LO QUE ESTÁ OCURRIENDO EN VENEZUELA EN DOS PLATOS

Viernes 26 de mayo de 2017

Venezuela vive uno de los momentos más dramáticos de su historia. Ya nadie lo puede negar: ha estallado la insurrección nacional en contra de la dictadura militar de Nicolás Maduro. Y con este escrito queremos que se entienda a la primera.

La fase insurreccional, vista en retrospectiva, estuvo precedida por dos fases previas. La primera fue la de un movimiento político y social cristalizado en torno al Revocatorio. Revocatorio que está en la ley y al que se sometió Hugo Chavez, ganándolo en su día. Maduro se opone.

La segunda la de la lucha por elecciones regionales y/o generales. La tercera -la que hoy tiene lugar- corresponde al levantamiento constitucional y constitucionalista surgido en contra del proyecto de la dictadura por sustituir la Constitución de 1999 (refrendada el 2007) por una constitución corporativa–fascista. Entre las tres fases mencionadas hay una asombrosa relación de continuidad. En gran medida, la una llevó a la otra.

La fase del revocatorio, procedimiento inscrito en la Constitución, fue asumida por la oposición a iniciativas de Henrique Capriles, como única alternativa frente al desconocimiento de la Asamblea Nacional elegida democrática por parte del Tribunal Superior de Justicia, correa de transmisión del chavismo. Ley que aprueban los diputados, ley que revoca el Tribunal puesto al servicio de Maduro/ Diosdado Cabello.

En torno al Revocatorio comenzó a articularse una inmensa voluntad ciudadana. El robo del Revocatorio, a su vez, desató intensas jornadas de protesta en todo el país. Dichas protestas fueron frenadas por el diálogo – más bien dicho, por la zancadilla- propuesto por el Vaticano y los intermediarios amigados por Maduro, hecho que llevó a una desmovilización transitoria de la oposición. Hay que decir que quien fuera Nuncio del Vaticano bajo Chávez es hoy el Secretario de Estado del Papa Francisco. Conoce como nadie lo que está pasando en Venezuela. Sin embargo la Iglesia venezolana es muy activa y beligerante contra el régimen y, el P. Luis Ugalde, un bergarés jesuita, es una referencia moral e institucional en el país.

La ciudadanía democrática, sin embargo, al no divisar otra alternativa, comenzó a agruparse a lo largo de la vía electoral. Y nuevamente lo hizo alrededor de sus partidos. Los firmazos para la revalidación impuesta por el Consejo Nacional Electoral adquirieron, al igual que las jornadas por el revocatorio, un carácter masivo. En cierto modo fueron su continuación. Así comenzaría –en contra del Consejo Nacional Electoral y de esa empleada particular de Maduro llamada Tibisay Lucena- la segunda fase del proceso que llevaría a la insurrección surgida en los meses de abril y mayo.

Cierto es que uno u otro extremista de la oposición, incapaz de entender que para contar hasta tres hay que pasar por el dos, asumió –haciendo el juego a Maduro – una actitud contraria a las elecciones. No obstante, de modo inteligente, la mayoría comprendió que en las elecciones residía el talón de Aquiles del régimen. Si llamaba a elecciones –regionales o generales- Maduro estaba condenado a perder. Si no lo hacía, estaba condenado a declararse ante el mundo como lo que es: representante civil de una dictadura militar. Maduro, como cabía esperar, optó por la segunda alternativa. Fue su peor opción. Para decirlo con la letra de la canción de Violeta Parra: “se puso la soga al cuello”

Durante las jornadas por las elecciones tomaron forma las principales demandas del pueblo opositor: libertad para todos los presos políticos, reconocimiento de la soberanía de la Asamblea Nacional y apertura de un canal humanitario. El régimen, en cambio, intentando mostrar fuerza, procedió a inhabilitar a Henrique Capriles, quien fuera el candidato presidencial de la oposición frente a Chávez, y a destituir a gobernadores elegidos por el pueblo, sumando aún más reacciones en su contra. Gracias a la vía electoral, nunca abandonada por la oposición democrática, comenzaría a tomar forma la vía insurreccional.

