«La hiena con faldas»

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Mary Wollstonecraft, mujer apasionante y durante mucho tiempo denostada, a la que también le hemos dedicado nuestro espacio radiofónico «No somos recién llegadas», es sin ninguna duda, una de las grandes figuras invisibilizadas del mundo moderno que sin embargo es más conocida en el mundo literario por ser la madre de Mary Shelley, la autora del famosísimo  Frankestein. 

Nació en 1759. Tuvo una vida azarosa y desafortunada, y una infancia dura ya que fue testigo de cómo su padre bebía y maltrataba a su madre, marcando en cierto modo su carácter rebelde. Siendo jovencita convenció a su hermana para que se separara de un marido que también la maltraba, y así lo hizo, aunque luego sufrió el castigo del rechazo de la sociedad. Habían sido demasiado valientes para la época y escandalizaron a toda la sociedad de su tiempo.

Mary Wollstonecraft es una de las grandes figuras del mundo moderno. Escribió novelas,cuentos, ensayos, tratados, unrelato de viaje y un libro de literatura infantil. Fue una mujer fascinante en pleno siglo XVIII porque además, para asombro de toda la sociedad, fue capaz de establecerse como escritora profesional e independiente en Londres, algo inusual para la época. Sin embargo, Mary W. fue minimizada y ridiculizada en todo el mundo anglosajón. En 1792 publica su libro“ Vindicación de los derechos de la mujer”, considerada la obra fundacional del feminismo y hoy no se entiende el feminismo sin este texto y la también imprescindible “Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana” redactada por Olympia de Gouges en 1791. Ambas mujeres pagaron caro su atrevido feminismo en aquellos años, Olympia como premio a su fama por su obra fue guillotinada. Mientras, Mary por la publicación de su obra fue presa de difamaciones y sarcasmos por parte de sus detractores que sin ningún tipo de rubor la apodaron “La hiena con faldas”: no podían soportar su espíritu libre e independiente.

En 1792, justo un mes antes de que guillotinaran a Luis XVI, viajó a París para participar en la Revolución Francesa ya que era una firme defensora de los principios que se defendían.  Una gran Revolución que sin duda trajo nuevos valores, aunque tampoco entonces se tuvo en cuenta los derechos de las mujeres. Lo primero era la Revolución, lo mismo que dirían luego los movimientos políticos del siglo XIX.  Lidia Falcón dice de los valores de la Revolución Francesa que “la herencia que hemos recibido más de dos siglos después es que con respecto a la Libertad, hemos ganado bastante las mujeres; con respecto a la Igualdad hemos ganado muy poca, y Fraternidad, no hemos ganado ninguna”. 

Mary Wollstonecraft se encontró un París en plena revolución y sumido en una gran confusión. Pensemos que ella estuvo allí durante el Reino del Terror de Robespierre… pero en medio de todo aquella vorágine, Mary se enamoró y tuvo una hija de un aventurero norteamericano que más tarde la abandonaría. Cuando los extranjeros fueron expulsados, se volvió a Inglaterra donde intentó suicidarse. Afortunadamente no lo consiguió. Pasado un tiempo, y aunque siempre se había opuesto al matrimonio, se casó con el filósofo William Godwin, uno de los precursores del movimiento anarquista, quedándose de nuevo embarazada. Pero moríria diez días después de dar a luz a su hija, Mary Shelley, a consecuencia de la falta de asepsia en el parto. Tenia 38 años.

Mary ha podido pasar a la Historia, aunque estuvo más de un siglo en el más profundo de los olvidos. Y es que su marido Godwin, profundamente enamorado de ella, cuando ésta murió, escribió su biografía para que su vida no cayera en el olvido, relatando asuntos de su vida íntima. Con ello, escandalizó a la reprimida sociedad de su época que la tachó de inmoral. Así que todos sus escritos fueron prohibidos, desapareciendo de la faz de la tierra, hasta que a finales del siglo XIX fue recuperada por otra mujer, George Eliot y más recientemente con los estudios feministas. 

