Un país de cotillas

El viernes a las doce fui a la Universidad de Deusto. Celebraba esta casa de estudios su 125 aniversario y me habían invitado. A paraninfo lleno y con los doctores y decanos, profesores y rectores con sus coloreados birretes, tuvo lugar un acto académico sobrio pero muy adecuado. Terminó con el espléndido Gaudemos Igitur que nos recuerda nuestros años universitarios. La prensa que cubría el acto con chancletas y pantalones cortos. Están por encima del bien y del mal. No saben estar. El actual rector, Jaime Oraa, agradeció a Leizaola, entre otros agradecimientos, su labor para que la Universidad no fuera volada. Es la primera vez que ocurría algo así y se lo agradecí. En 1937 toda esa inmensa casa no fue destruida porque desde el Carlton hubo un hombre que dijo NO a unas voladuras preparadas y con los agujeros hechos. Y nunca se le había agradecido el hecho.

Tuve oportunidad de saludar al obispo Blázquez que estuvo muy cordial, a Mari Carmen Garmendia, a Ander Urrutia, y a mucha gente que hacía tiempo no veía. Y previamente al acto, en un salón, la comidilla era la noticia de la publicación en todos los medios de los bienes de los parlamentarios con las páginas webs del Congreso y del Senado colapsadas.

La primera pregunta que se hacían todos era a quien beneficiaba semejante striptease y para que servía esta información.. Y Patxi López al salir me lo decía:” esto solo demuestra que este país es un país de cotillas”. No le falta razón.

Porque no aparecen asimismo y al lado los bienes y emolumentos de Pedro J. Ramírez, Juan Luis Cebrián, Belén Esteban o el rey. Por ejemplo. Con lo que se concluye que lo que sigue habiendo por detrás es una dura campaña, no contra los políticos, sino contra algo más importante: contra la política democrática. De lo que se trata es de demostrar que los políticos somos una clase parasitaria y que vivimos por encima de nuestras posibilidades y somos prescindibles en el juego democrático. Al parecer a la política se tienen que dedicar los del 15M o los muy pobres o los muy ricos, no los mejor preparados. Ni los que a lo largo de su vida han logrado hacerse con un patrimonio o que lo hayan heredado de sus padres, o que hayan ahorrado. No. Eso está penado.

En mi caso yo funciono con mi mujer con el sistema de bienes gananciales, como muchos en Euzkadi y si bien yo estoy expuesto al ojo público, por este sistema y sin comerlo ni beberlo, ella también.

Pero todo tiene su picaresca. O su explicación. O su razón. No me creo que Zapatero solo tenga un terrenito en León. Lo más probable es que funcione por el sistema de separación de bienes y la mayoría de ellos, como los de Javier Arenas están a nombre de su mujer.

Quien está detrás de este desaguisado es Bono. A él lo desnudó en público el Grupo de Intereconomía y él ha querido generalizar la desnudez a todos los parlamentarios ante la inmensa debilidad de Javier Rojo que no se le plantó.

Bien. Ahí están los bienes y males de los parlamentarios. ¿Y ahora qué?. Ahora nada. Porque hasta aparecen unos mínimos complementos de pensiones que tienen Mitxel Unzueta y Gerardo Bujanda. El colmo de la curiosidad.

En fin, que sí, que este es un país de cotillas.