Ochenta años y siguen igual

No tengo por Antonio Basagoiti el menor respeto político. Me parece el clásico pijo de marketing liderando un proyecto de derecha rancia, envuelta en papel de celofán. Es la misma derecha franquista sin Franco que se va a Euskaltzaindia a hacer un numerito en favor del euskera pero está de acuerdo en el fondo y en la forma de lo dicho contra el euskera por Jon Juaristi. Es la misma derecha que en Madrid se asilvestra porque en el Senado se puedan discutir las mociones en euskera, gallego y catalán, y encima lo dicen. Pero a veces logra, por un día, que algún ingenuo se crea que su apuesta por el euskera va en serio.

Basagoiti es el representante de esa derecha vascongada que le dice a López que sea valiente con Zapatero argumentando que él no hubiera permitido el ninguneo al que le somete el PSOE al Lehendakari, pero éste Basagoiti es el mismo que dijo que iba a convencer al PP español para que votasen en favor del «blindaje» del Concierto pero, despreciado por los suyos y con el rabo entre piernas, dijo aquello de «que se presenten ellos». Pura palabrería. Lo malo es que en esta sociedad del espectáculo, mediática y superficial, personajes menores como estos parecen pintar algo, cuando son un estorbo para todo.

Y que quede claro. Si en este país las Cajas no están unidas es por la cobardía del PSE y por el antivasquismo militante del PP, que niegan todo poder a lo vasco. Y eso hay que decirlo y repetirlo.

Ahora nos viene con que tiene que haber vencedores y vencidos. Es la mejor manera de que aquí no se arregle nada. Ya lo dijo el Lehendakari Aguirre cuando acosado por el falangismo, los militares sublevados y la casposa derecha de siempre redactó su despedida en Trucíos diciendo en su conocido manifiesto: «¿Que prometió jamás el fascismo a Euzkadi?. Nada, pues puesta su planta sobre Bilbao ha derogado no sólo la autonomía conquistada, sino hasta el Concierto Económico viejo resto de libertades históricas».

La mentalidad de Basagoiti y los suyos es heredera de toda aquella infamia que fue lavada con jabón marca Poncio Pilatos en la transición. «Hay que mirar al futuro y no al pasado» nos decían y así, unos y otros, se autoamnistiaron con una ley de punto final que consagró como rey al actual jefe del estado, puesto ahí por el dictador, como máximo representante de una España democrática, con muy pocos demócratas. Ahora ellos, que a diferencia de lo que se hizo con el franquismo, lo que quieren ahora es machacar, no dar una oportunidad a la paz, coger de nuevo el discurso del antiterrorismo, poner la lupa a cualquier lunar y enarbolar estas banderas del pasado que ojalá no sean alimentadas por una Sortu que debe tener más agilidad política y mayor criterio ético, aunque sea justo reconocer que su último comunicado es impecable.

Pero la derecha ahí está. Con Fraga a la cabeza. Coincidía esta semana uno de los pocos socialistas militantes en el baño del Senado con Fraga. Este era ayudado por su asistente. El socialista le pidió al acompañante “Eche la bomba y que se lleve a Fraga también”, le dijo ante los ruidos guturales del interfecto

Este Basagoiti es el hijo político de Fraga que quería les explotara la bomba a los miembros de ETA en Mallorca, el que puso en duda que Garaikoetxea, Ardanza e Ibarretxe combatieran a ETA. Le contestó el presidente del EBB, Iñigo Urkullu como se merecía:

“Siento desprecio y tristeza hacia declaraciones que, por injustas y utilizadoras de la violencia y el sufrimiento, no son dignas de un responsable político». Son declaraciones dichas  con premeditación y alevosía, sabiendo lo que decía, sin pudor ni vergüenza, y se preguntaba Urkullu si todo ello lo hacía, «sólo por sacar la cabeza e intentar conseguir un titular». Pues sí. Es lo único que busca desde que se levanta.

Pero le da lo mismo. Tiene patente de corso para decir cualquier majadería, ante una silente derecha que le ríe las gracias e incluso le considera progre cuando es lo más vetusto y podrido de éste país. Querer «vencedores y vencidos» y estar a la espera de escuchar «nos rendimos» es no solo estar en Babia, sino propiciar volver a situaciones superadas por los acontecimientos y hacer un flaco servicio a este país. Pero Basagoiti sabe bien que si SORTU es legalizada, su poder político se queda en casi nada. Son la cuarta fuerza política de Euzkadi. Y eso a él no le gusta. Le quitan la peana.