Mary Wollstonecraft abogaba por el igualitarismo entre los sexos, la independencia económica y la necesidad de la participación política y representación parlamentaria. Dos siglos después, a pesar de los avances, seguimos reivindicando lo mismo. Proclamaba “No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas«. Fue una visionaria: ya estaba hablando de empoderamiento! Defendió a ultranza la educación y se sentía obligada a ofrecer consejos a otras mujeres: hay que tener en cuenta que en aquella época, en la segunda mitad del siglo XVIII, las mujeres pensaban que la única posibilidad que tenían para salir de la pobreza, o no entrar en ella, era casarse. Así que las criticó ardientemente y llegó a escribir que “las Mujeres parecían dedicarse más a sacar brillo a sus cadenas que a quitárselas» 

Su hija escribiría sobre ella: “era uno de esos seres que aparecen quizás sólo una vez por cada generación y que ofrecen a la humanidad un resplandor al que no puede sustraerse ninguna divergencia de opinión. Su genio era innegable”.

Alarma: esas locas feministas!

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Esas «locas feministas» han conseguido organizar una concentración en Madrid bajo el lema de “El Tren de la Libertad” con mujeres que han llegado desde todos los puntos del estado español para oponerse a la ya denominada Contrarreforma (mejor diría yo, Cruzada) de Gallardón.

Si alguien pensaba que el feminismo ya no existía, que vaya tomando nota porque aquí está la muestra de que no es así. 30.000 personas, la mayoría mujeres y muchas de ellas recorriendo cientos de kilómetros, han demostrado hoy que las feministas se movilizan si es necesario. Y en este caso lo ha sido. Aunque es verdad que el feminismo no tiene la fuerza de los años setenta y ochenta, no lo menosprecien. Es posible que esté fragmentado, y ésto en mi opinión no siempre es negativo, y es posible también que haya perdido poder de convocatoria. Hasta ahora. El movimiento feminista tiene muchas virtudes, aciertos y encuentros. En su haber sin duda, y como movimiento social que es, desencuentros y desaciertos. Pero si algo tienen en común todas las feministas y todos los feminismos que co-existen en el siglo XXI, es su firme decisión de no permitir que a la mujer se le despoje de sus derechos, y menos de los que ya ha conseguido hasta ahora a fuerza de sangre, sudor y lágrimas. Y esto no es un recurso retórico, es la purita verdad, sólo hay que leerse algunos libros al respecto. Y así , históricamente el feminismo siempre ha conseguido una unidad férrea en torno al derecho al aborto: al derecho a decidir de las mujeres sobre su vida, su cuerpo y su maternidad. Ahí, señores se encuentran con un muro infranqueable.

Para nosotras las feministas, y muchas mujeres que no lo son (o que no les gusta reconocer que lo son- de eso ya hablaremos otro día-), el tema del aborto es intocable, porque con esta furia incontenible que la ha entrado a la derecha más reaccionaria y a la Iglesia por reformar la Ley del Aborto, atentan no sólo contra nuestra ideología, sino que va mucho más allá, entrando en el terreno de lo más íntimo e invadiendo el espacio de nuestro cuerpo, nuestra sexualidad y nuestra vida. Porque ese es el tema, detrás de todo ello no hay más que un fuerte deseo de controlar nuestras vidas tratándonos como seres incapaces de hacer lo que nos de la gana con ella, que para eso es nuestra, aunque muchos sigan pensando que todavía somos de su propiedad: nuestro cuerpo de los hombres, nuestras “almas” de la iglesia.

Así que lo de hoy puede ser el inicio de algo que está empezando a moverse. Es normal, no sólo está pasando con el movimiento feminista ya que parece que los movimientos ciudadanos están empezando a movilizarse. Así la Plataforma Feminista del Ateneo de Madrid decidió hace unos meses promover un Pacto Feminista por las Mujeres con las organizaciones y asociaciones de mujeres de todo el estado para “coordinar objetivos y estrategias “ en la lucha feminista. Son los primeros pasos… pero me temo que hartas como estamos de ser las protagonistas de las listas del paro, de la pobreza, de la bajas pensiones, de salarios más bajos que los de los varones, del no acceso a puestos de decisión y suma y sigue.. estamos a punto de explotar. Las «locas feministas» se han puesto en marcha. Lo de hoy ha sido sólo el comienzo!

