Euskadi ¿Pitolandia?

Dígase del país donde los que lideran y tienen mayor presencia pública son, en aplastante mayoría, hombres. Es decir, ellos concentran el poder y ostentan la autoridad. También es conocido, de forma más coloquial, como«campo de nabos».

En estos tiempos en los cuales parece que no hay lugar nada más que para la política y las elecciones y en los cuales vivimos en una continua campaña electoral que tiñe ya de forma irrefrenable todo tipo de programas, medios y conversaciones cotidianas, se hace más visible (y desde luego cansino), el sempiterno discurso masculino, porque masculino es el escenario político y con ello la presencia mediática de sus líderes que evidentemente son mayoritariamente hombres.

generales debate

Si nos fijamos en las elecciones (20D) en el estado español, sólo dos mujeres encabezaban los grupos políticos que conforman el Congreso de los Diputados (ahora con una propuesta sobre la mesa para que su nombre sea cambiado de forma inclusiva y cuente también con las diputadas, muy a pesar de la derecha rancia y carca), por lo que los discursos son netamente varoniles. Y para muestra un botón: en la sesión fallida de investidura de Pedro Sánchez del pasado mes de marzo, sólo se escuchó la palabra de ellas dos, pertenecientes a EH Bildu y Coalición Canaria, algo a todas luces inadmisible y que todos los partidos debieran «mirarse» y reflexionar. Las mujeres deben tener más visibilidad y es imprescindible que se escuche su voz. El problema es que topamos con los egos masculinos y eso, son palabras mayores.

Congreso Diputadas

Pero además, en Euskadi tenemos también un panorama desolador. En puertas de unas elecciones autonómicas que se vislumbran como unas de las más reñidas y apasionantes de los últimos tiempos, por ahora los hombres acaparan todos los debates, titulares, tertulias mediáticas y actos pre-electorales. A falta de que Podemos designe (a través de primarias) a su candidata o candidato a la Lehendakaritza, y el PP haga lo propio (aunque sólo suenan nombres de varones) por ahora, sólo el PSE-EE ha presentado una mujer. Sin embargo, en los debates y grandes titulares acaecidos hasta ahora, son ellos los protagonistas totales: son ellos los que «cocinan» (permítanme la expresión) la política vasca.

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En el último debate en ETB2 del pasado jueves, que a mi juicio inaugura la pre-campaña electoral de Euskadi en los medios, sólo acudió una mujer: Nagua Alba Secretaria General de Podemos Euskadi. Hubiera sido más que interesante que desde EITB se hubiera exigido la paridad en esa mesa y que además de la representante de Podemos hubiera asistido alguna mujer por parte del PSE, en este caso Mendia que para eso es además, Secretaria General de su partido, alguna mujer del PNV, o alguna representante del PP. Creo que en todos los partidos hay mujeres muy potentes y no entiendo cómo este tipo de debates  no están controlados de forma que como ente público se responsabilice y contribuya a que Euskadi deje de ser «Pitolandia». Y por supuesto, son los partidos los primeros que deben poner a mujeres en posiciones de liderazgo huyendo de la lógica patriarcal que las condena a ser siempre «segundonas».

foto minuto a minuto

Es de recibo que la ciudadanía exija a la televisión y radio públicas, que pagamos entre todAs y todos, que en sus programas de debate político, tertulias o similares haya paridad de género. La paridad de género (más allá del simple y trasnochado «equilibrio de género») debe servir para corregir las relaciones asimétricas de poder entre mujeres y hombres. No es una medida coyuntural, es una herramienta política que juega un papel vital para acabar con el sistema heteropatriarcal que sustenta la perpetua desigualdad. Ni es democrático prescindir de la mitad de la población, ni es ético resaltar el importante papel que las mujeres tienen como protagonistas en nuestra sociedad y su futuro, y luego invisibilizarlas de forma flagrante.

Claro, se me olvidaba que para ello los hombres tienen que abandonar sus privilegios patriarcales y dar un paso atrás para ceder su sitio a las mujeres. Y ahí, sólo ahí esta la clave. Veremos como se desarrolla la campaña. La parrilla de salida está ya preparada y me temo que se repetirá a modo de «día de la marmota» lo vivido en las anteriores, sumergiéndonos de nuevo en Pitolandia, aquí y allí… ¡Ojalá me equivoque!

PD:  Otros posts al respecto: «¿Quién la tiene más larga?«, «Euskadi, ¿la más machista?» El poder de las Mujeres».

¿Quién la tiene más larga?

27-S

Decía yo hace poco que a las feministas no se nos da tregua y que por tanto, es muy difícil quitarse las gafas moradas aunque sea un ratito, porque la realidad se muestra cruel con nosotras y nuestras reivindicaciones día a día, minuto a minuto.

