¿Abortar no pero criar sí?

Este último giro del PP con respecto al aborto anunciando una proposición de ley para prohibir a las menores de 16 y 17 años que aborten sin consentimiento paterno, no es más que un viraje electoralista para contentar a los que durante toda la legislatura del Gobierno del PP llevan gritando en la calle en contra de que las mujeres decidamos sobre nuestro cuerpo, nuestra vida y en definitiva sobre nuestra sexualidad, que es lo que desde hace siglos (milenios, quizás) llevan intentando controlar.

Aborto no criar si

En principio, ya es denunciable que quieran reformar una ley aprobada con bastante consenso hace años, derogando  el apartado 4 del artículo 13 de la Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo en estos momentos vigente. Pero sobre todo, es execrable que nos utilicen a las mujeres para fines electorales. A veces parece que vivo en un continuo «día de la marmota» donde todo se replica sistemáticamente y el punto de mira son los colectivos más vulnerables. En este caso el de las mujeres que queriendo abortar, ya no van a poder. Y sólo porque a unos señorEs se les pone allí, en ese sitio que no quiero ni nombrar…

Miren, el año pasado 113 (0,44% del total) mujeres comprendidas entre esas edades fueron las que abortaron por propia decisión, es decir, sin solicitar consentimiento . No parece que el «problema» sea tan grande, pero sí lo es el sentido coercitivo y de restricción de las libertades de las mujeres que se quiere aplicar con esta proposición que ahora quieren aprobar. La justificación para ellos es muy lógica: una «chica» a esa edad no es capaz de decidir por sí sola y necesita que sus padres le digan lo que tiene que hacer si se queda embarazada y tome la decisión ( ella solita) de no seguir adelante con el embarazo. Y eso, a pesar de que uno de sus progenitores de los que deba recibir sabios consejos pueda incluso ser un maltratador. Ahí la ley no hace excepciones y todo vale, pero recuerden que el 50% de los abusos y maltratos a menores se producen en el ámbito familiar. 

Esto no se tiene en cuenta, pero aunque Gallardón no pudo con la presión feminista a estos mercachilfes les importa un bledo nuestra opinión, porque ahora el asunto se ha convertido en un mero asunto a esta alturas de ganar votos. Me pregunto por qué este interés de la derecha por sacralizar la familia como institución, viendo que hace aguas por todas partes (y no digamos la sacrosanta institución que la defiende) y mucho más me pregunto por qué hay que pensar que las mujeres a esa edad son suficientemente capaces para tener relaciones sexuales con quien quieran (que lo son) y sin embargo, no se considera que tienen la suficiente madurez para tomar una decisión sobre si interrumpir su embarazo o no. Me lo pregunto porque frente a esto, sí se considera que son  sobradamente maduras  para criar, educar y mantener a sus bebés. No lo entiendo, y estoy segura que millones de mujeres (entre ellas muchas que quieren decidir por sí mismas) tampoco. Y no esperamos ninguna explicación porque no la necesitamos y sobre todo, porque no la hay.

 

La ablación del clítoris: un horror silenciado

El 6 de febrero, es la fecha elegida por las Naciones Unidas para celebrar el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF), una práctica reconocida internacionalmente como una violación de los Derechos Humanos de mujeres y de las niñas en todo el mundo.

mutilacion-genital-femeninaEsta práctica que consiste en la ablación del clítoris*, tiene consecuencias gravísimas para la salud física y psicológica de las mujeres no sólo en el momento que se realiza, sino de por vida. De hecho, estos actos han sido considerados desde la comunidad internacional como un grave atentado a la integridad de las mujeres que lo sufren. 

Bajo el manto de la tradición disfrazada de ritual, que sirve de justificación para las culturas que lo realizan, se esconde una única realidad: privar a las mujeres de placer a la hora de tener relaciones sexuales. Es decir, coartar su independencia y libertad y en definitiva, controlar su sexualidad. Un tema que ha preocupado siempre a las sociedades patriarcales que no aceptan bajo ningún concepto que las mujeres decidan por sí mismas qué tipo de sexualidad quieren y cómo desean vivirla. Hay muchas formas, todas denunciables, de coartar esta libertad pero si cabe, esta es una que urge erradicar. Las sociedades más arcaicas, muchas veces basándose en la religión (cada cuál la suya, aunque todas hostiles con las mujeres) siempre han defendido todo tipo de subterfugios para que las mujeres no puedan ser dueñas de sus vidas y sus cuerpos. Es una sintonía tan repetida que si sólo aburriera no estaría mal, pero es que MATA. Piensen también, en la prohibición del aborto que condena a las mujeres que lo practican en malas condiciones, a una muerte segura o a efectos terribles para su salud. Todo va de lo mismo.

