La intervención del nieto de Leizaola

Lunes 16 de diciembre de 2019

Xavier Bindel Leizaola, hijo de Estibaliz Leizaola, una de los seis hijos del Lehendakari D. Jesús María de Leizaola.

El domingo 15 de diciembre de 2019, 40 Aniversario de la llegada del exilio del Lehendakari, tuvo lugar en la Casa de Juntas de Gernika, organizado por Gogora (Gobierno Vasco), un acto en homenaje a los Gobiernos presididos por los Lehendakaris Agirre y Leizaola.

Tras la intervención de Amaia Agirre, nieta del Lehendakari José Antonio Agirre, intervino Xavier Bindel Leizaola, por encargo de los familiares del Lehendakati, allí presentes en número de 26. Xavier Bindel Leizaola se ve que es un hombre que domina la escena, porque lo hizo francamente bien. Trabaja en París en J.P. Morgan siendo Coordinador de Banca de Inversiones en Tecnología en Europa, Oriente Medio y África. Ayer mismo tuvo que regresar a la capital de Francia.

Su intervención fue la siguiente:

Lehendakari jauna,

Legebiltzar-lehendakari andrea,

Lehendakari ohiak,

Legebiltzarkideak eta agintariak,

Familia,

Jaun andreak,

Se ha escrito mucho sobre nuestro abuelo Jesús Maria de Leizaola. Un hombre con un destino excepcional, figura de una era que podría haber sacudido siglos de excepción cultural y fuerte identidad.

Detrás de la personalidad pública, había un esposo, el de María del Coro Loidi, un padre de seis hijos, Koldo, Begoña, Coro, Itziar, Arantxa y Estíbaliz y un abuelo de veintidós nietos. Un jefe de familia con un espíritu agudo y lúcido que por sus palabras, su estilo y su forma de ser, dejó en cada uno de nosotros imágenes y recuerdos. Permitirnos testimoniar en estos lugares tan simbólicos nos honra. Permitirnos el hacerlo cuarenta años después de su regreso bajo los vítores de una gran multitud, nos honra aún más.

Era un sábado por la tarde, en nuestros recuerdos era ayer. Un día que no dejó a ninguno de sus nietos indiferentes: un espléndido avión, decenas de flashes, una efervescencia colectiva. Ya sea al marchar para los de Paris y los de Bruselas, o al llegar para los de San Sebastián, sentimos que algo extraordinario estaba sucediendo. Como hoy, estábamos presentes y felices por estar juntos.

Al bajar del avión un hombre excepcional le esperaba. Élite de la Ertzaintza, guardaespaldas imponente, persona con refinamiento poco común y muy atento, Iñaki Larreategui acompañó a nuestro abuelo durante diez años. Rindamos un vibrante homenaje a este íntimo de la familia que el Lehendakari Zarra nombraba afectuosamente “ángel de la guarda” y que nos abandonó hace dos años.

De niños tuvimos el privilegio de vivir junto a nuestro abuelo, de observarlo y escucharlo. Los recuerdos que conservamos de ello son imborrables. A ese distinguido señor con traje de rayas, sombrero legendario y paraguas negro, lo acompañamos todos orgullosamente por las calles de San Sebastián, por el malecón de Zarautz o por los barrios de París. Era imperturbable, nunca vistoso ni agitado. Todo lo contrario. Una persona erudita, reflexiva y determinada. Tres dimensiones fuertemente relevantes en el atardecer de su vida, como un mensaje para la juventud. Tres dimensiones que juntas y en el contexto de su vida fueron vectores esenciales para llevar a cabo su obra política.

Erudito: largas horas leyendo, tomando notas y escribiendo. Los diarios eran su “oración matutina”, las librerías y bibliotecas lugares familiares. Ponía el saber y el conocimiento por encima de todo, fuera histórico, lingüístico o sociológico. Con una memoria fuera de lo común, poseía una cultura inmensa que nos dejaba mudos y a la que no cesaba de vincularse. Cicerón decía “La historia es la maestra de la vida”, siglos antes, Leizaola hubiera podido ser su discípulo.

Reflexivo: Hasta el final de su vida expresó su punto de vista, en libros, entrevistas o sencillamente con nosotros. Sumergirse en su pensamiento es un viaje fascinante, alternando entre el pasado de entonces, el presente de entonces y verdades que aún prevalecen. Se descubre una mente ágil, estructurada, moderna, orientada hacia lo humano, el futuro y la acción. Sus respuestas son densas, reflexionadas, precisas, apoyándose sobre hechos y datos para elaborar paso a paso una argumentación. Su pensamiento está lleno de convicción.