El clamor por elecciones, al ser tan legal y tan legítimo, impulsó una solidaridad internacional que, partiendo desde la OEA y de los principales gobiernos de América Latina, ha alcanzado dimensiones mundiales. Por primera vez los noticieros europeos han dejado de presentar los acontecimientos de Venezuela como una lucha entre la izquierda y la derecha. Desde abril y mayo todos se refieren a la lucha democrática de un pueblo unido en contra de una dictadura militar.

Maduro cuenta solo con el pálido apoyo de organizaciones post-estalinistas como Izquierda Unida, o Podemos de Iglesias, del socialismo histérico de Ménchelon y en América Latina, del minoritario Evo de Bolivia, del matrimonio Ortega de Nicaragua y de la dictadura militar cubana. Hasta el saliente Correa le dio las espaldas a Maduro, pidiendo elecciones.

Sabiéndose políticamente derrotada, la dictadura decidió patear la mesa. Al hacerlo no solo cerró el camino a las elecciones sino, además, desconociendo a la Constitución de 1999, inventó un mamarracho mussoliniano llamado Asamblea Constituyente Comunal (y militar), destinado a imponerse desde el poder, sin participación ciudadana y sin más legitimación que la que viene de los militares adictos al régimen

El proyecto de la constitución fascista tiene, es cierto, sus orígenes en las fantasías de Chávez y sus proyectos de poder comunal. Pero al parecer, el mismo Chávez, convencido de su inoperancia no se atrevió, pese a la popularidad que gozaba, a dar curso a la Constituyente. ¿Para qué si tenía a las leyes habilitantes que la Asamblea Nacional e concedía para gobernar mediante decretos?

Si alguna vez Chávez creyó en el poder comunal, lo concibió como un momento de refundación de la república sobre las bases de una mayoría absoluta obtenida en lídes electorales. Es decir, como la coronación de su éxito y no como un corolario de sus derrotas, como ocurrió con Maduro. De este modo, la oposición, que antes del obsceno anuncio de la Constituyente tenía un carácter electoral, fue transformada por el mismo Maduro en una fuerza insurreccional que hoy exige, definitivamente, su salida.

Desde el 19 de abril ha estallado en Venezuela una insurrección constitucional. Una que, habiendo nacido en la oposición y sus partidos, va mucho más allá, penetrando en barrios, pueblos y ciudades, hasta ayer campos del chavismo. Una insurrección de jóvenes y viejos, de mujeres y de hombres, de días y de noches, de gente de las más diversas ideologías y creencias, de una mayoría enfrentando sin miedo a guardias pretorianas organizadas por el general de esa junta que ha decidido unir su biografía con el destino del régimen: Vladimir Padrino López, co-dictador de Venezuela.

Maduro y su reducido grupo ha perdido definitivamente la lucha política. Su momentáneo poder reside solo en balas disparadas sobre un pueblo inerme. Maduro, Cabello, Padrino-López, los Rodríguez, Escarrá, Isturiz, Jaua, El Aisami, seguirán siendo entes biológicos. Pero desde el punto de vista político ya son cadáveres.

Quizás hubo un tiempo en el cual algunos miembros de gobierno mantuvieron dignos ideales sociales. Pero pronto fueron envueltos en los negocios más turbios (maletines, tráfico de drogas, terroristas colombianos, siniestro ayatolaje, genocidas sirios, pistoleros cubanos, entre otros). Desde el poder hoy matan y siguen matando. Están manchados de sangre. El rojo de las franelas de Chávez ha llegado a ser el símbolo de la sangre derramada por la dictadura de Maduro. Es el color de la clase estatal que hoy domina a Venezuela. En esa clase no hay un solo interlocutor confiable. Ahí reside justamente el problema que deberá enfrentar la insurrección democrática venezolana en un muy próximo futuro.

Toda insurrección necesita, alguna vez, de una salida. Toda salida, a su vez, debe ser negociada por las fuerzas en contienda. Y bien, esa es la alternativa que no se divisa en Venezuela. Cambiando una que otra palabra del conocido dictum de Gramsci, podemos decir que los gobernantes ya no pueden (ni saben) gobernar. Pero los llamados a gobernar, todavía no pueden hacerlo.

La insurrección venezolana atraviesa un peligroso interregno extendido entre un orden que termina y otro que no llega. Dicha discordancia tiene su origen en una muy particular asimetría. La oposición ha derrotado políticamente al régimen, pero ese régimen se sustenta en la violencia militar.