Se piensa, o mejor se quiere creer que esto ocurre en lugares lejanos donde la gente carece de cultura. Por ejemplo, en Kenia la prevalencia de la ablación del clítoris es del 70%. Yo fui testigo en unas vacaciones en dicho país de tal hecho. Estábamos visitando una aldea masai, cuando me llamó la atención una choza cerrada a cal y canto con dos guerreros masais, lanzas en alto, custodiando la puerta. Pregunté qué pasaba allí dentro porque el resto de chozas estaban completamente abiertas a la panda de guiris que andábamos por allí haciendo fotos y comprando pulseras. Cuando me explicaron que dentro había dos niñas a las cuales se les había practicado la ablación hacía unos días, sentí una especie de arcada vital que me tuve que marchar. Pero nadie más lo hizo. Por supuesto, me tacharon de feminista loca y trataron de convencerme de que hay que respetar las tradiciones de las culturas que visitas…¿culturas que matan? me preguntaba. No pude hacer nada evidentemente, excepto quejarme y decir que era inadmisible. Pero lo que tenía que haber hecho es quitarles las lanzas a los supuestos guerreros, abrir la puerta y llevarme a esas niñas a un hospital… Todavía me pesa no haberlo hecho consciente de que probablemente no me lo hubieran permitido, pero no hay día que no me pregunte si aquellas niñas consiguieron salir vivas de su secuestro o quizás murieron en el intento, como les ocurre a tantas mujeres cada día.

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El problema está en que además de en estos lugares, ya no tan remotos, este tipo de prácticas se detectan a la vuelta de la esquina de donde vivimos. Según la Organización Mundial de la Salud, entre 100 y 140 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a la mutilación genital. África y Yemen son los principales países, pero las cifras están aumentando en Europa, Australia, Canadá y los Estados Unidos, principalmente entre los inmigrante procedentes de África y Asia Sudoccidental.

En el Estado español, son 17.000 las niñas que pueden estar en peligro de sufrirla, y en Euskadi, donde Emakunde ha puesto en marcha un programa de prevención, son 800. A mí, pensar en tantas mujeres sometidas a estas salvajes prácticas me hiela el corazón, pero sobre todo, me sigue quedando la terrible frustración de si podemos hacer algo más. Como cuando estuve en Kenya. Mientras, ¡mucho dolor!

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* Existen tres técnicas para la ablación del clítoris. 1) La escisión: resección parcial o total del clítoris y de los labios menores, con o sin recorte de los labios mayores.2) La clitoridectomía: resección parcial o total del clítoris, sin tocar los labios. 3) La infibulación: estrechamiento de la abertura vaginal (coserla) para crear un sello mediante el corte y la recolocación de los labios menores o mayores.

El poder de las Mujeres

A menudo se nos acusa a las feministas de estar continuamente contando el número de mujeres que aparecen en las fotos o en las noticias referentes al mundo de la política o entornos económicos. Me pregunto cómo sería posible no hacerlo, y sobre todo me pegunto que si no lo hacemos nosotras, ¿quién lo va a hacer? Este afán, que sólo pretende visibilizar, o mejor dicho, denunciar la invisibilización de las mujeres en los ámbitos de poder y toma de decisiones, nos está dando mucho trabajo últimamente, en todas partes.

Evidentemente, esto viene a colación del recién nombrado Gobierno griego, donde ninguna mujer «ha tenido el honor» de formar parte del mismo. Hace unos meses, ya denunciaba en este mismo medio con mi post: «Mujeres en Política, ¿quién dijo miedo?», la paupérrima situación de las mujeres en el ámbito político. Pero no me resisto a seguir lanzando nuevas cifras. Así en Europa, el 72% de las personas que constituyen los gobiernos son hombres: España 62%, Noruega y Suecia cumplen la paridad con un 50% y en Finlandia por el contrario, los hombres son el 41%. Es curioso, los países más avanzados tienen muchas mujeres en sus gobiernos. Grecia sin embargo, se lleva el puesto de honor con el 100% de hombres en el suyo recién estrenado. No se crean, antes del  triunfo de Syriza, también estaba en el top con un 95% de hombres (había una mujer en el gobierno anterior).

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Una puede creer en determinados proyectos políticos, porque representan un cambio en un momento en el que hay que hacer frente a la austeridad dictada por los que más tienen (y quieren tener más),  a los recortes, a la pobreza y al desempleo, y también porque muestran el triunfo de que es posible converger si se quiere ganar, y sobre todo, porque representa una ideología de izquierdas que hace frente al  avance galopante de las políticas neoliberales que están arrasando con los derechos de las personas. Todo esto es legítimo,engancha, seduce… hasta que nos encontramos con los derechos de las mujeres. Hablar de izquierda y feminismo es en sí mismo complejo, porque nunca se han llevado bien. A lo largo de toda la Historia, para la izquierda siempre ha habido «cosas más importantes» y por supuesto más urgentes que las reivindicaciones de las mujeres. Nunca es el momento. Contaba Robin Morgan, activista feminista y escritora, que cuando las mujeres se incorporaron a los movimientos de los sesenta de la denominada Nueva Izquierda, a la hora de participar en las supuestas reuniones revolucionarias para cambiar el viejo orden (¿les suena?), al final acababan «pasando a máquina los discursos de los varones y haciendo café, pero no política…»