Ayer estuve dando una charla de corte político en una ciudad cercana. Antes de aceptar, pregunté cómo era la composición de la mesa en la que iba a participar como ponente: dos hombres y una mujer. Me hubiese gustado al revés, pero no me voy a poner exquisita. El caso es que cuando llegué, me presentaron a mis compañeros y tomamos asiento: en la mesa había además, un moderador y una persona de la organización (?) que también era hombre. Total, me encontré con que yo era la única mujer y cuatro hombres me rodeaban.

Miren, no tuve más remedio que denunciarlo nada más abrir el micrófono. La situación era tragicómica si me lo permiten: estábamos allí como parte de la nueva política y cuando oí hablar a mis compañeros diciendo “estamos aquí para transformar la sociedad”, no pude reprimirme: “mal vamos si queremos cambiar algo reproduciendo los esquemas de todo aquello que queremos vencer” reclamé. Lo dije sin acritud pero con mucha firmeza. Veía a las mujeres desde esa tribuna en la que nos habían colocado, sonreír apoyándome con un gesto afirmativo con la cabeza.

Les puedo asegurar que se hablaron de cosas muy, muy interesantes, pero al final de la charla tuve que soportar una avalancha de hombres que no estaban de acuerdo con lo que había dicho, con argumentos tan manidos como: “las mujeres no quieren participar”, “es que no hay mujeres” y retahílas del mismo índole que no voy a detallar porque sería infumable. Conclusión: autocrítica cero porque la culpa la tenemos nosotras.

Cebrian

Yo y tantas mujeres que denunciamos continuamente este tipo de actitudes, hemos dejado claro que la escenificación de cómo se hacen las cosas y la visibilidad que se da a las mujeres, ni es trivial ni forma parte de una obsesión nuestra por contar mujeres y hombres en los miles de eventos, elecciones, en los mítines, en las tertulias, en los consejos de las empresas y un largo etcétera que nos invaden cada día. Esta acción premeditamente reivindicativa, no es un simple conteo: es la punta del iceberg de este sistema patriarcal del que todos y todas somos corresponsables en la lucha por erradicarlo. En política, como en otros aspectos de nuestra sociedad, la clave está en reconocer y poner medios para combatir todo aquello que signifique no tener en cuenta a las mujeres, si es que realmente creemos en la Democracia real y no la hecha e impuesta por el género masculino. ¿Tenemos mucho que hacer las mujeres a este respecto? Sin duda. Pero que los hombres tienen que asumir su parte de responsabilidad es innegable. Y responsabilidad no es culpabilidad aunque a muchos les guste llevarlo a ese terreno.

Las mujeres participan poco porque estamos hartas de aguantar la lógica y formas de hacer masculinas. Y estamos muy hartas de esa lucha continua (apoyada y magnifcada por la hegemonía mediática que ayuda a normalizarlo) de egos masculinos que lo único que denotan es una guerra para demostrar “quien la tiene más larga”. Nosotras «estamos hasta allí» de tanta masculinización, y esta no puede ser atajada si los hombres no reconocen de una vez por todas que viven en un sistema -el patriarcal- que les dota de privilegios. Esto es difícil porque reconocer que se es un privilegiado pasa por empezar a dejar de serlo y ahí entra el quid de la cuestión: reconocer que las mujeres parten de una condición de desigualdad significa que para alcanzar la igualdad los hombres tienen que dar paso a las mujeres y eso en una frase significa sin más rodeos: “yo me tengo que quitar para que estés tú”. Y ahí hemos tocado hueso. Por eso hay tanta resistencia, por eso seguimos siendo invisibilizadas y por eso, siempre somos menos allí donde el dominio masculino es patente.

40 años sin mujeres

Todos estos argumentos y la forma en la que hay que actuar, solamente pueden ser entendidas desde una clara postura feminista y por tanto, el desarrollo e implementación de las políticas feministas en la política, y con ello en los partidos políticos es imprescindible. Sobre todo en los de la izquierda, que ya van tarde en poner fin a esa deuda histórica que tienen con las mujeres. Lo demás son parches y es tener un enfoque reduccionista de lo que significa la participación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida. Si el problema es que las mujeres tienen una baja participación, la respuesta no se «es que no quieren», la respuesta es otra pregunta bien clara: ¿qué hemos estado haciendo hasta ahora para que puedan participar?. 

Nosotras no queremos más peleas de gladiadores egocéntricos donde lo importante es el pulso del poder alentado por el exceso de testosterona. Entendemos el poder (y lo queremos) como una potente herramienta para cambiar las cosas. Pero no el poder como está definido desde el patriarcado. Contra eso luchamos y por ello nos dejamos la vida. Y por ello vamos a seguir denunciando y gritando hasta quedarnos sin voz. A no ser que nos la quiten antes.

#SinMujeresNohayDemocracia

#LaDemocraciaSeráFeministaoNoSerá

Foto: candidatOs a elecciones Catalunya 27-S. Una mujer.