Algunos asesinatos duelen más.

Viernes 1 de noviembre de 2019

Se llama Antonio y se apellida Anasagasti. Es hijo de Antonio Anasagasti, de Mundaka, hermano de mi aittite. Su aita no supo castellano hasta los siete. Construía las frases como los euskaldunes. Nada de sujeto, verbo y predicado. Pero él nació en Cádiz ya que su aita que navegaba en un carguero recaló en este puerto y se enamoró de una riojana que allí vivía. Y montó el bar restaurant Atxuri, en el puerto, lugar que se hizo famoso por su buena comida. Él se hizo abogado laboralista y llegó a coronel de intendencia de la Armada. No tiene aire marcial sino una bonhomía notable. Pero lo suyo es escribir. Y lo ha hecho en periódicos, blogs, artículos en la Voz de Cádiz y en la Voz del Sur. Formó parte del colectivo Jaramago y durante la transición en la revista del mismo nombre. Es miembro del Foro Libre y de la Asamblea Amistosa Literaria.

El caso es que hace un mes y medio me escribió. La editorial que había sacado a venta este libro cuyo título encabeza este artículo en día de difuntos se asoció con Elkar y su libro no solo lo iba a presentar en Andalucía y, Madrid y Valencia sino en Donosti y en Bilbao y me pedía le buscara dos presentadores.

Curtido por la experiencia de ir a presentaciones de libros con dos personas de público, me preocupó el envite. Hablé con el ex alcalde Albistur para que lo hiciera en Elkar de San Sebastian el miércoles y con Eugenio Ibarzabal en Elkar de Bilbao el jueves. Los dos aceptaron el encargo y me dijeron que el libro se leía muy bien y estaba bien escrito. Lo harían gustosos y no por compromiso.

En Donosti logramos, en horario del partido de la Real, veinte personas. Una multitud, entre las que se encontraban Bildarratz, Xose Estvez, Josu Txueka, Eneko Sanz, Bingen Amezaga, Beltza, Zeler, Xabier Zaldua, mi hermano y varios más. Albistur trabajó muy bien la presentación hablando de los orígenes de la novela negra y leyendo algunos de los relatos.

Y el jueves 31 de octubre, día en el que comenzaba la mini campaña electoral, lo hicimos en Bilbao con casi cuarenta personas. Un oceáno. Previamente había llamado a toda la parentela que se juntó a personas variopintas e interesantes como Ansotegi, Montalban, Suso, Etrxezarraga, Irizar, Larrea, Laraudogoitia, Landa, Agirre, Sota, Mostajo, Casal, Berciano, Sieso, Rekakoetxea, Herrero, Aitzbea Ramos, Julían Pérez, Lazkano, Eduardo González, Trojaola, Etxenara Mendikoa y así hasta cuarenta.

Eugenio Ibarzabal hizo una buena presentación hablando de la biografía de Antonio y de su libro, al que alabó por su buena hechura y mejor castellano, y Antonio describió el por qué le ha dado por contar historias de asesinatos y de muertes raras.

A la salida le vimos a Mitxel Unzueta que iba a entrar a la librería con su hijo. Tiene dificultades con la vista y me reconoció por la voz. Me dijo que le había preocupado que alguien viera bien el federalismo en España que para él era una trampa y que con motivo del cuarenta aniversario del estatuto, nadie le había llamado habiendo sido uno de sus negociadores. Este dato ya lo había denunciado aquí. Me ha parecido lamentable este olvido y esta falta de consideración.

Salimos a tomar una cerveza en un Bilbao con sus calles llenas de gente haciendo gala de ciudad alegre y confiada y con una temperatura magnífica. La vida sigue pero como dice Antonio, ”Algunos asesinatos duelen más”, y algunos cumpleaños se celebran de manera entusiasta y otros no. Una pena.

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