En todos los demás terrenos, Maduro y sus  secuaces ya no cuentan. Las calles, la cultura, las ideas, las religiones, los liderazgos, las universidades, las instituciones, los sectores populares, todo eso es parte de la oposición. ¿Cómo derrotar a un enemigo cuyo único recurso reside en el crimen organizado desde un estado militar? Esa es la pregunta clave.

Negociar es la única salida, dicen con razón algunos observadores. No obstante, el verbo negociar supone de un predicado y de un sujeto. El predicado responde a la pregunta: ¿qué es lo que se va a negociar? El sujeto, a otra pregunta: ¿con quién se va a negociar?

¿Qué es lo que se va a negociar? O dicho lo mismo en negativo: ¿qué es lo que no se puede negociar? La respuesta es una sola. Lo que no se puede negociar es la Constitución. Pues la Constitución no es solo un montón de leyes. Es la puesta en forma de la nación. La Constitución es la nación jurídicamente constituida. Es por eso que el origen, sentido y objetivo de la insurrección es la defensa de la Constitución.

Visto el problema a la inversa: ¿Qué es lo que la dictadura no está dispuesta a negociar? La respuesta es obvia: el retorno de la validez de la Constitución. Constitución que llevaría directamente a una descomunal derrota electoral del régimen. Diosdado Cabello, con su brutalidad acostumbrada, lo dijo muy claro: “La Constituyente (fascista) no se puede negociar”. Efectivamente: entre dos constituciones, la democrática liberal aprobada por mayoría nacional en 1999 y la constituyente dictatorial-fascista hecha a espaldas de la ciudadanía, no hay ningún término medio. Por lo mismo, no puede haber ninguna negociación. El problema se agrava si tomamos en cuenta el tema del sujeto de la negociación. Pues ese sujeto no es un simple mal gobierno. Estamos hablando, en este caso, de todo un sistema de dominación social, político y económico.

La dictadura en Venezuela, a diferencia de otras habidas en el continente, no es personalista. Maduro no es más que el representante civil de una mafia formada al interior del aparato del estado. En las palabras del profesor Humberto García Larralde, la dictadura está formada por una secta. Efectivamente, parece ser así.

El grupo que controla el poder en Venezuela cultiva formas y ritos propios a las sectas más fanáticas. Por de pronto, la adoración a un padre totémico, en este caso, Chávez. Como en todas las sectas, sus seguidores no siguen el dictado de una ideología o de un programa racional. Cuando hablan de revolución, se refieren a ellos mismos. Ellos son la revolución. Y en nombre de esa revolución, vale decir de ellos, han llegado a creer que todo les está permitido. Cuando saquean las arcas del estado, por ejemplo, lo hacen con buena conciencia pues imaginan ser las representaciones personales de una revolución situada “más allá” de la ley. Es por eso que cuando tuvieron que elegir entre la Constitución de todos y la revolución de ellos, se decidieron en contra de la Constitución. La fidelidad a la Constitución es para ellos igual a traicionar a la revolución. De más está decir que negociar políticamente con esa secta, parece ser, por el momento, una empresa imposible. Esa es la razón por la cual la insurrección en marcha deberá buscar otros interlocutores. ¿A quiénes? Por el momento hay dos:

Uno es la propia sociedad civil, vale decir, el conjunto de instituciones sociales, culturales, religiosas y políticas a las cuales pertenecen muchos ciudadanos chavistas leales a la constitución de Chávez. Eso significa que la insurrección debe continuar el camino que ella misma se ha trazado: pacífico, democrático, electoral (nunca hay que dejarlo de lado) y, por sobre todo, constitucional. Ese camino debe conducir al máximo aislamiento posible de la dictadura. Sobre ese punto hay, dentro de la oposición, absoluta unanimidad.