«Rosita, ahí viene la vieja puta»

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Todos los años, un domingo a mediados de enero, una marcha recorre las calles de Berlín para recordar a Rosa Luxemburgo (a quien también le hemos dedicado nuestro espacio radiofónico de Radio Euskadi «No somos recién llegadas»),  y a su compañero Karl Liebknecht, asesinados un 15 de enero de 1919 en dicha ciudad. Este año han acudido más de 10.000 personas y como cada año, la marcha concluye en el cementerio de la ciudad, donde depositan una rosa roja en la tumba de ambos militantes socialistas. Una rosa roja como símbolo de la justicia, la libertad y la paz. Una rosa roja porque así es como llaman también a Rosa Luxemburgo, la Rosa Roja: brillante escritora, gran teórica marxista, filósofa, política y revolucionaria y sin embargo, apenas conocida.

Rosa nació en Polonia en 1871. Sufrió doble discriminación por ser mujer y ser judía, en una Polonia bajo el poder de la Rusia zarista donde las personas judías estaban  mal vistas. A los 16 años ya militaba en el partido socialista polaco y por ello, tuvo que exiliarse a Suiza a los 18 años donde pudo terminar brillantemente la carrera de derecho. No eran tiempos fáciles para que una mujer participara en política y de forma tan activa como lo hizo Rosa, pero pronto llegó a los órganos de dirección del partido y se mostró como una excelente oradora. Defendió la idea de que el socialismo debería emerger de un movimiento común, voluntario y consciente de todos los y las desprivilegiadas. Por ello, siendo muy joven, y durante toda su vida, fue encarcelada en varias ocasiones. 

En 1898 se trasladó a Alemania, para unirse al potente Partido Social Demócrata alemán. La muerte de Marx y Engels había abierto una amplio debate en el partido y ella, marxista ortodoxa, enseguida encontró su hueco para desplegar su intelectualidad y activismo político. Además, nada más comenzar el nuevo siglo XX, en 1905, tuvo lugar la primera revolución rusa y Rosa ya estaba escribiendo libros sobre filosofía política y artículos en periódicos de toda Europa. «Qué extraordinario es el tiempo que vivimos», escribía en 1906. «Extraordinario tiempo que propone problemas enormes y espolea el pensamiento, que suscita la crítica, la ironía y la profundidad, que estimula las pasiones y, ante todo, un tiempo fructífero, preñado».

Cuando estalló la I Guerra Mundial, Rosa junto con Karl Liebknecht no dudaron en encabezar las protestas de los socialistas de izquierda contra la Gran Guerra y también, contra la renuncia al internacionalismo pacifista que había hecho el Partido Social Demócrata alemán. Por ello, fue detenida de nuevo en 1915, sólo por eso, por mostrarse como una militante antibelicista ante el horror de una guerra en la que durante cuatro años morirían 6.000 soldados al día. En 1917, estalla la Revolución Rusa que Rosa abrazaría con entusiasmo porque veía realizado en ella el sueño de las personas oprimidas. Pero defensora de sus propias ideas, fue abiertamente crítica con Lenin y su concepción centralista y autoritaria del partido. Por entonces, Rosa seguía en la cárcel desde 1915 y desde allí siguió escribiendo. Cuando fue puesta en libertad en 1918, puso las bases teóricas para la escisión de la Liga de los Espartaquistas, que fue transformada en el Partido Comunista Alemán, el 30 de diciembre de 1918.

Sólo dos semanas más tarde, durante la Revolución espartaquista fue detenida en Berlín. Los soldados que odiaban todo lo que esta mujer representaba, la insultaron: «Rosita, ahí viene la vieja puta». Sólo tenía 48 años. Dicen las crónicas de la época que una vez detenida, fue golpeada y mientras la llevaban a un coche que debía conducirla a prisión, un soldado levantó su arma y la golpeó en la cabeza con la culata. Ella cayó al suelo rodeada de su propia sangre. Pero el soldado le propinó un segundo golpe en la sien. La levantaron, la metieron en un coche y la dispararon a quemarropa. Después, tiraron su cuerpo desde un puente a un canal.

El brillante intelectual Bertolt Brecht que por entonces sólo tenía entonces 21 años, escribía mientras buscaban su cadáver: La Rosa roja ahora también ha desaparecido/Dónde se encuentra es desconocido/Porque ella a los pobres la verdad ha dicho/Los ricos del mundo la han extinguido.

