Francesa ya que era una firme defensora de los principios que se defendían.  Una gran Revolución que sin duda trajo nuevos valores, aunque tampoco entonces se tuvo en cuenta los derechos de las mujeres. Lo primero era la Revolución, lo mismo que dirían luego los movimientos políticos del siglo XIX.  Lidia Falcón dice de los valores de la Revolución Francesa que “la herencia que hemos recibido más de dos siglos después es que con respecto a la Libertad, hemos ganado bastante las mujeres; con respecto a la Igualdad hemos ganado muy poca, y Fraternidad, no hemos ganado ninguna”. 

Mary Wollstonecraft se encontró un París en plena revolución y sumido en una gran confusión. Pensemos que ella estuvo allí durante el Reino del Terror de Robespierre… pero en medio de todo aquella vorágine, Mary se enamoró y tuvo una hija de un aventurero norteamericano que más tarde la abandonaría. Cuando los extranjeros fueron expulsados, se volvió a Inglaterra donde intentó suicidarse. Afortunadamente no lo consiguió. Pasado un tiempo, y aunque siempre se había opuesto al matrimonio, se casó con el filósofo William Godwin, uno de los precursores del movimiento anarquista, quedándose de nuevo embarazada. Pero moríria diez días después de dar a luz a su hija, Mary Shelley, a consecuencia de la falta de asepsia en el parto. Tenia 38 años.

Mary ha podido pasar a la Historia, aunque estuvo más de un siglo en el más profundo de los olvidos. Y es que su marido Godwin, profundamente enamorado de ella, cuando ésta murió, escribió su biografía para que su vida no cayera en el olvido, relatando asuntos de su vida íntima. Con ello, escandalizó a la reprimida sociedad de su época que la tachó de inmoral. Así que todos sus escritos fueron prohibidos, desapareciendo de la faz de la tierra, hasta que a finales del siglo XIX fue recuperada por otra mujer, George Eliot y más recientemente con los estudios feministas. 

Mary Wollstonecraft abogaba por el igualitarismo entre los sexos, la independencia económica y la necesidad de la participación política y representación parlamentaria. Dos siglos después, a pesar de los avances, seguimos reivindicando lo mismo. Proclamaba “No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas«. Fue una visionaria: ya estaba hablando de empoderamiento! Defendió a ultranza la educación y se sentía obligada a ofrecer consejos a otras mujeres: hay que tener en cuenta que en aquella época, en la segunda mitad del siglo XVIII, las mujeres pensaban que la única posibilidad que tenían para salir de la pobreza, o no entrar en ella, era casarse. Así que las criticó ardientemente y llegó a escribir que “las Mujeres parecían dedicarse más a sacar brillo a sus cadenas que a quitárselas» 

Su hija escribiría sobre ella: “era uno de esos seres que aparecen quizás sólo una vez por cada generación y que ofrecen a la humanidad un resplandor al que no puede sustraerse ninguna divergencia de opinión. Su genio era innegable”.