Megahipocresía

En esto consiste la famosa brecha digital: medio mundo —redondeando— se tira de los pelos por el cierre de Megaupload y el otro medio ni sabe ni le importa a qué viene tanto pifostio. Pido disculpas, pues, a los segundos porque voy a marcarme unas líneas sobre lo que para ellos es un jeroglífico en sánscrito. Igualmente me excuso de antemano con los primeros, porque aunque yo también me he bajado lo mío y seguiré haciéndolo si tengo ocasión, no me siento víctima de ningún atropello intolerable. Me jode, como mucho, por los 20 euros que me pulí hace dos semanas —seré idiota— por una cuenta Premium para seis meses.
Por supuesto que me habría encantado que la caballería hubiera entrado con el mismo ímpetu en las sedes de las agencias de calificación o en los pisos francos de los especuladores financieros, que en términos comparativos han hecho bastante más daño que el seboso dueño del chiringo que acaban de cerrar. Sin embargo, por lo que he aprendido precisamente en algunas películas que me he descargado, tengo una idea aproximada de cómo funciona el invento. Simplemente, hay un tipo de delitos que se pueden practicar sin miedo a que te toquen un pelo y otros que, según el callo que pises, hacen que acabes con unas esposas.
Las mafias se rigen por el principio de jerarquía. El tipo este, por más multimillonario que sea, está en el extrarradio del organigrama. Cuando a los auténticos capos se les han hinchado las pelotas por la pasta que les hacía perder, han mandado al FBI —para secuaz vale cualquiera— a ponerle una cabeza de caballo en la cama. Esto va de gángsters de alta gama, no de libertad de expresión ni derechos fundamentales.
Todo mi respeto para quienes defienden con argumentos elaborados y sinceros la legitimidad del intercambio de archivos. Ninguno para los gurús que se hacen de oro propalando la especie de que, salvo ellos, los creadores tienen que trabajar por la puta cara.

Calma, derrochadores

Un figura, este Cristóbal Montoro, que viene ahora amenazando con las rejas a los manirrotos de la cosa pública. Nos daríamos con un canto en los dientes simplemente con que no se fueran de rositas los que han metido la mano en el cajón. Pero ya les podemos echar un galgo a la mayoría. Hay ochocientos casos de corrupción en el Estado español. De cada cien que pillan en mangada flagrante, sólo llegan ante sus señorías un par de cuitados y hasta eso cuesta Dios y ayuda hacerlo. Un picapleitos enredador o una cantada del instructor, y el tipo que todos sabemos que es un estafador y un ladrón vuelve a su poltrona levantando el mentón. Otro doloroso cantar es que en las siguientes elecciones, el sabio pueblo le cubre de votos y le regala con una mayoría no ya absoluta, sino asfixiante.
Tranquilícense los derrochadores compulsivos de lo ajeno. Este Gobierno español no les va a tocar un pelo. Primero, porque como ha dicho con gracia y tino Patxi López (hay que reconocérselo), una medida así dejaría al PP en el chasis. Y suerte que está prohibido legislar con carácter retroactivo, que si no, veríamos a algún neoministro en Carabanchel. Pero es que, además, no hay forma humana de llevar la vaina al BOE ni al código penal. En caso de agujero, ¿a quién habría que emplumar? ¿Al presidente o presidenta, al titular del departamento donde se ha producido, al pobre diablo que firmó la orden de gasto, al funcionario que la selló, al bedel que la llevó de un despacho a otro?
Nadie va a atar esa mosca por el rabo, y el locuaz ministro lo sabía cuando pegó la largada. Sólo buscaba anotarse un titular para empatar con su encarnizado rival en el gabinete, Luis de Guindos, que le había tomado ventaja en el marcador con otro par de bocachancladas. Mucho ruido y ninguna nuez. Es una pena, porque ya nos habíamos imaginado a algunos que lo merecen con pijama de rayas. ¡Y molaba mucho!