La encontraron casi cinco meses después y dicen que la reconocieron por un pendiente de oro, parte de su vestido y los guantes que siempre utilizaba. 95 años después,  la Rosa Roja sigue siendo un referente para todos los partidos de izquierda y está presente en la memoria de todas nosotras, porque aunque la mataron sigue aquí, como ella misma escribía la noche de su muerte justo antes de ser detenida, como si fuese una premonición: “¡Yo fui, yo soy, yo seré!”. Y sigues siendo Rosa, cada enero en Berlín y cada día inspirándonos con tus aciertos y tus errores, pero sobre todo, con tu espectacular valentía!

Puedes escuchar el espacio radiofónico «No somos recién llegadas» dedicado a Rosa Luxemburgo: http://www.eitb.com/es/audios/detalle/1939158/rosa-luxemburgo-la-galeria-radio-euskadi/

 

¡No somos recién llegadas!

 

http://www.youtube.com/watch?v=nApqBlv2t90

El sábado 10 de enero pusimos en marcha un nuevo espacio dentro de La Galería de Radio Euskadi denominado “No somos recién llegadas”, dedicado a contar la vida de las mujeres que de una forma u otra han hecho Historia, pero que ésta pocas veces la ha tenido en cuenta: o la Historia se las ha tragado, o simplemente no se les ha dado el lugar que merecen en ella.

Este transitar de muchas, muchísimas mujeres por los márgenes de la Historia es fruto de que ésta, la mayoría de las veces ha sido escrita en masculino lo que provoca que se convierta en “verdad universal”, presentando a las mujeres al margen de la civilización, invisibilizándolas a ellas y su contribución al progreso, a la igualdad y en definitiva a la vida de la que ahora disfrutamos. Este “no reconocimiento” ha hecho que las mujeres cuando aparecen, lo hagan como víctimas del proceso histórico, y esa imagen es la que nos hemos propuesto desmontar en el programa, porque es tendenciosamente falsa y porque “visibilizar el pasado y recuperar nuestra historia, nos evita ser permanentemente las recién llegadas».

Este granito de arena o como dice Amelia Valcárcel ese “infinitésimo moral” ante tal injusticia es el que pretendemos aportar todas las semanas (siempre y cuando el fútbol no nos desplace en la parrilla). Y lo vamos a hacer por ellas y para paliar esa falta de visibilización. Por ello lo hemos titulado No somos recién llegadas en una clara alusión a que sin todas y cada una de esas mujeres no estaríamos aquí, y a que por ellas, hoy seguimos aquí. Y dedicado a las que vendrán, porque recuperar la memoria histórica es esencial para seguir avanzando.

Ayer hablábamos de una mujer valiente: Concepción Arenal. Estoy segura de que han oído su nombre inumerables veces, pero la verdad es que pocas personas saben exactamente quién fue. Su nombre rotula algunas instituciones educativas y muchas asociaciones de mujeres, e incluso hay calles que llevan su nombre: una muy cerquita, en Sestao. Ella fue la primera mujer que asistió a la Universidad en el Estado Español.

Concepción Arenal fue una jurista y escritora realista vinculada al pionero movimiento feminista de finales del siglo XIX. En 1841 se convirtió en la primera estudiante de un título superior universitario, pero debido a su condición de mujer, sólo pudo cursar la carrera de Derecho en calidad de oyente y siempre que su presencia en los claustros universitarios no resultara indecente. En la práctica, esto se tradujo en la obligación de acudir a las aulas disfrazada de varón, pero no para que no la reconocieran como mujer, sino porque no podía distraer a sus compañeros vistiendo como lo que era: una mujer.

Por tanto, Concepción se vio obligada a ejercer, diríamos una especie de “travestismo”. El rito era el siguiente: acompañada por un familiar, Concepción se presentaba en la puerta del claustro donde era recogida por un bedel que la trasladaba a un cuarto en el que se mantenía sola hasta que profesor de la materia a impartir la recogía para las clases. Sentada en un lugar diferente del de sus aparentes compañeros, seguía sus explicaciones hasta que la clase concluía, y de nuevo era recogida por el profesor que la depositaba en dicho cuarto hasta la clase siguiente. Con muchísima paciencia y tenacidad, Concepción Arenal terminó sus estudios dederecho acomodándose a estos rituales.