Algo han cambiado las cosas, por supuesto, pero quizás no lo suficiente si en la Europa del siglo XXI siguen pasando cosas como en Grecia, donde una coalición de izquierdas se hace con el poder y se deja a las mujeres fuera del ámbito político de primera línea, sin que a Tsipras y sus acólitos se les mueva un pelo. No es una fijación por contar, es que la ausencia de mujeres en los espacios de poder, pone en cuestión  tal y como dice Rosa Cobo  «la legitimidad de la Democracia».

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La paridad de género (más allá del trasnochado y simple denominado «equilibrio de género») debe ser una conquista de justicia social para las mujeres, pero además, debe servir para corregir las relaciones asimétricas de poder entre ellas y los hombres. No es una medida coyuntural, es una herramienta política que debe tener como finalidad acabar con el sistema patriarcal que sustenta la ya sempiterna desigualdad. No es democrático que la mitad de la población sea relegada sin ningún tipo de argumento, al menos válido, a estas alturas. Pero es de recibo que la izquierda, aquí y en el resto del mundo, deje de mirarse el ombligo y rinda cuentas ante las mujeres. Es su asignatura pendiente y nos lo debe. Y si no nos entienden cuando afirmamos que «la Democracia será Feminista o no será», nosotras se lo explicamos, porque tener, lo tenemos muy clarito. También la Revolución!

¿Quién da la cara frente al paro?

A veces me asombro de la capacidad humana para escuchar determinadas noticias sin que se nos mueva un pelo. Escuchar que el 1% de la población mundial acumulará más riqueza que el otro 99% en 2016, suena tan terrible que a mucha gente le dará por pensar que esto es cosa de los países más pobres del planeta. Si fuera así, España puede alardear de estar en el banquillo de honor ya que según un informe de Oxfam, el 1% de la población española concentra más riqueza que el 70% más pobre. España además, está a la cabeza en desigualdad en Europa. Más que banquillo de honor, es cum laude.

Uno de los indicadores que evidentemente inciden en la pobreza de las personas es el nivel de desempleo de los países: en España son 5,5 millones las personas que no tienen trabajo. En Euskadi son 174.100. He escrito las cifras a conciencia. Estoy cansada de los impersonales porcentajes porque, aunque abultados, son perversos: esconden las cifras reales que oculta la terrible realidad de personas con cara, con cuerpo, con ojos… con esos ojos que muchas veces no nos atrevemos a mirar. Nos da miedo… el miedo a reconocer qué poco estamos haciendo por ellas, porque quizás estamos mayoritariamente sumidas en una nebulosa que envuelve la quimera de “las cosas están cambiando» o » las cosas van a ir mejor”. Mentira.

Y es que las cosas están muy mal… para quien están mal, ¡claro! Mientras paradas y parados de larga duración, sin recursos, sin ingresos, aceptan trabajos precarios donde son explotados, hacen largas colas para obtener una miserable ayuda económica y sobre todo, y lo que es peor, han perdido la esperanza, vas viendo como personas encuentran trabajo sólo por puro y duro clientelismo, no por méritos. Y además, si eres mujer el paro te golpea fuertemente: entre el segundo y último trimestre del 2014 en Euskadi el paro femenino se incrementó en 6.000 mujeres, el masculino en 500. Y ya no importa si tienes formación: al acabar el 2014 había 32.400 mujeres con educación superior en paro, hombres 25.600. Y debo nombrar, porque además formo parte de ese colectivo, a las personas en paro de más de 45 años. Un drama del que apenas se habla: son las y los grandes olvidados, personas a las que se está excluyendo salvajemente en vez de articular fórmulas para revertir su conocimiento en la sociedad.  La doble o triple, ya casi he perdido la cuenta, discriminación es tan apabullante que todavía no me explico cómo no hemos salido a la calle en una marea de no sé qué color y le hemos sacado los colores a los que nos gobiernan.

No me explico cómo con los datos que han salido hoy a la luz sobre el último trimestre del 2014 y que arrojan la bochornosa cifra de 700 personas más en paro en Euskadi, no se le ocurre a ningún responsable político dar la cara, no para darnos porcentajes que para eso ya están los medios de comunicación, sino para decir que se le cae esa misma cara de vergüenza, que pide perdón a la ciudadanía por no ser capaz de erradicar el desempleo ni de frenarlo, y que va a poner en marcha políticas activas de empleo, que se acaban las políticas clientelares de dar empleo con criterios partidistas, que se van a eliminar los coches, los últimos modelos de telefonía para la clase política, los viajes innecesarios, las dietas y las comidas y cenas, cuando hay gente que se muere de hambre… en definitiva, que van a rendir cuentas y si estas no salen, se van a su casita.