La segunda interlocución es más complicada: supone apelar, no al poder del estado sino al poder fáctico que lo sostiene: las Fuerzas Armadas Bolivarianas

Naturalmente, las FANB pueden dividirse. De acuerdo a declaraciones de algunos dirigentes de la oposición, existe la esperanza de que, mediante una insurgencia mantenida, la unidad de las fuerzas militares llegará a resquebrajarse. Pero por el momento esa es solo una hipótesis. Y actuar sobre la base de hipótesis no es, al menos en política, recomendable. Tampoco es aceptable actuar de acuerdo a “posibles escenarios”, como sugieren algunos analistas muy imaginativos. De lo que se trata mas bien es de proceder de acuerdo a objetivos precisos y concretos. En otras palabras, la oposición venezolana se encuentra en la necesidad de levantar una política frente y hacia las fuerzas armadas. Una política que vaya más allá de simples llamados patrióticos. Una política, en fin, que parta de la situación real y no imaginaria que viven las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas bajo el régimen de Maduro.

Aparte de oficiales y soldados fanáticos miembros de “la secta”, es difícil pensar que todos los militares están felices con el rol que les ha asignado la dictadura. A muy pocos les gusta, seguramente, reprimir a gente desarmada, y mucho menos ser insultados en las calles. En parte reprimen porque reciben órdenes. Pero también lo hacen debido a la creencia de que están defendiendo la continuidad de su profesión.

Los militares, como los miembros de todas las profesiones, anhelan ejercer su trabajo en condiciones de seguridad, ascender en las jerarquías y gozar de prestigio social. Esa es la razón por la cual, cuando enfrentan a un enemigo, pocos de ellos defienden nociones abstractas o ideologías que no conocen. Les interesa, sobre todo, asegurar la estabilidad de su profesión. Temen, y a veces con razón, que con un cambio de régimen perderán sus privilegios. En cierto modo, cuando disparan, muchos imaginan luchar por ellos y su futuro. Tarea de la oposición, deberá ser, en consecuencia, presentar un proyecto que asegure a los militares la inamovilidad de sus cargos y el respeto a los beneficios sociales que actualmente gozan. Esa es, claro está, “otra” negociación. Pero puede ser más fructífera que dialogar con una secta sin lógica, sin argumentos y sin razones.

No se trata por cierto de pedir a los militares un pronunciamiento en contra de la dictadura, ni mucho menos aguardar el aparecimiento de algún general mágico. Se trata simplemente de garantizar la inclusión de las Fuerzas Armadas en un nuevo orden democrático. Quien se lo dijo a los militares de modo muy preciso fue el propio presidente de la Asamblea Nacional Julio Borges: “Nadie les pide a ustedes que se pasen al campo de la oposición. Solo se les pide que se pasen al campo de la Constitución”.

Sí: de esa Constitución a la cual los militares juraron respetar y en cuya defensa ya han sido asesinados muchos ciudadanos venezolanos.

 

 

3 comentarios en «LO QUE ESTÁ OCURRIENDO EN VENEZUELA EN DOS PLATOS»

  1. Iñaki; eres un puñetero golpista.
    Estas disculpando la violencia que generan los que tu llamas presos políticos venezolanos.
    Te guste o no, a Maduro, como antes a Chávez, le han elegido los venezolanos.
    Eres correveidile norteamericano y nada mas.
    Te interesan estos golpistas. Seguramente eras de la cuadrilla de estos sátrapas……te dejo uno de ellos.

