Carta desde la India de Landaburu al Lehendakari Aguirre (1)

El ex diputado por Álava del PNV, Javier Landaburu tuvo que exiliarse, tras la sublevación militar de 1936, viviendo casi todo su exilio en París. Allí, en los años cincuenta trabajó en la Unesco, sin dejar de atender sus obligaciones para con la Delegación del Gobierno Vasco en París y su protagonismo en los organismos internacionales europeos. Cuando falleció el Lehendakari Aguirre fue designado Consejero. Falleció en 1963.

Publico tres cartas de Landaburu y una contestación de Aguirre cuando en noviembre de 1956 acudió como delegado a la Novena Sesión de la Conferencia General de la Unesco. Estas cartas amén de muy bien escritas, denotan un agudo sentido de observación y de anticipación de acontecimientos ya que estamos hablando de una fotografía de hace casi sesenta años.

New Delhi, (India), 1 Noviembre 1956

Querido José Antonio:

Después de un buen viaje largo e interesante, nos instalaron aquí muy confortablemente: un hotel aun sin concluir, construido en un año y con todas las exigencias del confort moderno en estos climas cálidos. La comida es buena y abundante -principalmente arroz y pollo en todas sus manifestaciones- y la bebida mejor es el agua hervida y helada. Hay alcoholes y vinos carísimos y una cerveza india que tampoco es barata. Esto llama la atención desde todos los puntos de vista. El choque con nuestra civilización es enorme. El atraso material de este país es muy considerable, pero el empeño de adelantar es muy grande. La devoción por Gandhi es impresionante y el respeto a Nehru es general. Se están haciendo muchos edificios por los procedimientos de la torre de Babel, sin una máquina, sin herramientas apenas, pero todo ello se hace a una velocidad que puede discutir con la técnica americana. Este país dará mucho que hablar dentro de veinte años. Por ahora, el espectáculo que ofrece esta población es deprimente: la miseria llega a no poseer más que unos tristes harapos y el trabajo no llega a emplear a todo este mundo. Se nota, sin embargo, el progreso fundado en un patriotismo muy sereno y en una espiritualidad de la que pudieran tomar ejemplo los “racionalistas” que por ahí codeamos. Aquí hay fe, fe religiosa de esa que mueve las montañas y creo, a primera vista, que también pueden dar lecciones de toda clase de moral a los burgueses occidentales. Además, gobierno y pueblo tienen afán de superarse y lo van haciendo con dignidad y con esfuerzo. Es posible que existan ciertas prácticas que choquen con esa otra moral -la del sexto- pero, aún así, los que las realizan deben ser mucho más puros que los que ahí “coquifican” o se dejan «coquificar».

Sólo en una semana vamos viendo cosas que nos darán muchos temas de conversación este invierno. Supongo que al final de nuestra estancia llevaremos buen bagaje de impresiones y de cosas que decir. Creo que esta experiencia va a contar en la vida de los que un poco de sensibilidad estamos pasando por esta tierra.

Esta paz serena se turba estos días con las noticias que nos llegan de ahí. Todas las cuestiones de actualidad se ven desde aquí desde un ángulo opuesto. Los comentarios de los periódicos son severos para Londres y París. Ya desde Beirut, vinimos dándonos cuenta de la hostilidad árabe contra Francia y contra Inglaterra. Ese sentimiento aumenta cada día, sin alaridos pero con fuerza. La solidaridad de los pueblos retrasados es una realidad mundial. Los periódicos de esta mañana, por ejemplo, coinciden en afirmar el fracaso del socialismo occidental por la divergencia de actitud de socialistas británicos y franceses. En un país colectivista como éste, eso produce mucha impresión. Y la colectividad aquí no es un mito. El gobierno construye la mayor parte de los edificios, viviendas, hoteles, edificios sociales y tiene también sus fábricas y sus almacenes de venta. Hay un dirigismo evidente que se lleva muy bien porque se administra con honradez,  con patriotismo y en plena democracia. Esta es la base de todo lo demás. Anoche, delante de mí, preguntaba con Alberto a un cura católico indio qué pensaba de Franco. La respuesta fue que el cura no tenía ninguna simpatía por Franco y tampoco por Salazar “porque no dejan libertad al pueblo”. A pesar de las castas, el pueblo y su bienestar posible son la finalidad de toda empresa pública. Las castas han desaparecido legalmente: el ministro de Justicia de Nehru es un intocable que hace unos días se convirtió al budismo. Le acompañaron en la conversión setenta mil personas. Buda figura ahora como el líder de la abolición de las castas. Sin embargo, la religión hindú es la de más arraigo y tal vez la de más elevación.

En el ambiente de la Unesco no han tenido hasta ahora repercusión los incidentes internacionales. El egipcio y el inglés del Consejo charlaban esta mañana afectuosamente. Rusos y americanos parecen no tener nada que ver en el pleito. Todavía no ha aparecido ningún judío.

Como siempre, tengo más sujeción que trabajo. La conferencia empieza el cinco.  Desde hoy se celebran aquí las fiestas del año nuevo religioso que es el día 4 de Noviembre. Hay felicitaciones en tarjetas muy coloreadas representando a los dioses y con alegorías indias muy curiosas. Esta fiesta se llama la fiesta de la luz y parece que se celebra a fuerza de cohetes, petardos, bengalas, iluminaciones, etc. En cambio hoy, día de los Santos estamos trabajando.

Volviendo a las condiciones de vida material,  el calor ha cedido mucho en los últimos días que llevamos. Ahora hace la temperatura de un buen día de verano en París.  Las noches son soportables y seríamos más felices si no hubiera tanto olor a estiércol, a perfumes quemados, a desinfectantes y polvo y humo hasta en esta parte nueva que es  inmensa y será espléndida dentro de poco. La parte vieja es atroz; un hormigueo humano, entre porquería, una feria continua de gente andrajosa junto a palacios que debieron ser maravillosos. Ya hemos visitado mezquitas y templos. Pensamos aprovechar bien los días y aun las horas libres pues tenemos el deseo de no dejar de ver nada que valga la pena y esté a nuestro alcance. Lo malo es que las distancias son enormes,  pero no quisiéramos volver sin visitar cuando menos Agra y Benarés.

Esperamos que esos malos humores occidentales nos permitan una estancia tranquila y no nos obliguen a dar la vuelta al mundo para volver a casa.

Todos los compatriotas estamos muy bien. Yo estoy sin noticias de casa. Ya me voy acostumbrando.

Saludos en tu casa y en la delegación.

Un abrazo fuerte

Xabier

Esta es la primera carta que publico de Landaburu de su viaje a la India. Mañana, la siguiente.