Me han censurado una pregunta sobre el rey y los nuevos marqueses

El jueves pasado decidí preguntar sobre los nuevos Marquesados. Había sido una decisión del Jefe del Estado, había aparecido en el BOE y había tenido su repercusión mediática e, ingenuo de mí, pensé que eso de la «Monarquía Parlamentaria” iba en serio. Por esta razón formulé la siguiente pregunta para ser contestada por el gobierno en el siguiente pleno:

“¿Que piensa el gobierno de los últimos otorgamientos de títulos de Marqués por parte del Jefe del Estado?».

Esta pregunta se unía a la que la había formulado a la ministra de Asuntos Exteriores Trinidad Jiménez sobre la opinión del gobierno en relación con lo que estaba ocurriendo en el norte de África y en concreto en Marruecos así como en Guinea.

Y terminé mi jornada matutina y al salir me encontré con un viejo amigo, Andoni Olabarri que me invitó a un caldo en el bar de Sabin Etxea. Y en eso estábamos cuando nuestra secretaria del Grupo en Madrid, ldoia, me llamó alarmada y preocupada. Un administrativo le había rechazado la pregunta con la siguiente argumentación:

Es un control indirecto de un organismo constitucional no sujeto a control parlamentario”. Los servicios de la Cámara (Asistencia técnico parlamentaria) eran categóricos. No aceptaban ni tan siquiera que la pregunta fuera formulada y me daban la posibilidad, en dos minutos, de formular otra o de lo contrario perdería el cupo. Allí mismo, en la barra del bar, con el caldo humeante, le dicté la pregunta sustituta. “¿Toma en cuenta el Gobierno la opinión del pueblo saharaui a la hora de la negociación entre la Unión Europea y Marruecos en relación con el acuerdo comercial?».

Este tema tenía interés, aunque no tuviera la vertiente política de la pregunta sobre los marqueses, pero el oscurantismo, la impunidad y la inmunidad pero sobre todo el celo del socialista Javier Rojo impedían el control parlamentario. Ni tan siquiera me llamó para darme una mínima explicación.

Reconozco que la decisión me cogió de sorpresa pues en mi anterior libro «Una monarquía protegida por la censura» publico decenas de preguntas parlamentarias formuladas en relación con las cacerías del rey, el uso de aviones, las vacaciones, el nombre de los barcos, las inauguraciones del Cervantes, el presupuesto de la casa Real y otros temas vinculados con la Casa del Rey buscando siempre que el gobierno me contestara que le parecían aquellos abusos. Y siempre se cursaban las preguntas y siempre me contestaba el gobierno diciendo que no eran competentes pues el rey no era responsable, es decir, era un irresponsable, no respondía ante nadie, caso único en la Europa democrática. Se trataba de un Jefe de Estado que solo respondía ante Dios y ante la Historia. Como Franco.

Ese mismo día, en un programa de ETB, al que solíamos ir todos los jueves los senadores Rabanera del PP y Lertxundi del PSE, lo primero que hice fue denunciar esta chapuza. No solamente los nombramientos de marqueses sino la censura para controlar al gobierno sobre los mismos. Pero ahí quedó. La pregunta no era políticamente correcta en esta España tan incorrecta.

Villar Mir, nombrado Marqués, por la monarquía del movimiento

El jueves 3 de febrero en el Boletín Oficial del Estado apareció publicado un Real Decreto firmado por «Juan Carlos R» que decía:

«La destacada y dilatada trayectoria de don José Miguel Villar Mir al servicio de España y de la Corona, merece ser reconocido de manera especial, por lo que queriendo demostrarle mi Real aprecio. Vengo en otorgarle el título de Marqués de Villar Mir para sí y sus sucesores, de acuerdo a la legislación nobiliaria española.

Dado en Madrid 3 de febrero de 2011.

Juan Carlos R».

Esta es la perla.

Ya sé que hoy un marquesado, en una sociedad de ciudadanos, no vale nada. Pero el gesto de hacer semejante reconocimiento público a un señor que fue Director General de Empleo en plena dictadura franquista en 1964, presidente de Altos Hornos de Vizcaya, empresario protegido del franquismo y ministro de Hacienda y Vicepresidente del Gobierno para Asuntos Económicos del gobierno  dictatorial de Carlos Arias Navarro del 12 de diciembre de 1975 al 5 de julio de 1976, habla no solo de él, sino de quien le otorga semejante reconocimiento basado en su “Real aprecio”.