Patxinia va bien

Mis condolencias a los lectores censados en Barcinalandia. Por unos centímetros en el mapa y un quítame allá este Amejoramiento, no van a disfrutar del enorme privilegio que es vivir en Patxinia, territorio oficialmente libre de crisis desde anteayer. A Idoia Mendía (con d, no con t), portavoz del benemérito Gobierno del oasis, le faltó pedir que leyéramos sus labios. “No habrá recortes en 2012”, anunció toda ufana. Si creen que es imposible mejorar una noticia así, aguarden, porque en el mismo viaje, la cuentacuentos homologada del Ejecutivo López añadió que, de hecho, desde que sus reales se asientan en Lakua, jamás se ha metido la tijera a ningún servicio esencial. Está grabado.
Les concedo unos segundos para asimilar el prodigio, pero ya les avanzo que por más vueltas que le den, no encontrarán mejor explicación que la obvia: no hemos visto lo que hemos visto ni hemos vivido lo que hemos vivido. Todo, absolutamente todo, ha sido producto de nuestra imaginación. El hachazo a la renta básica, el mordisco a los funcionarios, el tantarantán a las ayudas al euskera y, por descontado, las razzias en sustituciones en la enseñanza y Osakidetza no han sido más que malas pasadas que nos ha jugado la mente.
Fíjense hasta dónde llega la sugestión, que aunque para ustedes sea un recuerdo real, tampoco es verdad que Patxi López se tirase toda la semana pasada llorando por las esquinas que las pérfidas y anacrónicas Diputaciones no le dejaban liarse a poner recargos fiscales. ¿Que le oyeron decir que las arcas estaban vacías y que caminábamos hacia el abismo ante la indolencia foral? ¿Que jurarían que eso mismo lo largó el dicharachero consejero Carlos Aguirre? Nada, un mal sueño, la trastada de algún duende abertzaloso o patrañas de esos resentidos del Grupo Noticias. Patxinia va bien. Muy pero que muy bien. ¿O es que no vieron el fiestón a todo lujo y todo trapo de la otra noche en Fitur?

Bebés robados… aquí

Tres féretros exhumados en apenas unos días con el mismo doloroso resultado: estaban vacíos. Vendrá algún legalista irredento y sin alma a decir que eso no prueba fehacientemente nada, pero para quien tiene entrañas y sentido común, es bastante más que un indicio espeluznante de anormalidad. Ya no valen las palmadas en la espalda, el puede usted creer que lo siento, el qué cosa más rara o el quién sabe lo que pasó. Es hora de acometer una investigación seria, transparente, sin titubeos ni concesiones, sobre el robo y tráfico de bebés, que no ocurrió en el pleistoceno, sino hasta ayer mismo, como se está poniendo de manifiesto en las centenares de denuncias que hay.
Como es obvio, son las instituciones las que deberían encabezar lo que por su gravedad merece tener consideración de Capítulo General. Estamos hablando de un número indeterminado de grandísimos cabrones, muy probablemente organizados, que durante decenios contaban la mentira más cruel que se le puede decir a una madre y a un padre para quedarse con su hijo recién nacido y venderlo como si fuera una bicicleta de segunda mano. Desgraciadamente, en este país estamos acostumbrados a canalladas de todo tipo, pero esta es de las que se llevan la palma en crueldad e infamia. Cruzarse de brazos, mirar al empedrado y tomarlo como un imponderable del destino contra el que sólo cabe joderse y aguantar es un actitud ruin, cobarde y, además, una mentira insostenible.
Resulta que se puede reconstruir con todo lujo de detalles un acontecimiento que ocurrió en la Edad Media y no hay modo de desentrañar algo que acaba de suceder a la vista de miles de testigos que aún siguen con vida en instituciones que también permanecen en funcionamiento. Por supuesto, nos lo dicen sin siquiera intentarlo y despachando a los familiares como si fueran unos molestos neuróticos que sufren por afición. ¿Qué y a quiénes se quiere tapar? ¿Por qué?

Fraga y la rabia

Para que luego vengan a moralizarnos por aquí arriba con lo del arrepentimiento y la petición de perdón, el llamado león de Perbes ha estirado la zarpa sin haberse aplicado jamás ni a lo uno ni a lo otro. Es más, cuando aún respiraba, cada vez que alguien le insinuaba que tal vez había algunos episodios de su pasado de los que era posible que no se sintiera satisfecho, su respuesta era un bufido y una reafirmación. Creo, de hecho, que eso es lo único que se le puede reconocer al glorificado fiambre: a diferencia de otros franquistas conspicuos que se rociaron de pachulí democrático y nos vendían la moto de que “aquello había que entenderlo en su contexto”, Manuel Fraga nunca dejó de reivindicar sus fechorías. Si le mentaban a Julián Grimau o a los asesinados en Gasteiz o Montejurra, en lugar de achantarse y contemporizar, sacaba pecho y bramaba que volvería a hacerlo.
Ahora ya sabemos que no solamente no pagará por esos crímenes, sino que además, pasará a la Historia como santo varón de la libertades, padre fundador de la nueva Hispania y egregio arquitecto del Consenso patriotero. Pensando en la sangre y en el sufrimiento que provocó, es descorazonador, pero no deberíamos dejarnos llevar por el desaliento ante la torrentera de elogios fúnebres que ha seguido a su desaparición física. Eso venía en el guión y no puede sorprender ni arredrar a los que desde el minuto uno de esa engañifa que bautizaron “modélica Transición” son —somos— plenamente conscientes de lo que quería decir el bajito de Ferrol con lo de “atado y bien atado”.
Muerto Fraga, no se va con él la rabia. Se queda entre nosotros que, en vez de envenenarnos con ella, habremos de transformarla en memoria comprometida e indeleble de sus víctimas. Eso, mientras señalamos con el dedo y distinguimos con un profundo desprecio a la plétora de dolientes que han corrido a delatarse como sus legítimos y orgullosos herederos.