Mientras,  las personas que estamos en este vía-crucis personal, estamos hartas  de que nos digan que hay que ser positivas, que no hay que dejarse vencer, o lo que es peor, que hay que emprender. Y la “purita realidad”, ésa que a casi nadie le interesa, es que tenemos suficiente con levantarnos cada mañana, porque no es que nos vayamos a enfrentar al mundo, es que el mundo se nos cae encima como una mochila que te impide pensar, hablar y moverte. Si nos levantamos ya es mucho… y si nos organizamos mucho más: esa es nuestra tarea diaria cuando sentimos que el futuro no existe y que las miradas condescendientes de nuestro alrededor muchas veces nos dan asco y rabia, mucha rabia que por algún lado va a explotar. No tengo la menor duda…

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Son ya tres años los que llevo hablando en este blog de feminismo y de mujeres, de muchas mujeres, a las que la Historia olvidó, con conciencia o sin ella, pero a las que dejó aparcadas en los márgenes de la misma y  a pesar de su grandeza, quedaron olvidadas y apenas nombradas. A ellas también dedico mi espacio «No somos recién llegadas» en La Galería de Radio Euskadi los sábados por la noche. Tanto trabajo para contribuir, o al menos esa es mi intención, a una sociedad mejor porque esta no puede serlo si se sigue discriminando a las mujeres.

Mafalda

Pero en esta reflexión me he dado cuenta que también hay mujeres en nuestras vidas que hacen historia día a día. Muchas mujeres que pasan casi inadvertidas pero que hacen historia, quizás con minúsculas, pero al fin y al cabo esa historia sin la que la otra, la de mayúsculas, no podría llegar a serlo.

Yo personalmente tengo mi lista privada, y aun sabiendo que este post no va a tener mucho interés, más allá de ellas mismas y su entorno, me atrevo a hacer mi lista particular de mujeres a las que admiro profundamente:

  • María José Navarro: por haberse convertido en mi hermana y sin la que no podría vivir. Su grandeza y generosidad son inconmensurables. Su apoyo incondicional y su valor, no tienen medida.
  • Mercedes Mínguez Losua, mi gran amiga del alma que con su pragmatismo y sensatez es referente para todas nosotras. Su comprensión, indispensable para mi.
  • Felicidad Peláez, porque desde su obligado exilio lucha por sobrevivir y defender sus principios día a día. Una batalla diaria rodeada de soledad y arrojo. La echo de menos.
  • Rosa Martínez, coportavoz de EQUO, por su brillante inteligencia, intelectual y emocional, que se ha convertido en un referente para muchas mujeres y a mi me inspira cada vez más en el difícil reto de cambiar esta sociedad y los entresijos que la sostienen y mantienen.
  • [Enlace roto.] porque un té a media mañana con ella se convierte en una experiencia vital. Admirable madre, profesional y compañera de viaje que sin apenas conocerme, no deja de tenderme una mano día a día.
  • Itxaso Atutxa, Presidenta del Bizkai Buru Batzar porque se mueve como pez en el agua en un mundo como la política, muy duro para las mujeres; porque me gusta cómo pelea y porque cada vez que me abraza es como si no hubiera pasado el tiempo.
  • Ana Iriondo porque después de más de veinte años, me gusta hablar con ella y me gusta escucharla… y al final siempre me hace reír!
  • Anu Martínez que habiendo superado una terrible enfermedad ha conseguido hacer del día a día, un disfrute continuo.
  • Idoia Postigo porque ha hecho de su sueño una realidad, escribiendo su primera novela «Y te reirás de los peces de colores» y de la empatía, una forma de ayudar a quien tiene la suerte de estar a su lado.

A todas ellas admiro profundamente y tengo al suerte de que de una forma u otra estén en mi vida y por ello la hacen más fácil, a mi y a quienes les rodean. Será que me está embargando el espíritu navideño y por una vez no me importa, hacía varios años que no me ocurría, así que aunque suene ñoño (que lo es) lo voy a disfrutar.

Por otro lado, hago la misma reflexión buscando hombres a los que admirar y me salen pocos, muy pocos. Quiero a muchos, pero ese sentimiento de admiración profunda me sale con las mujeres, será porque estoy convencida de que la vida para nosotras es muchísimo más difícil. Así que esa otra lista la dejo para el año que viene. Mientras tanto vivan, vivan y vivan… Todo es tan terriblemente provisional, que es lo único que merece la pena.

Por un 2015 lleno de buenas sorpresas! A mi, discúlpenme, me tocan!

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