Lo malo es que todo esto se va logrando quitándole poco a poco a una sociedad sus referencias históricas para que prime solo lo inmediato y se carezca de perspectiva. El PSE puede pactar con el PP sin ruborizarse, porque solo se habla de las víctimas de ETA, pero no de las de la guerra civil, de las cárceles, de la clandestinidad, que todavía viven. Hay una memoria borrada (Gernika fue quemada por los nacionalistas, la República no existió). Hay una memoria manipulada (es la historia contada por los vencedores). Hay una memoria herida (que generalmente no le gusta hablar sobre lo sufrido) y hay una memoria reprimida porque así no se asumen las responsabilidades. Pero esto que funciona de maravilla para el PP en relación con el franquismo y su horror, no es lícito, para ellos, aplicarlo a una ETA y su mundo al que le quieren aplicar la terapia de los vencidos. Y es que la manipulación del  dolor ajeno, impide y presiona para que en Euzkadi no se normalice la situación de lo contrario les haría perder una de sus más caras banderas de erosión hacia un PSOE al que tienen paralizado y sin dejarle tener discurso propio. Un discurso que hay que empezar por el principio. No hubiera habido ETA si antes no hubiera habido dictadura. La memoria colectiva no se forma empezando el credo por Poncio Pilatos. Las naciones necesitan continuidad, reconocimiento interno y externo, dar coherencia y diferencialidad a las vivencias de sus miembros y construir e interpretar narrativamente su identidad a través de su propia memoria biográfica, la memoria colectiva.

Pero es lo que no quiere el PP.

Dentro de un mes se cumplirán ochenta años de la proclamación en Eibar de la República Española que vino de la mano del voto popular. Ochenta años. Le pregunté al gobierno si pensaban hacer algo para recordar ésta efemérides redonda que todavía sigue condicionando nuestro día a día y sigue manteniendo en el Valle de los Caídos al responsable de aquella dictadura en el lugar elegido por él para ser homenajeado. Pura apología de la violencia.

Me contestó Ramón Jáuregui diciendo que ochenta años no es fecha tan redonda pero que se harían cosas deslavazadas, pero nada como gobierno. Le contesté que entiendo que no quieran hacer nada con estos ochenta años pues tampoco hicieron nada con los setenta y cinco ni con los cincuenta pero sin embargo hemos tenido que soportar el tratamiento hagiográfico del 23-F sobre “un rey que nos salvó de un golpe» que había propiciado él con su ligereza. Se le recuerda a Cánovas del Castillo, a Felipe II, a Carlos V, a las Cortes de Cádiz…, pero no a algo proclamado en Eibar también por concejales socialistas recién elegidos hace ochenta años. Por algo será.

Quizás lo sea porque tres días después del 14 de abril de 1931 prepararon los recién elegidos municipios una Magna Asamblea que fue impedida y disuelta por la fuerza armada del nuevo gobierno provisional, pero a pesar de no haberse podido celebrar esta Asamblea, centenares de apoderados que habían acudido a ella, suscribieron un comunicado que decía:

«Nosotros, apoderados de los municipios bizkainos, reunidos en Junta General so el árbol de Gernika, al ser rescatada la libertad, destruida por las leyes de la Monarquía de España, queriendo restablecer a la Nación Vasca en la plenitud de su vida, que se constituya según el espíritu de su historia y las exigencias de los tiempos, para garantizarla su libre y pacífico desenvolvimiento y asegurar el bien común y los beneficios de la libertad, a todos los ciudadanos presente y futuros: «En nombre de Dios Todopoderoso y del pueblo bizkaino».

«Pedimos se proclame y reconozca solemnemente la República Vasca, cuya constitución y leyes serían desarrolladas sin demora, ingresando Bizkaia en ella en virtud del natural e inalienable derecho de los pueblos a regirse por su libre autodeterminación».

A partir de la publicación de este Manifiesto, al que se adhirieron todos los Municipios del País Vasco (485 de los 549 de los que constaba el País entero), se inició una gran campaña.

Por eso no quieren se recuerde. Les basta hablar mentirosamente del 23-F, no de lo que fue la II República. Por algo será.