Juan Carlos de Borbón es la herencia  que nos dejó al morir, el general Franco. Fue nombrado por las Cortes franquistas Jefe del Estado sin que hubiera un referéndum previo en 1978 para saber si la herencia de la dictadura debería continuar o no y por eso es lógico que un franquista reconozca a otro franquista. De hecho quiso celebrar  el año pasado el treinta aniversario de su coronación a los tres días de muerto Franco, sin tener en cuenta que aquello fue un acto más de la dictadura. Dentro de poco nos volverán a atufar con que nos salvó el 23 F, cuando fue el máximo responsable de aquel sangriento sainete. Todos los generales complotados, empezando por el general Armada lo hicieron en nombre del rey. Y sin embargo siguen celebrando esta farsa.

Juan Carlos de Borbón, a pesar de sus hagiógrafos, no es un demócrata, por lo que actos de este tipo son lógicos en personas que se apoyan  y premian  los unos a los otros y piden se reconozcan los méritos de gentes que fueron los soportes y ejecutores de una dictadura feroz, cruel, despiadada y asesina además de antidemocrática.

Lo malo no es que el franquista Juan Carlos lo haga. Lo malo es que todo el PSOE calle y encima le ría las gracias en lugar de decirle Zapatero: ”Oiga usted. No procede”. De ahí que seguirá nombrando marqueses a gentes de esta ralea. La impunidad con que actúa se la permiten los medios de comunicación, la censura que rodea a este Señor y los socialistas. Solo falta que en la siguiente le otorgue un Ducado a Blas Piñar. Todo se andará. Ganas  no le deben faltar.

La Ministra de Defensa hizo un discurso franquista

Sinceramente estoy alucinado. He visto  y leído la prensa del viernes 7 de enero, siguiente día de la llamada Pascua Militar, y no veo más que información ditirámbica dirigida a ensalzar a  la ministra de Defensa, Carmen Chacón  quien cuadrada ante el rey, solo le dedicó loas a  este  jefe del estado que pudo empezar a ser democrático tras aprobarse la Constitución, pero nunca a los dos días de la muerte del dictador. Y sin embargo le alegró los oídos en el Salón del Trono del Palacio de Oriente con Zapatero y Pérez Rubalcaba delante  diciéndole que llevaba 35 años del reinado más fecundo y prolongado de libertad y de progreso en la historia de España llevado todo él con firmeza y serenidad  y siendo todo ésto un dechado de libertades y de estabilidad. Amén.

¿Con qué 35 años, verdad?.

¿Cómo puede decir ningún demócrata que este señor, puesto ahí por Franco, tras una guerra civil y tras la sublevación del propio ejército hacia una República llegada de la mano del voto popular  tiene 35 años de vigencia?. En todo caso, desde que se aprobó la Constitución española tres años después, es decir, 32 años. Pero llama la atención que una ministra socialista, lo confunda todo y ponga el inicio de la democracia, en el dedo de Franco, no en la aprobación de un texto donde de matute nos metieron la monarquía sin referéndum  democrático alguno. Para Carmen Chacón murió Franco y, de la noche a la mañana, tuvimos democracia, y por eso llevamos 35 años de democracia.

Y, en segundo lugar hay que recordar que el golpe de estado del 23 de Febrero, y cada vez hay más datos, no lo paró Juan Carlos de Borbón de madrugada y con uniforme militar en La Zarzuela sino que lo propició él con su frivolidad y ligereza al imponer el nombramiento de su antiguo preceptor, el general Alfonso  Armada, como segundo jefe del Estado Mayor, pasando su orden por encima del presidente Suarez y del ministro de Defensa, Agustín Rodríguez Sahagun. Y Armada era quien iba a liderar aquel fantasmagórico gobierno de concentración. Una bestialidad a la que el rey había dado el visto bueno.

Que ahora un señor puesto ahí por un dictador, sin aval democrático alguno, que traicionó a su padre, y a las leyes del Movimiento que había jurado  y a todo quisqui nos lo presente una ministra socialista como la quintaesencia de la pureza y la dignidad institucional y democrática, nos indica el grado de abyección a la que ha llegado la política española y sobre todo a que éste silencio de los corderos haga que nadie diga, ni haga nada.

Una auténtica vergüenza.

El socialismo español está como está porque dejó de ser socialista cuando cambió sus principios por la frase de  los chinos que trajo Felipe González de Pekin: ”No importa que el gato sea blanco o negro. Lo que importa es que cace ratones”. En otras palabras: el fin, justifica los medios. Le faltó terminar su discurso gritando ¡Viva Franco!. ¡Arriba España!.

Y así estamos.