Curiosa y reveladora paradoja: el PP huye hacia adelante caminando hacia atrás. Cree escapar de los mil y un marrones que lo arrinconan recurriendo a los birlibirloques de otros tiempos. Como si a estas alturas del calendario fuera a colar el numerito de la ETA, así con artículo, que es como se pronuncia el ultramonte más rancio. ¿A qué viene detener a cuatro ciudadanos a los que, simplemente, se podría haber llamado a declarar? Por un hecho, el homenaje a Belén González Peñalba, además, que tuvo lugar hace un buen rato. Si tan delictiva era la cosa, bien podría haberse actuado al día siguiente del acto, hace casi cuatro meses. Pero claro, en aquellos días, lo que daba relumbrón era entrullar soberanistas catalanes. Procedía dejar para mejor ocasión el espectáculo de pirotecnia en la nunca redimida Vasconia. Y ayer fue el momento de la caza y captura, a la antigua usanza: en un parking, de camino al ginecólgo o aporreando las puertas de los domicilios de buena mañana. Luego, a casa hacia la hora de comer.
Todo, en realidad, para bien poco. Hasta en los medios más proclives a la causa, la noticia se diluía entre la resucitada penúltima hora político-judicial de Catalunya, los restos de serie del asesinato del niño Gabriel Cruz o menudencias infladas como el filtrado de millones de datos de Facebook o el primer atropello mortal de un coche sin conductor de Uber. Solo aquí, en casa, se ponía en marcha el ritual otrora habitual, y nos íbamos indignando, de acuerdo a la costumbre, por barrios y en diferentes intensidades porque, no nos hagamos trampas al solitario, tampoco puede ser de otra forma.