El socialista Rojo me impide preguntar sobre los cuatro Marquesados

He aquí la alegación que presenté ante la Mesa del Senado por su negativa a dejarme preguntar al Gobierno sobre la concesión de cuatro Marquesados por parte del rey.  Si el Tribunal de Estrasburgo ha considerado que los tribunales españoles super protegen al rey, me gustaría saber qué opinarían de esta prevaricación por parte de la Mesa del Senado.  La historia es ésta:

El pasado jueves 17 de febrero, en tiempo y forma, presenté la siguiente pregunta para su ulterior contestación en el pleno:

«¿Que piensa el gobierno de los últimos otorgamientos de títulos de Marqués por parte del Jefe del Estado?».

Poco antes del cierre del registro para consignar las preguntas orales en pleno, los servicios de la Cámara me notificaron que la Mesa había denegado su tramitación basándola en éste criterio: «Es un control indirecto de un organismo constitucional no sujeto a control parlamentario».

De entrada la decisión me pareció un exceso de celo por parte de quienes habían aprobado dicho rechazo pues en la anterior legislatura todas las preguntas que formulé al gobierno por escrito me habían sido admitidas a trámite. Todas, y no creo que difiera el control parlamentario el hecho de ser una pregunta al gobierno formulada oralmente que por escrito. Aduzco pues estos precedentes parlamentarios en el Senado.

Deseo hacer hincapié que la pregunta iba dirigida al gobierno sobre el parecer que le merecía tal decisión de la misma manera que se le pregunta sobre los sucesos de Libia, o el terremoto de Haití, hechos ante los cuales, el gobierno debe tener opinión aunque carezca de competencias sobre estos acontecimientos. Por otra parte los actos del rey son refrendados por el presidente del Gobierno y en su caso por los ministros competentes haciendo hincapié la Constitución que «de los actos del rey, serán responsables las personas que los refrenden». Es decir, si un presidente o un ministro refrenda un acto del Jefe del Estado, ¿un senador carece de cualquier posibilidad de preguntarle al ejecutivo por su opinión?. ¿Estamos en la Libia de Gadafi o en el Egipto de Mubarak o en la España democrática que se define como «Monarquía Parlamentaria»?. ¿Dónde queda el Parlamento y su capacidad de control?.

Por otra parte el artículo 62 de la Constitución dice que le corresponde al rey, entre otras funciones, «conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes», pero no títulos nobiliarios con derechos hereditarios, por lo que los cuatro títulos de Marqués concedidos el pasado 4 de febrero son una evidente extralimitación de sus funciones y un evidente ataque al espíritu de los constituyentes que no quisieron la creación de una casta política nobiliaria que tantos disgustos habían causado en la historia de España.

Habida cuenta que los nombramientos de Marqueses fueron publicados en el Boletín Oficial del Estado como Reales Decretos y habida cuenta que las Cortes Generales tienen la facultad de controlar al gobierno y una manera de hacerlo es solicitarle su opinión sobre algo publicado en el B.O.E. es por lo que éste senador solicita de la Mesa se admita a trámite la pregunta formulada porque en caso contrario se me está negando arbitrariamente la posibilidad de realizar mi trabajo de representación popular en mi labor de control al gobierno.

Relato de la entrevista de Landaburu y Leizaola con quien habría de ser Juan XXIII

Reproduzco esta carta que Javier Landaburu le escribió a su amigo Txomin Epalza sobre la visita que le hicieron en su despacho al Nuncio del Vaticano en París, Angelo G. Roncalli que en 1958, a la muerte de Pío XII, sería elegido Papa y tomaría el nombre de Juan XXIII.

La carta es todo un testimonio y todo un documento de lo que entonces andaban, tras la guerra mundial, y de la personalidad abierta de Roncalli que por lo menos tenía curiosidad sobre el caso vasco.

He aquí la carta:

29 de Mayo de 1945

Sr. D. Domingo de Epalza

HALSOU

Respetado amigo y Venerable Hermano:

A nadie mejor que a Vd., futuro Delegado de Cultos y Distribuidor de Misas en Euzkadi, puedo darle cuenta de la entrevista que hemos tenido esta mañana con S.E. el Nuncio de S.S.

