Martes 9 de mayo de 2017
He estado escuchando en Radio Euskadi la entrevista de Dani Álvarez a Arkaitz Rodríguez, portavoz de Sortu, y, el personaje me ha asustado. Duro como un comisario de película del Este, no ha condenado los actos de violencia contra los Batzokis ni contra la sede del Gipuzko Buru Batzar. Decía que no era para tanto y que esto no es Alepo. Ya. Se empieza por no condenar estas borrokadas y se termina por justificar el asesinato en la misma sintonía de valores. Es lo que este tipo de gente ha hecho en tiempos de ETA durante cuarenta años.
El problema de Sortu es que con actuaciones como éstas puede decirse que no es una organización democrática y el problema de Arkaitz Rodríguez es que no responde como un demócrata y mucho menos como persona con valores.
Ya escribí sobre él cuando le vi en el Puerto de Donosti en un mitin organizado para glosar y venerar la figura de uno de los dictadores más sanguinarios del siglo XX como fue Fidel Castro tras su fallecimiento. Puño en alto, mucha rabia gritada, a esta gente parecería que lo que les va es la dictadura del proletariado y asaltar el Palacio de Invierno. Y ya se sabe lo que hicieron durante setenta años en la URSS. El marxismo lenininismo es así. Lo malo es que aquí se disfraza de falso abertzalismo. Lenin con txapela.
Su modelo es el bolivariano y por eso no lo condenan. Ni tampoco esta violencia que supone que siete tipos vestidos con buzos blancos irrumpan en una propiedad privada y la pinten y embardunen y tiren contenedores de basura. Y es que no aceptan que su penoso modelo de puerta a puerta, impuesto a la brava dictatorialmente, cuando desgobernaron Gipuzkoa, no lo quiere el ciudadano, incluso ni los suyos.
Y ahora tienen la bandera en contra de la incineradora. La tuvieron en Bizkaia con Zabalgarbi. Y Zabalgarbi lleva funcionando doce años. Y ni una de las amenazas cancerígenas con las que nos trataron de asustar solo se ha producido en ellos, que efectivamente tienen ideas cancerígenas. El cáncer está en ellos, en su leninismo, en su fanatismo, en su kale borroka. Esas son las dioxinas y furanos venenosos para una convivencia democrática.
Vuelvo a repetir que el cese de la lucha armada de ETA no fue para algunos una reflexión ética sino táctica. Y no puede ser ética pues ciertos termocéfalos carecen de moral. El fin justifica los medios. Y esto está enraizado y muy estudiado.
El leninismo es un conjunto de doctrinas políticas y reflexiones que se inscriben dentro de la tradición del marxismo. El marxismo es un análisis socioeconómico crítico del capitalismo del siglo XIX que trataba de promover una estrategia favorable para la clase obrera en el conflicto frente a la clase burguesa. Pero estamos hablando del desarrollo industrial. Lo malo es que ELA y Sortu viven anclados en aquel siglo.
La propuesta marxista pasaba por superar la dinámica propia del capital y sustituir el capitalismo por un nuevo sistema socioeconómico denominado socialismo. El leninismo reanaliza algunos aspectos que habían cambiado en el capitalismo desde la época de Karl Marx y propone a la clase obrera una estrategia algo más concreta para instaurar el socialismo. Para ello el leninismo propugna una «asociación» de los trabajadores más conscientes sobre la situación del proletariado, que sería un Partido Comunista, el cual organizaría la lucha de manera coherente y con el objetivo final en mente, ya que Lenin pensaba que los trabajadores menos conscientes podrían perseguir equivocadamente objetivos reformistas a corto plazo, en lugar de objetivos genuinamente revolucionarios. Esta idea la tiene Arkaitz Rodríguez cuando separa lo que él llama los partidos neoliberales de los socalistas, que es la nuez de Sortu, pero ese es el socialismo real que al final acaba en una dictadura.
Que nadie se equivoque. Esta gente no es socialdemócrata.
Uno de los aportes más importantes de Lenin fue la cuestión de la organización comunista. Argumentaba que la lucha económica del proletariado sólo lo llevaría a adquirir una ideología sindicalista-reformista y que la conciencia marxista-revolucionaria debía ser introducida desde fuera. Además, planteaba que la clase obrera, para llevar a cabo su actividad revolucionaria, debería contar con un destacamento de vanguardia que dirigiera su lucha, el Partido Comunista. Y Sortu, por lo que hace y dice y por tolerar la violencia como instrumento de lucha, es el típico partido comunista disfrazado y envuelto en la ikurriña.
Según Lenin, los objetivos del partido sólo podrían ser alcanzados a través de una forma de organización disciplinada conocida como centralismo democrático. El Leninismo mantiene que el imperialismo es el estado más alto del capitalismo, y que el capitalismo sólo puede ser vencido a través de los medios revolucionarios (según él, cualquier intento de reformar el capitalismo está destinado al fracaso). Lenin creía en la destrucción del Estado capitalista a través de la revolución proletaria, y en reemplazar a ese Estado por la dictadura del proletariado (un sistema de democracia de los trabajadores, en el que los trabajadores tendrían el poder político a través de consejos llamados soviets).
En esta diarrea mental inscribo los ataques, las pintadas y los silencios de Sortu. No toleran que haya partidos como el PNV con 122 años de vida que siendo democráticos representan al pueblo vasco mejor que ellos porque no apuestan por su autogobierno, y lo de ellos, al carecer de un sentido trascendente de la vida solo creen en el fin justificando los medios.
Por eso este Arkaitz es un tipo inquietante para la convivencia democrática al no querer condenar los ataques contra personas y partidos. Un fanático puño en alto disfrazado de abertzale. Y el puño siempre es para golpear.