Niki de Saint Phalle en Guggenheim

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La extraordinaria exposición sobre Niki de Saint Phalle en el Museo Guggenheim de Bilbao, me ha impresionado fuertemente. Gracias a la misma he tenido la suerte de conocer a esta extraordinaria y enigmática mujer nacida en Francia en 1930, y que nos dejó en 2002 a causa de una enfermedad crónica pulmonar. Interesante, revolucionaria y feminista nos ha dejado un legado que aunque malinterpretado y criticado en su época, está más que nunca de plena actualidad.

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Esta retrospectiva dedicada a la artista francoamericana recorre a través de 200 obras su trayectoria durante 20 años y no deja indiferente a nadie. De hecho Saint Phalle fue una artista plenamente política y guiada por un feminismo avanzado a su tiempo. En dicha exposición se señala que cuando leyó «El segundo sexo» de Simone de Beauvoir, su vida cambió. A partir de ahí comenzó su crítica, totalmente reconocible en sus obras, contra la sociedad de su época, siendo una de las instituciones diana de su reprobación, la familiar que llegó a definir como “una arena en la que nos devoramos los unos a los otros”. Artista autodidacta y multidisciplinar fue pintora, escultora, grabadora, y cineasta. Supo utilizar, al igual que lo hiciera Warhol los medios de comunicación para dar a conocer su arte.

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Impresiona todo en el recorrido de la exposición: las novias inquietantes, sus pinturas-disparo, su feroz crítica a la política y a sus mandatarios, y sobre todo esa militancia feminista que respiran cada una de su obras, sobre todo sus Nanas. Unas Nanas rotundas, estupendas, coloristas y vitales que se erigen en instrumentos políticos como crítica al patriarcado que rige la vida de las mujeres y produce estereotipos que coartan su libertad. Una mujeres inmensas o unas diosas, ¿por qué no?, que Saint Phalle creó para que los hombres todopoderosos se sintieran pequeños al lado de ellas: “Con ellas he querido aplastar al sexo masculino”, afirmó la artista en 1965. Reclamaba mujeres poderosas que ejercieran contra el poder masculino, y estaba convencida de que un mundo liderado por las mismas, no produciría el nivel de violencia que nos rodea.

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Hija en una saga aristocrática de banqueros y modelo antes de nada para pagar su actividad artística en su lucha por ocupar un espacio copado por los hombres, no fue hasta el final de su vida cuando reveló la peor de sus desgracias, la peor de sus heridas: la violación de la que había sido víctima por parte de su padre. Con estos datos, emociónense y no se pierdan por tanto, si tienen oportunidad, esta brillante exposición de esta poderosa mujer en el Guggenheim en Bilbao hasta el 11 de junio. No les dejará impasibles: su obra invita a la reflexión como si el tiempo se hubiera detenido…

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Caca, CULO, pis

Anoche cenando en un restaurante muy cool de Bilbao, fui al baño y me quedé impactada con la forma en cómo estaba señalado el de chicas y el de chicos. Por supuesto, lo fotografié. Juzguen ustedes:

 CHICA CULO: explícito e incitador.

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CHICO PLÁTANO: de Warhol, que queda más «in».

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Existe una tendencia, al menos aquí, de demostrar más creatividad que nadie a la hora de señalizar los baños de mujeres y los de hombres. Está bien, ya que el típico “S” y “H”, los sombreritos, la iconografía tradicional del país, el rosa y el azul, y otros estereotipos de género están un poco más que vistos, y ya «huelen», nunca mejor dicho. Lo que ocurre es que te puedes encontrar con todo lo contrario: por un lado en algunos espacios, no sólo bares o restaurantes, sino instituciones públicas, universidades, coles, etc., la señalítica es tan moderna y abstracta, que te quedas delante de las puertas de ambos baños sin saber dónde tienes que entrar, y por otro lado, puede ocurrir lo contrario, que en un intento de ir más allá de lo cool como es este caso, se convierte en un ejemplo más de micromachismos cotidianos. Ese que se visibiliza a todas horas, en los chistes, en la publicidad, en los informativos, en las tertulias…

No, no crean que soy una paranoica. Es lo que tiene llevar las gafas violetas puestas. Te las pones un día para tener una mirada crítica sobre las cosas con un enfoque de género, y aunque a veces duela y muchas canse, ya no te las puedes quitar. Y así, ves a la hora de ir al baño un culo de mujer explícito e incitador, y por otro un plátano (eso sí, el diseñado por Warhol para colmo de la modernidad), como muestra del androcentrismo que nos rodea, y una no puede quedarse inmune.

Como me decía una seguidora en un tweet, igual entré en el baño equivocado y el del culo era para los chicos y el plátano para las chicas. Quizás, pero por ello pienso que para la caca y el pis, menos CULOS y más cabeza. A mi con estas cosas, se me encienden las alarmas (violetas). Y menos mal!

A propósito de otros micromachismos en los baños escribí hace ya tiempo: «Sólo quería hacer pis»: http://blogs.deia.com/xsermujer/2011/09/27/10/