Proseguir determinados estudios en aquellos años implicaba para el caso de las mujeres, que se les reconociera que meramente los habían cursado, esto es, que no tenían derecho a obtener el título, ni mucho menos a ejercer la profesión para la que estos estudios las validaban. De manera que bastantes mujeres que prosiguieron estudios a lo largo de la segunda mitad del XIX y hasta la segunda década del siglo XX y que aparecieron citadas en las actas de fin de carrera, nunca obtuvieron los títulos. En ocasiones se les hizo renunciar explícitamente a ellos. Fue a partir de 1880 cuando algunas universidades europeas comenzaron a admitir a mujeres en las aulas y por eso, aquellas primeras mujeres que tuvieron una educación superior, al verse rechazadas en los ámbitos que querían trabajar, encontraron refugio en la investigación. Enseguida esto se plasmó en los primeros premios Nobel como el de Madame Curie en 1903 y 1911.

Concepción fue una precursora del feminismo en el estado español en plena época del sufragismo. Decía: “La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano”. Firme defensora de la formación como elemento clave para la consecución de la igualdad proclamaba: “Abrid escuelas y cerraréis cárceles”. En 1910 se permitió por Ley en el estado español que las mujeres pudieran matricularse en la Universidad. Una anécdota por ejemplo es que la Universidad de Deusto no admitió a una mujer hasta 1959. Tal y como decíamos ayer, apenas medio siglo! Lo que si es verdad es que lo hemos aprovechado bien si se miran las estadísticas en cuanto a rendimiento y matriculación. Pero ese tema da para un artículo completo…gracias Concepción!

 

La entrepierna de Gallardón!

http://www.youtube.com/watch?v=uZEEsDMd3GU

Hoy en la manifestación en contra de la Ley del Aborto que el PP quiere poner en marcha hemos estado muchas mujeres y hombres, quizás debiera haber habido más, pero sinceramente me ha sorprendido gratamente el nivel de participación. Y  es que estamos hartas muy hartas… y a estas alturas, en vez de cansadas que es lo que pretenden que estemos, nos sentimos muy, muy indignadas.

La concentración partía de la sede del PP en Bilbao. No tengo ni idea de si había alguien dentro de la misma o no. Quizás sí, brindando por la nueva Ley que van a sacar adelante a costa de las mujeres: de las que estábamos allí, de las que no pudiendo asistir han apoyado la manifestación y también, y no podemos olvidarlo, de las que lucharon en el pasado para conseguir todo lo que esta panda de fatxas y reaccionarios se van a cargar pasando por encima de nosotras.

He escrito ya bastante al respecto de este tema en este blog: Gallardón eres un mamón, 50.000 mujeres muertas, La derecha y la Iglesia, calladitas!... y hoy que los medios de comunicación están haciéndose eco de todo ello, no es una cuestión de repetir los argumentos que no nos cansamos de esgrimir, pero sí es al menos el día para volver a repetir alto, fuerte y contudentemente, “Abortatzeko Eskubidea” y “Basta de rosarios en nuestros ovarios”, como reclamábamos esta mañana en la manifestación.

Sobre todo, porque desafortunadamente y con un nivel de indignación que no tiene límites para nosotras, no podemos hacer nada ante la certeza de que en una semana esta ley esté aprobada con la mayoría absoluta que el PP tiene en el Congreso. Con todo lo que ello conlleva: pasarse por la entrepierna nuestros derechos, nuestra salud, nuestras vidas y sobre todo NUESTRO DERECHO A DECIDIR. Quiero pensar que aunque formalmente se apruebe, va a empezar la cuenta atrás para dicha ley el mismo día que eso ocurra, porque la presión social no va a parar, se va a endurecer y vamos a seguir reclamando nuestros derechos. Y porque la vergüenza en esta segunda década del siglo XXI de pasar a ser uno de los países más reaccionarios y retrógrados en el tema del aborto, debiera ser la vergüenza de todas y todos. Quedan menos días para que tarde o temprano, este atentado contra nuestros derechos tenga los días contados…

Es por ello que no podemos bajar la guardia y no podemos permitirnos el lujo de dejar de seguir escribiendo, trabajando, gritando, desnudándonos y todo lo que haga falta para que esta Ley se derogue lo antes posible. Y ver llegar el día, de una vez por todas, de plantearse que quien se merece ir a la cárcel no son las mujeres que abortan, sino los que permiten que la mujeres mueran, sufran o vayan a la cárcel por ello. Lo podemos decir más alto, como esta mañana, pero no más claro!