Quien de verdad ganó fue la Sexta

Miércoles 24 de abril de 2019

En esta España de Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias y Abascal, no hay aquellos intelectuales de la República que un día escribían “No es esto, no es esto” y otro se quejaban de las demasías de la derecha en la defensa de sus cortijos y piscinas. Y es que para ser de verdad un intelectual hay que pensar con libertad y decirlo sin atenerse a ningún guion.

Echo pues en falta un manifiesto de intelectuales, que no lo sean a la violeta, que comience diciendo “Los abajo firmantes….” Y luego se explayen criticando a la clase política española por no haber regulado en cuarenta años los debates y a una Junta Electoral hipersensible con los lazos amarillos y el término “presos políticos” en TV-3 pero que le parece de lo más normal que se organicen debates en la televisión pública y en la privada excluyendo a fuerzas que, en el Pleno de Investidura próximo, tomarán la palabra, expondrán sus puntos de vista y seguramente, votarán y si Sánchez precisa de ellos serán cortejados.

¿Por qué entonces se les excluye si la elección no es de un presidente sino de diputados y senadores?.

Pues porque sí. Porque son periféricos que es la manera fina de llamarnos perroflautas.

Y porque la españolidad per se, es excluyente, eso tan feo que se nos atribuye a los nacionalistas vascos.

Pero no hay un solo intelectual hispano que lo resalte, ni mucho menos que lo denuncie.

Y añadiría algo más.

La cadena conocida como la Sexta hizo un magnífico trabajo de marketing porque le va la marcha y porque así se lo permiten en ese ombligo ciudadano llamado Madrid. Que con su pan se lo coman, pero que quede claro que no ganó ninguno de los contendientes en el debate a cuatro casi nada, sino que de ese espectáculo televisivo la única que ganó fue la Sexta.

A medio debate se interrumpió el pugilato electoral y como si tal cosa Vallés y Pastor nos dijeron que venía la publicidad.

Muy poco serio.

Y claro que vino. Empezaron con Samsung y siguieron apareciendo toda la lista de marcas de coches a cual más rápido y sugerente. Los anoté: Land Rover, Kia, Nissan, Volvo, Ambar, Hyundai, Seat para terminar en la Caixa y entre medio una cervecita como San Miguel.

Siguió el debate y solo antes del cierre, el llamado minuto de oro, además de las nombradas marcas aparecía Netflix, Línea Directa y la Pequeña Suiza y coche por aquí, coche por allá. Aquello parecía la Fórmula V en versión pija-electoral. Solo faltó que alguien dijera en off “si me votas, te llevas este coche y legarás al Congreso confortablemente y hasta los leones rugirán de envidia”.

Todos vamos a saber los votos que obtendrán los partidos cuyos candidatos dieron la cara este martes, pero nunca sabremos lo que ganó en euros la Sexta con esos doce minutos de publicidad, la mitad del tiempo de lo que habló, por ejemplo Iglesias. Esos sí que fueron los doce minutos de oro, oro molido.

No me extraña que los directivos de la Casa les recibieran a los candidatos en la puerta con alfombra roja y tantos abrazos y sonrisas. Seguramente estarían pensando como Rico Mac Pato que esa noche quien de verdad iba a ganar el debate iba a ser la Sexta y alguno de ellos, sabiendo los coches que se iban a anunciar le sugeriría a Pablo Iglesias que fue en taxi como Revilla que no fuera hortera y que le recomendaría alguno de los cochecitos publicitados.

¿Por qué nadie habla de esta vergüenza?.

Pues porque no interesa. Y menos a la progre Sexta.

A pesar de lo que diga Rivera y de su jactancia por haber nacido en Barcelona, en ese debate no hubo ningún catalán, ni ningún vasco y ningún gallego. Y mucho menos un debate democrático.

¡Y mira que les ponemos de los nervios!.

Entre otras cosas porque denunciamos este doble juego.

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