Viernes 17 de septiembre de 2021

La Reina Juana de Navarra hace pública y oficial su adhesión a la Reforma protestante en 1560. Fue una adhesión valiente, pues no tenía nada que ganar y posiblemente mucho que perder, incluso su vida.
El historiador de la casa real, el pastor Nicolás de Bordenave escribe lo siguiente: El año 1560, en la Cena de Navidad, la Reina Juana abjuró en Pau de la religión romana e ingresa en la Reforma, después de haber hecho confesión pública en su fe y toma el Sacramento de la Santa Cena, según la forma de la dicha Iglesia.
Calvino felicitará a la Reina Juana en una carta del 16 de enero de 1561. La Reina se manifestará muy dichosa en la nueva Iglesia reformada.
Felipe II actúa maquiavélicamente.
Carlos V dejó dispuesto en su testamento que se examinara el derecho de retención de las cinco merindades de la Alta Navarra (Pamplona, Sangüesa, Estella, Olite y Navarra), ocupadas ilegalmente en 1512 y se restituyeran caso de no tenerlas con justicia. Felipe II nunca hizo caso de esta disposición de su padre, Carlos V, aunque sí tuvo algunas negociaciones con la Reina Juana y su marido, Antonio de Borbón.
Antonio de Borbón, marido de la Reina Juana, recibe la sugerencia de Felipe II de que se declarara a favor de la doctrina católico-romana y que luchara contra los protestantes de Béarn y Navarra. Para ello, Felipe II le ofrecía que el Papa disolvería su matrimonio con Juana por causa de herejía de su mujer, con lo cual la Reina Juana, quedaría excomulgada y se la despojaría de todos sus Estados y derechos, que le serían dados a él, el rey consorte, Antonio.
Y todo ello con el consenso de los reyes de España y de Francia. Además Felipe II le prometía otras partes del Reino de la Baja Navarra y la isla de Cerdeña y le casaría con María Estuardo de Escocia.
Antonio aceptó todo este maquiavélico entramado, pero no se llevó a efecto porque murió en 1562. Antonio traicionó, pues, a los protestantes vascos, traicionando también a su mujer. Un Borbón.
Felipe II consiguió de Roma la excomunión de la reina Juana y que fuese declarada hereje, con lo cual perdió toda autoridad sobre sus Estados, autoridad que pasó a manos del Príncipe católico.

