Los complejos incurables de Odón Elorza.

Odón Elorza es el alcalde de Donosti pero además un tipo maleducado y con un grave complejo de inferioridad. Le ve a Azkuna, y se transforma.

Lo malo es que está ahí por una mala operación que hicimos en su día al quitarle al alcalde Xabier Albistur, que había ganado las elecciones, y que es el último alcalde nacionalista que ha tenido esta ciudad. Una mala operación. Incomprensible.

Pues bien. Además de nunca guardar las formas, es un tipo ofensivo que en el Palco  de Anoeta celebra a grito pelado los goles contra el Athletic, cuando hay una cierta convención de guardar las formas, hoy ha inaugurado, así lo dice, el Museo de San Telmo, construido en el siglo XVI por los dominicos, con un acertado aditamento pero que lleva en la ciudad cuatro siglos y que tiene unas magníficas pinturas de Sert en su antigua Iglesia. En todo caso lo habrá reinaugurado. Yo solía ir a ver este museo que se había convertido en un almacén de estelas discoidales, pintura, artes de pesca, armas, reproducción de una cocina y cosas varias. Y me parece bien que la ciudad donostiarra haya invertido en éste Museo de toda la vida creo que 28 millones de euros. No invitaron al anterior Diputado General. Y con él empezó el cambio. Acomplejados y maleducados.

Lo malo es el complejo de inferioridad del alcalde que en su página web nos dice que mientras unos inauguran catedrales otros inauguran museos. ¡Qué gracioso y qué acomplejado!.

Donosti no se merece un alcalde con complejo de inferioridad. Es el lunar de una sociedad que merece algo mejor. Engracio de Aranzadi «Kizkitza» describía a principios del siglo XX  la ciudad así:

“Donostia no era mejor por el lado vasquista. En el pasado, hartas veces apareció Donostia en oposición con Gipuzkoa. Parecían contrarios sus intereses; como si pudiera ser esto posible en un pueblo, porque en él se dan valores comerciales, divorciados contra todo sentido económico, de los industriales y agrícolas. Donostia era entonces, ante todo y sobre todo, un puerto, y Gipuzkoa una región vasca industrial agrícola. Y por un motivo u otro, llegó la incomprensión donostiarra al extremo de que fuera quemado el Li­bro sagrado de los Fueros en la plaza de la Constitución de la ciudad guipuzkoana. En este tiempo, el de las guerras carlistas, los dos focos de disensión, el religioso y el fuerista, se fundieron, apareciendo frente a la Gipuzkoa carlista y defensora de los Fueros y de las características vascas, en cuanto podían ser estimadas por el carlismo, la Donostia liberal y menospreciadora de la tradición vasca.”

Por eso  hay que hacer síntesis  y se nota, más que nunca, que  hace falta que Donosti tenga una corporación nacionalista vasca sin gente acomplejada.