Determinado: Xabier Arzalluz decía de él que era un « roque ». Sin oscilaciones rápidas, breves, sin oportunismo, el Lehendakari Zarra privilegió el tiempo largo, muy largo. “Pienso en el mar, lo fundamental es sobrevivir, superar el momento aquel”, decía. Su tiempo es el de los constructores, el de los caminantes resistentes que anhelan las cimas, el de quienes tienen objetivos. Siempre tenía ideas por satisfacer, algo a ir a ver, una meta a la que dirigirse, arrastrando con él a todos sus allegados en sus desplazamientos más originales. ¿Cuántos kilómetros de más hizo para ver monumentos desconocidos o puentes romanos, alguien como él que tanto se extasiaba ante las realizaciones más modernas de San Sebastián?

Erudito, reflexivo y determinado, estos tres rasgos de su personalidad fueron potentes catalizadores de su acción política, de una obra política perfectamente coherente y resonante con lo que era él, intrínsecamente.

Había que ser determinado para convertir el ideal de Sabino Arana Goiri en máquina de conquista electoral y ganar trece de los dieciséis escaños de diputados en las Cortes en 1933. Había que ser determinado para imponer un estatuto de autonomía. Había que ser determinado para imaginar la bandera vasca ondeando de nuevo en los ayuntamientos, las plazas y los balcones de Euskadi. Había que ser determinado para no ceder ante la tentación de un regreso prematuro en 1975 y soportar cuatro años más hasta poder cerrar completamente el oscuro paréntesis de este país. Su obra no es la de un intelectual, sino la de alguien firmemente visionario y comprometido en la acción y el terreno. Decía con ahínco: “Voy a la parte de conflicto más que a las ideas que se ponen en el papel”.

En esta fecha de aniversario, demos todos juntos su importancia a una frase que le gustaba repetir “Euskadi para los vascos pero los vascos en Euskadi ». Esta tierra nunca cesó de faltarle, la separación fue cruel e inhumana. Así fue como deseó tanto para la boda de su hija mayor, una iglesia dominando el Bidasoa para distinguir mejor las montañas de Euskadi. Así fue como tomó considerables riesgos para participar al Aberri Eguna de 1974. Volver a tierra vasca una vez cumplido su deber daba sentido a su vida… quizás podía incluso ser el sentido de su vida.

Vasco por linaje, educación, e ideal, Leizaola escogió unir su destino al de su país y aceptar humildemente su deber. El Lehendakari Leizaola encarna por sí solo un modelo de implicación, un modelo de convicción, un modelo de valores sanos y generosos. No solamente era de sangre noble y elegante parecer, toda su obra fue nobleza y elegancia. Una nobleza y una elegancia a la imagen de los cuatro puntos cardinales de su existencia: “Cabeza, corazón, patriotismo, sacrificio”.

Podemos lamentar que el Lehendakari Leizaola, que fue el cimiento de una familia y el cimiento de una nación, rehusara escribir su autobiografía, ejercicio éste de autosatisfacción por excelencia, como decía. Nosotros, sus nietos, somos los depositarios de una herencia familiar. Vosotros, dirigentes elegidos, sois los depositarios de una herencia institucional. Cada uno a nuestra manera, conscientes del camino trazado, transmitamos este rico patrimonio a las generaciones jóvenes y seamos fieles al mensaje que les envía: “Que tenga esperanza y que sepa que del trabajo sale todo. Que ser nacionalista es entregarse al servicio del país”.

Eskerrik Asko Lehendakari Zarra,

Eskerrik Asko Aitona.

3 comentarios en «La intervención del nieto de Leizaola»

  1. Iñaki, te felicito por tus articulos, pero tengo que hacerte una puntualizacion, y es sobre los nombres de las hijas de Leizaola.
    Te excusaría si ellas te mandaron ponerlos asi (cosa que dudo), pero escribir Coro y Arantxa, duele a la vista.
    Porque no pones ya, Coldo ?

  2. Un artículo, el de Xavier Bindel, francamente emotivo y profundo. Conocedor de la historia de un Lehendakari, su aitite, y de las circunstancias que tuvieron que vivir. Al igual que otros ilustres nacionalistas, qué capacidad de reflexión, qué humanidad y qué lecciones ideológicas para nuestro pueblo.
    Yo estuve allí el pasado domingo. Pero, por circunstancias, no participé en este acto tan merecido y bonito. Y he tenido que esperar a leer posteriormente los discursos de los familiares de tan grandes personajes históricos. Lo que me apena, es la poca trascendencia que estos mensajes tienen en las generaciones actuales; mensajes que no constituyen otra cosa, sino grandes enseñanzas para nuestro pueblo..

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