Hacía días que le había escrito a Monseñor solicitando una audiencia para entregarle el escrito firmado por los clérigos vascos y para “tratar de otras cuestiones de interés concernientes a la Iglesia Católica y al Pueblo Vasco”, y ayer recibí una nota de la Nunciatura diciendo que me presentaba sus respetos y que S.E. tendría mucho gusto en recibir hoy a las once “a los sacerdotes vascos”. He consultado con un teólogo sobre lo que debíamos hacer. No teníamos más que una de dos soluciones, o vestirnos de cura Leizaola y yo, o ir en “civil” y decirles en la Nunciatura que se habían equivocado, que nosotros somos padres pero de los “de verdad”. Como el teólogo proponía que, además de Leizaola y yo fueran vestidos de cura Urcola, en representación de la S.J. y Alberro, en la de los agustinos “que fuman y beben mucho”, opté porque Leizaola y yo fuéramos de americana y sin más acompañamiento.

Al llegar y explicar el “malentendido” a un sirviente laico –aunque no creo que sea de los de Cachin- nos han hecho entrar en un bonito salón donde nos han hecho aguardar unos minutos. Al cabo de ellos, se ha abierto una puerta y han aparecido las galas moradas de Su Excelencia que, con un inconfundible y amable acento italiano nos ha dicho: “Venez”. Nos ha hecho pasar y sentarnos en una especie de boudoir que no repugnaría la Pompadour. No nos ha ofrecido a besar el indulgenciado cristalico que llevaba en el dedo.

Una vez sentados ha leído nuestras tarjetas de visita. Primero, la mía, deletreando mi apellido y al leer –algo hay que poner en esos cartones para darse importancia-: “Ancien député aux Cortes”, me ha mirado amablemente y me ha preguntado “Déjà?”. Yo he debido poner la misma cara que ponen las “troteuses” excesivamente jóvenes cuando pasan la visita por primera vez (Esto no se lo lea Vd. a don Mateo). Luego ha leído en voz alta y sin comentarios la tarjeta del Ministro de Justicia y Cultura. A continuación, siempre amable: “Alors, vous n’étes pas des prêtres?. Trés bien, trés bien”. (Humildes denegaciones de nuestra parte).

El Nuncio –se me había olvidado decirle- es la contradicción de su predecesor. Todo lo que aquel tenía de delgado, fino y hermético, éste lo tiene de gordo, campechano y expansivo. (Cuál de los dos será de más “cuidau”?).

En uso de esa campechanía nos ha dicho que él viene del Oriente y que no sabe una palabra de lo que pasa en el Occidente de Europa. Y nos ha pedido, después de decirnos que él es profesor de Historia, que le expliquemos la de nuestro País. Esto, después de decirnos que él es de Bérgamo y que aunque los bergamotaras son ahora muy italianos, han estado frecuentemente entre italianos y austriacos. También nos ha dicho sin dejarnos empezar a hablarle que tenía idea de que nosotros somos algo así como los vendeanos de Francia. Era mucha tentación para mi acompañante el pedirle que explicásemos la historia vasca y, naturalmente, ha comenzado con entusiasmo su disertación. En honor a la verdad hay que decir que ha sido breve, preciso y elocuente. En solo unos segundos hemos pasado “del pueblo más antiguo de Europa que guarda la puerta atlántica de comunicación de España con el Continente, a la batalla de Poitiers y a la Constitución de Cádiz, pasando por Santiago de Compostela y por un tal Napoleón. Luego, el mismo conferenciante, ha subrayado la diferencia constitucional de Euzkadi y de sus pueblos vecinos y ha llegado al 18 de Julio de 1936. Yo creía que en este momento Monseñor nos iba a decir algo de Franco pero solo ha hecho esta pregunta: “Y la Navarra?”. Rápida relación de su conquista por Fernando (a) “el Católico y esto ha dado pie para comentar como predecesor nuestro a mi Santo Patrono, respondiendo a una paréntesis de S.E. en que nos ha hablado de San Ignacio y San Francisco Javier, “los dos grandes santos españoles”. No hay que jurar que nos ha faltado tiempo para reivindicar la nacionalidad de esos dos aberkides que hoy figuran en los grabados y en los altares sosteniendo un alámbrico alrededor de sus venerables y respectivos cráneos más o menos poblados.

