Bolsos se lujo para quien tenga músculo financiero suficiente.
Hace algunos años había un tal primo de Zumosol que lo arreglaba todo. Ahora, si fueras primo más o menos cercano de Louis Vuitton, también lo arreglarías todo, porque está en el top de ganancias empresariales.
No sé si a fulano, mengano o zutano, o quizá a usted, le gustan los postres hechos con partículas de oro o llevar perlas auténticas en los zapatos o incrustaciones de diamantes de verdad en sus diademas o si usa marcapáginas de plata, o si para ir de Durango a Donostia usaría helicóptero o si su bolso de mano cuesta 300.000 euros.
Pueden sumar cuantas lujosas locuras de este estilo se le ocurran, pero, aunque les parezcan extravagantes son reales y cada vez más presentes, no solo en el hit parade social de Londres, París, Nueva York, Boston, sino también en Pekín, Moscú, Tokio, Dubai e incluso en Bujumbura, que es donde más limusinas de lujo juntas he visto en mi vida.
Enfrente de esa lujuria de lujo, la falta de cereal, los sueldos misérrimos, la explotación de niños/niñas en muchos países, la compraventa de personas, la trata de blancas, los millones de humanos que viven con menos de tres dólares al día…
Yo no diría que este segundo aspecto sea el revés de la moneda, sino más bien el canto de la jodida moneda de la ambición humana.
Durante el último mes nos han ido cayendo como noticias escalonadas los beneficios escandalosos, insultantes en muchos casos, de empresas tecnológicas, de comunicación, de bancos, eléctricas, gasísticas y, posiblemente como consecuencia de la guerra y de la sequía, los pingües beneficios de empresas de grandes multinacionales de alimentación y, por supuesto, de fabricantes y vendedores de armas.
Pero no, aunque lo pudiera parecer, no son ninguno de estos grandes emporios empresariales los que figuran en la cúspide del ranking de ventas y beneficios estratosféricos.
Sí, como habrán visto, leído y oído, sabrán que son las empresas dedicadas al lujo las que están obteniendo en todo el mundo beneficios no ya escandalosos, sino insultantemente escandalosos, incluso comparado con esas otras empresas que ya ganan mucho más que mucho.
Dando vueltas a la pregunta de cómo puede ser tan lucrativo el lujo habiendo tantos y tantos pobres declarados, se me ocurre pensar que quizá sea debido a que los traficantes de armas, los banqueros, los intermediarios de alimentos, los que explotan a niños y niñas, y quienes controlan nuestras comunicaciones y nuestra tecnología, gastan/derrochan sus astronómicos beneficios, obtenidos de aquel modo con mucha mano en B, en lujos tan imprescindibles” como un Ferrari chapado en oro de precio indecente o un bolso de piel de leopardo con incrustaciones de diamantes y otras piedras preciosas por un módico precio de cien mil euros.
Con razón Vuitton está en el top de los beneficios empresariales.
Y nosotros no somos los primos de Louis Vuitton.
@nekanelauzirika