    Leopoldo López
    Hijo de Leopoldo López Gil, firmante del manifiesto por el que se suspendían todas las garantías constitucionales tras el Golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002, y nieto de Rafael Ernesto López, ex Ministro de Educación.
    Proveniente de una de las familias más adineradas de Venezuela, a los 18 años fue enviado a estudiar a EEUU en el elitista Kenyon College para posteriormente culminar sus estudios en la Universidad de Harvard.
    De regreso a Venezuela, López comienza a trabajar en un alto puesto de la petrolera estatal PDVSA, enchufado por su madre, quien en esos momentos ocupa el cargo de Directora de Asuntos Públicos de la empresa. Más adelante, López tendría que enfrentar un juicio por fraude debido a un desvío de fondos de PDVSA a beneficio de sus proyectos políticos.
    En 2000 funda junto a Enrique Capriles el partido político Primero Justicia, que cuenta desde el principio con el apoyo económico del gobierno de EEUU presidido por George Bush a través de la National Endowment for Democracy.
    Esta institución norteamericana se dedica según su primer presidente, Carl Gershman, a “Llevar a cabo públicamente lo que ha hecho subrepticamente la CIA durante décadas” además de añadir que la organización se creó porque no estaba bien visto por el mundo entero que los movimientos democráticos de países extranjeros estuviesen financiados por la CIA.
    Asimismo, el líder opositor entabla estrechas relaciones con el International Republican Institute (IRI) del Partido Republicano de EEUU, realizando numerosos viajes a Washington, visitando sus sedes y reuniéndose con funcionarios del Gobierno de George Bush.
    El 11 de Abril de 2002 participa en el Golpe de Estado contra el presidente democráticamente electo, Hugo Chávez, liderando la detención del Ministro de Interior y Justicia, Ramón Rodríguez Chacín, como se puede ver en el siguientes vídeo.
    Además, como se muestra en la foto y el vídeo enlazado al principio de este artículo, participa en la lectura del manifiesto que Primero Justicia hizo pocos días antes del golpe de estado reclamando la renuncia de Hugo Chávez y la de otros cargos políticos y disolución de diversos organismos. Exactamente las mismas primeras medidas que tomaron los golpistas durante su breve control del poder.
    Primero Justicia fue el único partido venezolano en aceptar el golpe de estado y la disolución forzosa de la Asamblea Nacional.
    López fue amnistiado por Chávez y la causa contra él por estos hechos se cerró el 31 de diciembre de 2007. Más adelante ha liderado la estrategia de violencia callejera para desestabilizar al Gobierno. En numerosos vídeos se puede escuchar como López llama a realizar “acciones no pacíficas”.
    Además, en una asamblea celebrada en la Iglesia “Los Samanes” en la que participaban como oradores Leopoldo López y Alejandro Peña Esclusa, este último afirma que la estrategia de su organización ante cualquier proceso electoral, pasa por no reconocer los resultados (min 0:55). En la misma grabación se puede escuchar como se propone una estrategia para crear focos de protesta simultáneos para “prender candela” (min 8:15). Actualmente López es considerado un radical incluso por ciertos sectores de la oposición venezolana entre los que se incluye Enrique Capriles Radosnky.
    Según recogía el diario digital “ElEconomista” en un artículo del 24 de Febrero de 2014, documentos filtrados por WikiLeaks revelaron las estrechas relaciones entre López y el Gobierno de EEUU. En dichos documentos quedaba en evidencia que el Gobierno norteamericano llevaba 12 años financiando a la oposición venezolana, incluyendo a varias personas y organizaciones que tomaron parte en el Golpe de Estado de 2002.
    Asimismo se desveló un documento oficial de una reunión entre la Embajadora de EEUU y una asesora legal de Leopoldo López en el que se afirmaba textualmente que “Hacer a López víctima de las maquinaciones de la República Bolivariana de Venezuela, está haciendo que su popularidad aumente”
    Recientemente se ha difundido el siguiente documento de audio en el que se puede escuchar como Leopoldo López y Daniel Ceballos planifican nuevas acciones violentas desde la prisión en la que están recluidos por su implicación en un plan golpista fallido. Como se escucha en la conversación, las acciones se planeaban para ejecutarlas tras una manifestación opositora que iban a convocar para el día 30 de Mayo de 2015 en Caracas y se habla claramente de desestabilizar el país: “Esa vaina le tranca a Maduro la vaina con los gringos”. También se pueden escuchar los nombres de varios líderes opositores que estarían implicados en la acción, a uno de los cuales califican como “Golpista profesional”.

  2. Iñaki muy buen análisis de la crisis venezolana que ojalá le abra los ojos y cerebros a esa minoría fanatizada e ideologizada que todavía en Euskadi apoya este régimen dictatorial sin haber pisado nunca suelo venezolano. Ya van mas de 60 asesinatos en casi 50 días de protestas, que no pueden quedar impunes y donde tenemos que llevar a los responsables al banquillo del tribunal de DDHH de La Haya.

  3. Excelente resumen de lo que ha pasado y pasa en Venezuela. Lo compartiré .
    El chavismo no ha producido una revolución, el fanatismo marxista, las ansias de poder político, económico, social y con una corrupción inimitable, ha degenerado en una involucion autodestructiva con un deterioro extremo de todo lo bueno que había en Venezuela.
    Están cegados por el miedo y el poder

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