Inspiren, espiren. Háganlo muy suavemente. Unan los dedos pulgares e índices de las dos manos haciendo con ellos un círculo, mientras piensan que son un junco hueco. Repítanselo un par de veces. Inspiren, espiren. ¿Lo han hecho? Pues ya puedo soltárselo de golpe: María Dolores de Cospedal, número dos del Partido Popular, presidenta también de la formación de la gaviota en Castilla-La Mancha, cobró el año pasado 241.840 euros. Como lo están leyendo. La que en junio de este mismo año definió al PP como “el partido de los trabajores” se echa al coleto cada mes más de veinte mil euros. A hacer puñetas los efectos de los ejercicios de relajación, ¿no?
Y menos mal que la mayoría de ustedes ya conocían el dato y llevan horas haciéndose cruces con y por él. Doscientos cuarenta y un mil ochocientos cuarenta euros. Impresiona todavía un poco más escrito en letra. Lo difícil es decidir si indignan más los 74.000 que percibe por su condición de senadora o los ¡167.000! que le apoquina religiosamente su partido, ése que hace grandes -y ya se ve que vacías- odas a la austeridad, el esfuerzo, la ética y lo que te rondaré, morena. Si eso saliera de las cuotas de los afiliados (menuda cara de primos se les habrá quedado al enterarse), de lo suyo gastarían. Pero no. El doble salario de la marajá manchega se paga del mismo escote que ponemos para carreteras, medicinas o esas ayudas de emergencia social que los ayuntamientos han dejado de dar por falta de fondos.
Corrupción blanca
Lo tremendo es que cada vez que uno de estos escándalos nos sonrojan y nos ponen al borde de la taquicardia, sus lucrados protagonistas entonan la misma cantinela. “¡Demagogia!”, proclaman, disfrazados de víctimas ofendidas, y aún tienen el marmóreo rostro de soltarnos que nos hacen precio de amigo y que en la empresa privada estarían cobrando mucho más. Y la cosa es que no mienten del todo. Las sinecuras que aguardan tras el desempeño de la actividad política, mayormente si se ha tocado pelo gubernamental, suelen ser muy generosas. El crimen perfecto sí existe.
Abandonemos toda esperanza de que algún día desaparezca esta blanca corrupción. Viene de serie con el llamado Estado de Derecho. Los que podrían arrancarla no lo harán por la sencilla razón de que ellos mismos serían los primeros damnificados y nadie tira adoquines contra los ventanales de su propia mansión. Junto a nuestro voto, les damos un cheque en blanco para que anoten la cuantía de su sueldo. Será siempre así. Inspiren, espiren. Recuerden que son un junco hueco.