Lapa López

En el frontis de Ajuria Enea han mandado grabar el lema del infierno de Dante, que es el mismo que se lee en las tapias de algunos cementerios: abandonad cualquier esperanza. No hay fuerza mundana ni extraterrenal capaz de despegar de su poltrona de granito a la lapa López. Resuelto a no salir de sus trece ni a entrar en razón, el lehendakari incidental, cada vez más parecido al baturro del chiste que le decía al tren que por mucho que chuflara, él no se iba a apartar, ha anunciado a la Vía Láctea que piensa agotar hasta el último segundo del último minuto de la última hora del último día de la legislatura que le tocó en la bonoloto trampeada de 2009. El cuatrienio negro del que hablarán los historiadores de pasado de mañana se completará sí o sí.
A falta de mejor argumento, Patxi el empecinado ha optado por uno que suena a testicular que es un primor: “los socialistas somos resistentes”. Es decir, que se queda para que no se diga que es un blandengue que se rila a la vista de un país que ha convertido en guano o de un partido, el suyo, al que ha reducido a broma macabra. Un año largo más para seguir tirando de piqueta. Que le vayan dando a la pérfida abertzalidad que le afea la conducta —el profe me tiene manía—  y, en conjunto, a todos los que contemplan con horror y pasmo su forma de gobernar que deja en ursulinas a Atila o Gengis Kan.
Inútil tarea, tratar de hacer que lo comprenda. Ni siquiera es el ciego que no quiere ver; es el que ve lo que se le antoja. En su fantasía inanimada, va engallándose incluso de que la posteridad lo recordará como el San Jorge que acabó a espadazos con el dragón de ETA. Como si no supiéramos distinguir causalidad de casualidad. Como si el anuncio del final de las acciones armadas no hubiera quedado unido para los restos a sus palabras bamboleantes a bordo de un vagón a siete mil kilómetros, distancia mínima siempre entre él y la realidad.

Aiete bis

El enunciado de la convocatoria prometía: “mañana el lehendakari presentará los actos del año de las culturas por la paz y la libertad en Euskadi”. Daban ganas de gritar “¡la gallina!” ante tanto palabro de cinco duros puesto en fila. Culturas (en plural, que mola más), paz y libertad, buena tripleta ofensiva para meter un gol al arcoiris y luego brindárselo al sol y a las nubes, que es de lo que parece que va el invento. Para no desentonar con la rimbombancia requetetransversal del nombre, en el acto donde se comunicó al mundo la buena nueva, Mahatma López compareció flanqueado por la porra y la cítara. A su diestra —faltaría plus—, Rodolfo Ares personificaba magistralmente la primera, mientras que a la siniestra (puñetera polisemia), Blanca Urgell fungía de dispensador de Natreen; hacía falta mucha sacarina para tragar el brebaje que se disponían a servir.
¿De qué se trataba? Mejor preguntar de qué no se trataba, que por aquello de las excusas no pedidas ayuda a que se entienda más fácilmente. “No se hace contra nadie, contra nada, ni como contraposición a ninguna cosa”, se apresuró a delatarse el fan de Vetusta Morla. ¡Acabáramos! Hasta el que reparte las cocacolas comprendió que la intención es montar un sarao que dé réplica institucional y sopas con honda a la conferencia de Aiete, aquella que se perdió porque estaba de bisnes en USA.
Y claro, como sobra la pasta, el jolgorio debe ser por todo lo alto. Más grande, más glamuroso, más megaplural y más chachipiruli que la sosada solemne que organizaron los de la acera de enfrente en octubre. ¿Kofi Annan, Gerry Adams? ¡Menudo par de siesos! Más vistos que el hilo negro, además. No son ni la mitad de chics que Susan Sarandon, Antonio Tabucchi o el entrañable nonagenario Stephane Hessel para darle un lustre rojoide al evento. Van a saber estos lokarrieros y quienes los manejan lo que es internacionalizar el conflicto con arte y con salero.