En esto el laico no “cachiniano” ha irrumpido en el despacho trayendo a Monseñor una tarjeta de visita con una esquina doblada. S.E. ha dicho al valet medio en italiano, medio en francés que no está bien que se venga sin avisar, que esperase el del cuerno caído porque ella, S.E., estaba entretenida –en el buen sentido- por nosotros (Perdón!) CON nosotros. Luego, arrepintiéndose de su arranque bergamotico, ha dicho más dulcemente al criado: Diga Vd. a Mgr. Rocco que reciba a este señor y que lo reciba bien mientras yo acabo con estos señores. Como lo de “finir avec ces messieurs” no tenía el tono de una amenaza, ni creo “d’ailleurs” que la Nunciatura sea la clínica del Dr. Petiot, no nos hemos sobresaltado.

Pero, desde este momento, S.E. estaba con la imaginación puesta más en el descortés – o descortesa- que ha llegado sin avisar que en nosotros. Me ha dado en las narices que era uno de esos –o de esas- de los de: Qué trae Vd., hermano?. Y ha sido en vano que le hablásemos de nuestra inquietud por la suerte de la Religión en Euzkadi y en España, ha sido en vano que Leizaola le haya dicho que tenemos diez hijos “entre los dos”. Qué se habrá creído este tío por muy vicepresidente que sea. Nos ha respondido que él tiene un hermano que tiene diez hijos él solo (como se las habrá arreglado?).

En fin, el buen Nuncio, amable y muy cordial nos ha dicho que le somos desde ahora simpáticos los vascos porque, a su manera de entender –y sin prejuzgar políticamente- defendemos la tradición religiosas de nuestro País y la independencia política de nuestra patria. Que esos dos motivos son razones que “a priori” nos hace amigos suyos. Nos ha dicho que quiere hablar con nosotros despacio pero que hoy no podía ser. Que yo le dé un “golpe” -de teléfono, naturalmente- la semana que viene para que nos reciba con tiempo y podamos hablar sin trabas. Que quiere documentarse sobre el País Vasco y que le mandemos libros. Que él había oído decir en Italia, en los tiempos de nuestra guerra, que Franco era el bueno y los malos eran “los rojos” pero que nuestro caso le había merecido interés aunque no había tenido tiempo de estudiarlo. Que, siempre sin hacer juicios políticos, consideraba, que nosotros somos nacionalistas y que nuestra unión con los demócratas –“eso que se lleva ahora”- era accidental. Que nos pedía como único favor para seguir estas conversaciones que las mantengamos en reserva porque él representa los delicados intereses de la Santa Sede y que como nosotros somos extranjeros, “en la Francia de hoy”, pudiera esto, si se supiera, dar lugar a comentarios. Le he respondido que en tiempos más difíciles y aún durante la ocupación tuvimos relaciones (también en el buen sentido) con su chivico –de chivo- predecesor y que no fuimos a contárselo a nadie. Me ha replicado que así se hacen las cosas. Levantándose y diciéndonos que somos jóvenes, idealistas y que llegaremos lejos, nos ha despedido insistiendo en lo de la llamada por teléfono y diciéndonos, ya en la puerta, el muy “malín”, que recibe y lee nuestro periódico.

Claro es que no se nos ha olvidado cumplir el encargo, es decir, entregarle el clerical mensaje para don Pío –no el de ahí sino el ci-devant Eugenio-. Lo ha dejado encima de la mesita que nos separaba y no lo ha comentado. Le hemos hablado también de don Mateo y nos ha preguntado si seguía siendo obispo de Vitoria. Le hemos explicado el caso. Espero que todas estas cosas darán motivo para la conversación siguiente. Esto es todo lo que ha dado de sí la de hoy.

A usted, mi Venerable Hermano, le suplico y encargo transmita esta relación al Alto y Bajo Clero interesado en el asunto y a ese otro laico no menos venerable Dr. Dorota, con lo cual e evitará hacer una relación en serio de cosa tan amena.

Nada más por hoy.

Un saludo muy cordial de

P/D. A Juan Manuel que “Basurde” llevará su encargo. Que ya está preparado, en su próximo viaje. Y como ahora recuerdo que entre Juan Manuel y yo tenemos por ahí un hijo, al modo Leizaola, además de los que tenemos cada uno por nuestra parte, salude Vd. reverentemente a ese arrapiezo para el que envío mis paternales bendiciones. (Todos se pega).

Nota bene: Para exactitud de la crónica histórica hago constar que S.E., al salir, nos ha dado a besar el anillo. Ya, como de casa.